Capítulo uno.

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ADVERTENCIA: Contiene escenas de sexo explícito.


21 de diciembre de 2019.

Cerró los ojos y dejó que su cuerpo se relajara en la bañera. Había sido un día especialmente duro en el trabajo, y esperó con ansias todo el día el regreso a casa.

El sonido de su celular le hizo gemir con desesperación. A veces odiaba su trabajo, y se odiaba aún más a ella misma por elegir esa profesión. No podía simplemente ignorar la llamada, acabaría de patitas en la calle.

Enderezandose, tomó el celular que había dejado sobre el montón de ropa oscura que ahora era su uniforme. Leyó el identificador de llamadas y volvió a gemir.

― Más vale que sea importante, niño bonito ―espetó nada más descolgar.

― Es sábado por la noche, Becca ―murmuró riéndose.

― Estoy cansada ―cerró los ojos y volvió a relajarse.

― Yo también estoy cansado y de todas formas te estoy invitando a salir.

Parecía un poco irritado.

― ¿Era una invitación? ―preguntó para sacarlo de quicio.

― Vale, lo capté ―suspiró―. De todas formas no sé por qué carajos me sigo molestando en invitarte.

Le colgó sin esperar que ella respondiera y esto hizo que soltara un suspiro derrotada. La culpa la invadió. Su compañero solo estaba tratando de ser agradable, y la verdad era que siempre la invitaba a tomar algo luego de que salían de trabajar. Cerró los ojos, el bar ni siquiera quedaba lejos, estaba a la vuelta de su casa.

Dejó el celular encima del montón de ropa nuevamente y salió de la bañera gruñendo.

Se secó con calma y luego pasó crema humectante por todo su cuerpo. Le gustaba oler bien y sentirse fresca, cuidaba de su apariencia, y mucho.

Salió del baño desnuda, totalmente cómoda con su cuerpo moldeado por el trabajo duro. Se dirigió a su habitación pisando fuerte, enfurruñada con ella misma por no poder ignorar el sentimiento de culpa.

Abrió su cómoda y una sonrisa traviesa se colgó en sus labios. Tomó unas bragas de encaje de color blanco y se las puso. Descartó la idea de usar sostén y buscó en su armario un crop top apretado con pronunciado escote.

Sus pechos eran grandes y a ella le encantaba provocar a su compañero. Se puso un jean negro ajustado y se calzó unas sandalias altas de color rojo que le encantaban.

Sus ojos verdes contrastan con su tez trigueña por lo que decidió no usar maquillaje.

Luego su mirada pasó por el tocador y volvió a sonreír pícaramente. Se dirigió hacia allí y tomó el labial rojo mate. Pintó sus labios y observó el resultado en el espejo. Bonita y ardiente.

Se acomodó el top blanco y sonrió a su reflejo. Como la mierda que no le faltaba autoestima.

Recogió su pelo negro azabache en un moño desordenado, dejando algunos mechones enmarcando su rostro delicado.

Colocó una gota de perfume detrás de sus orejas y en sus muñecas.

Satisfecha con su imagen, se dirigió al baño en busca de su celular. Lo tomó y frunció el ceño cuando vio que tenía poca batería. Se encogió de hombros y lo deslizó en el bolsillo trasero de sus jeans.

Caminó hasta la sala de estar, tomó su abrigo del perchero y las llaves de su casa. Salió, trancó la puerta y saludó a su vecina en su camino hasta la vereda.

A prueba de todo - SECUESTRADAS IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora