「3O」

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No sé cómo me hizo llegar hasta la fila que esperaba ansioso  por subir y no me percaté de ello hasta que los estrepitosos gritos de las personas abordo me llegaban desde lo alto.

—Estás loco si piensas que me voy a subir a eso—farullé,intentando huir por tercera vez.

—Ya te dije que sí lo estoy y te subirás conmigo—no sabía por qué la ultima palabra me había gustado demasiado,pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila,San me agarró de la muñeca,me atrajo hacia él y me abrazó fuertemente,haciendo añicos mi fuerza de voluntad y por supuesto,imposible mi  escape.

Me quedé quieto y me le quedé mirando,a esa distancia tan pequeña,su belleza era inconcebible.

—Por favor,súbete conmigo—pidió,con la voz más aterciopelada y dulce que jamás haya oído—No voy a dejarte ir hasta que me digas que si.

De pronto olvidé cómo hablar y sólo asentí.Me percaté del latido tan estrepitosos de mi corazón que golpeaba contra mi pecho y también contra el suyo,que estaba pegado al mío,entonces el rubor corrió por mis mejillas ya que él no me soltaba aunque ya había aceptado.

—¡Genial!—me sonrió—Gracias.

"¡Hwa,Hwa,Hwa!" La voz en mi cabeza gritaba aturdida.No debía olvidarme de él.Me obligué a sacar voz de mi garganta.

—Ya te dije que sí,ya sueltame—musité,ruborizado.

—No,si te suelto intentarás escapar de nuevo,así que hasta que hasta que no estemos arriba,difícilmente te creeré—me apretujó más a su cuerpo,casi no podía respirar pero tampoco quería hacerlo si eso significaba dejar mi bella prisión.

Me sonrió antes de mirar de nuevo el terrible juego y estando allí en sus brazos,su delicioso perfume llegaba con intensidad hasta mis fosas  asales,inundando todo el aire a mi alrededor y
produciéndome un confort en el estómago,transportándome a unmágico paraíso.

—Genial! Vamos nosotros—me dijo mientras me hacía avanzar detrás de las personas que emocionadas montaban los asientos para dos de la montaña rusa.
El estómago se me revolvió.

—S-San—la voz me tembló,insegura.

—Tranquilo,si quieres yo te protejo—me sonrió y sus brazos se tensaron a mi cuerpo.Me hizo sentar en el cuarto asiento de adelante y él se sentó a mi lado.Luego sus brazos se volvieron a
enrollar en mi cuerpo,ya que me había soltado unos segundos para poder acomodarse en el asiento continuo.

—No estoy muy seguro de...

—Ya estás arriba,así que no hay retorno—me interrumpió.

Nos hicieron ponernos el tubo de seguridad y el estómago se me encogió de nerviosismo.El tubo metálico no llegaba hasta mi abdomen.

—No hay peligro de que uno se
salga,¿verdad?—pregunté.

San miró que el tubo no me llegaba y rió.

—No,pero dicen que siempre hay
una primera vez—rió cínico.

—¡¿Qué?!

—Es broma—se carcajó—Tranquilo,¿sí?

Entonces el carrito se empezó a mover por el riel que formaba el camino lógico de aquella montaña.Quise correr,sólo tuve las ganas de hacerlo,pero como si San me hubiese adivinado el pensamiento,sus brazos se tensaron a mi alrededor,tiernos y protectores.

Estaba más nervioso y asustado de lo que Ilega a estar la gente cuando enfrenta su peor pesadilla y empezaba a formular en mi mente mi testamento,qué le hubiera dejado a quién. Pero al menos moriría feliz,en los brazos de la persona a la que amaba.

Mis cabellos comenzaron a moverse con velocidad por el viento producido y luego se apaciguaron cuando el carrito empezó a transitar en dirección hacia lo alto.Hasta el momento,no había sido la gran cosa,sólo vueltas tenues y velocidad media,pero ahora sabía que iba empezar lo malo,a lo que más le temía: la adrenalina de caer en picada hacia abajo.

El corazón se me comenzó a acelerar y parecía eterno el camino,eso era bueno y era malo,porque aunque no quería que cayéramos ya,sabía que entre más se tardara en llegar hasta arriba,más era la altura.

El pánico me invadió por completo cuando me percaté de que faltaban sõlo unos pocos metros para la gran curva de la montaña.
La respiración se me aceleraba y el pulso me atronaba en los oídos.

Entonces,al borde de caer por la estrafalaria bajada,tuve la necesidad de decirle a San que lo amaba.Como si fuera a morirme y jamás le viera de nuevo.

—San,tengo que decirte algo—farfulleé con la voz temblorosa.

Me miró,sus ojos me abrazaron también.

—Yo...

Los estruendosos gritos me interrumpieron y el movimiento desagradable de mi estómago provocó que cerrara la boca y los ojos con fuerza.El tiempo se me había escapado.

Até mis brazos al cuerpo perfecto de San y escondí mi cabeza en su duro pecho,Ilenándome de ese perfume tan exquisito que me transportaba al paraíso al que deseaba volver y luego él apretó sus brazos más,protegiéndome.

Oía el paso de las llantas del carro sobre el metal que formaba el riel que a toda velocidad iba cayendo,los gritos combinados entre la euforia y el horror de las personas a mi alrededor y... el corazón palpitante en el pecho de San,al que mi oído estaba pegado.

Sentía que los cabellos se me movían con la velocidad y que tenía el estómago en los pies.
Una y otra y otra vez.

Cuando abrí los ojos es porque dejé de sentir el movimiento exterior,sin embargo,todo se seguía moviendo dentro de mí,la cabeza me daba vueltas y el estómago estaba apretujado en alguna parte de mi abdomen.

—¿Verdad que fue divertido?—la voz de San me devolvió un poco la calma.

Le miré, incrédulo.

—¿Bromeas? Casi muero estando arriba—farfullé.
Él soltó una carcajada y ese sonido hizo de mi caos interno una quietud.Me ayudó a salir del juego sin soltarme la mano por si acaso caía. Debía admitir que estaba un
tanto mareado.

—¿Y ahora? te toca a tí—me dijo.

—Claro,elijo esa banca de allá—divisé a unos cuantos metros una pequeña banca negra y la apunté.

Necesitaba sentarme o si no muchos allí verían la merienda de la tarde.
El rió y me llevó hasta la banca.

—No fue para tanto—me dijo,sentándose conmigo y entonces soltó mi mano.

—No para ti,pero yo quise morirme allá arriba—llevé ambas manos a mi cabeza,apretándola con las yemas de los dedos.
Volvió a reír y su risa era algo de verdad reconfortante.

—¿Y qué ibas a decirme?—preguntó.

—¿Eh?—lo miré al instante,recordando la confesión que estuve a punto de hacerle.

—Sí,antes de que cayéramos en la primera curva de la montaña dijiste que tenías algo que decirme insistió.

—Oh, bueno...

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Bueno,ya vamos por la mitad de la historia, aún queda para rato y espero que os siga gustando 😔💙

1 abrazo

𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐍𝐔𝐀𝐋 𝐃𝐄 𝐋𝐎 𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 | woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora