「41」

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Mientras corría hacía mi destino, recordé a San, él ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran
su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre
ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba
una aguda sensación de malestar en el corazón.

Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres
cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 117 y abrí torpemente la puerta, esperando a que Seonghwa no se hubiese ido ya.

— ¡Hwa! , lamento... — mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar. La despedida amorosa entre Seonghwa y San.

— ¡Wii! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías — la broma no le salió como tal.

Se deshizo del abrazo de San y se dirigió a mí para abrazarme.Algo del perfume de él aún había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos
de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que
sentía que me empañaban ya la vista.

Una gota de agua salada cayó al hombro de mi mejor amigo, una lágrima que no pude reprimir.

— Oh, Woo no llores, o me harás llorar a mí — su tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.

El creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto.La verdad era que sí sentía dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto entre ellos dos.

Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en ella.

— Cuídate mucho,Hwa — murmuré-. Te voy a extrañar — aquello había sonado honesto, porque era verdad.

— Yo también — me dijo.

Luego, la mano de San me acarició la espalda en busca de darme consuelo. Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor me invadió. Lo odiaba bastante pero de igual manera, lo amaba más de lo que podría llegar a odiarlo.

No entendía cómo es que habia ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.

— Te acompaño abajo — dijo él y luego tomó la pequeña maleta de Hwa, dejando mi espalda desprotegida de su calor  — ¿Vienes? — me preguntó a mí.

Asentí y entrelacé mi brazo al de Seonghwa, luego bajé la cabeza. Lo que menos necesitaba era que él se fuera, aunque solo sea por dos días, sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.

Bajamos por el ascensor, mientras que nadie pronunciaba palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador.Cuando llegamos al primer
piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de la gente del señor Vittore ya esperaba por Seonghwa.

ÉI dio un suspiro y luego se giró para ver a San. Lo miró por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos, parecía que... suplicaban. Pero San
bajó la mirada y exhaló despacio, luego besó la frente de su novio.

— Cuídate mucho, amor — le pidió.

El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo de dolor al escuchar la última
palabra.Hwa sonrió débilmente.

— Te amo,Sannie — susurró en su oido y yo deseé con un fervor descomunal estar en alguna otra parte en ese momento.

Pero él no dijo nada, esbozó una pequeña sonrisa y volvió a besar su frente. En serio, lo odiaba. Luego,mi amigo se giró hacía mí y me sonrió, con esas sonrisas que me había estado dando últimamente.

𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐍𝐔𝐀𝐋 𝐃𝐄 𝐋𝐎 𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 | woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora