Capítulo 4

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Alexander se levantó está vez, a la hora que se tenía que levantar. Se puso sus pantalones vaqueros y una camisa blanca remangada hasta los codos. Se le pasó por la cabeza la idea de llamar a Kieran para ir juntos a desayunar, pero rápidamente la descartó.

Bajó al desayuno y ya estaban todos. Por lo visto aún que se levantará pronto siempre iba a llegar tarde.

Se sentó en la mesa en la que estaban sentados los hermanos de Kartos y el Príncipe Dóminic.

-Buenos días- le saludo Luana con una sonrisa el labio en cuanto se sentó en la mesa. Siempre era muy agradable con él.

-Buenos días- le respondí con una sonrisa tan grande como la de ella.

- Oye Alexander- lo llamo Kalías- ¿a ti te gusta el boxeo no?

-Si -respondió

- Podrías venirte con Dóminic y conmigo a entrenar después de desayunar- le sugirió.

- De acuerdo, pero ¿Pero Luana y Kieran? - sugirió Alexander.

-A Kieran no le gustan los deportes- dijo Kalías.

- Bueno pues que se quede leyendo y que venga Luana- replicó Alexander.

Luana le miraba con una expresión anonadada. Alexander se percató de esto, pero decidió ignorarlo.

-Luana no puede hacer deporte con nosotros- dijo Kalías indignado.

- ¿Por qué? - inquirió Alexander.

-Porque es mujer- dijo Kalías como si fuera lógico.

Esto a Alexander no le gustó y entonces dijo lo siguiente.

-Luana vete preparando te recojo en media hora en tu habitación- dijo mirando a Luana, después miro a Kieran y dijo- Kieran, tú haz lo mismo vais a tener el mejor en entrenamiento de vuestras vidas.

Kieran y Luana se miraron perplejos, pero no rechistaron. Kalías iba a responder, pero Alexander se levantó y se fue a su habitación sin darle oportunidad de hablar

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Se disculpó y se fue a su habitación. Kieran se puso unos pantalones de chándal grises y una camiseta de tirantes blanca. Eso era lo que uno de los trabajadores del palacio le dieron para la sesión de entrenamiento.

Después de unos minutos alguien tocó la puerta. Acto seguido Alex entró a la estancia.

En cuanto lo vio se quedó perplejo, pero Kieran no cayó en eso, estaba muy ocupado contemplando los músculos de los brazos y como se ceñía una camiseta idéntica a la suya en el torso de Alex.

- Hola- dijo Alex sacándolos de sus ensoñaciones.

- Hola, ¿nos vamos? - dijo Kieran por fin.

Cuando vio asentir a Alex, cogió su libro electrónico y salieron en dirección a la habitación de Lu.

Ya en frente de la puerta Kieran llamo y salió una Luana radiante. Parecía que fuese el día más feliz de su vida. Llevaba un conjunto muy parecido al que llevaban ellos, pero su ropa se ceñía más a su cuerpo.

- Hola- dijo Lu con una sonrisa de oreja a oreja.

- Hola- le respondió Alex. Los tres comenzaron a andar.

- Quería agradecerte que me dejaras ir con vosotros a entrenar- dijo Luana para sorpresa de Alex.

- ¿Por qué? - dijo Alex incrédulo.

- Padre nunca deja a Lu entrenar con nosotros, dice que los deporte no son dignos de mujeres. - respondió Kieran indignado.

- Kiery siempre ha pensado que es una estupidez, cosa en la que estoy de acuerdo. - explico Lu.

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