Capítulo cuatro.

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23 de diciembre de 2019.

Comenzaba a inquietarse de estar tanto tiempo sin hacer nada en su casa y contra todo pronóstico extrañaba a su compañero.

Era muy difícil ser ella. No estaba muy segura de lo que quería, no tenía aspiraciones y se sentía muy perdida. Intentaba luchar día a día para sentirse conforme consigo misma pero nunca acababa por conseguirlo. Estaba orgullosa de sus logros pero había un vacío en ella que no sabía cómo llenar.

Era consciente que una relación no lograría hacerla sentir plena y era por eso que trataba de mantener a raya al castaño. Pero pareciera que lo único que lograba siempre era causarle daño aunque no quisiera hacerlo.

Se levantó del sofá y se dirigió a la heladera para coger una cerveza.

Ciertamente su casa no era muy grande pero era lo único que podía permitirse para no endeudarse. Contaba con una habitación, un baño y una cocina que ella había adaptado para poder tener una sala también, no podía colocar una mesa de comedor por la falta de espacio pero siempre se aseguraba de que todo estuviera limpio y ordenado.

Se dejó caer nuevamente en el sofá y le dio un sorbo a la cerveza luego de destaparla con los dientes.

Estaba definitivamente deprimida.

Soltó un suspiro, tomó su celular y marcó el número de Shawn, lo llamó antes de que tuviera tiempo de pensarlo bien y arrepentirse.

― Becca.

Fue un saludo seco y la descolocó un poco.

― Ven a casa, por favor.

― No estaré para aguantar tus mierdas siempre.

Su corazón se encogió un poco pero lo ignoró.

― ¡Lo siento! Ven a casa, prometo comportarme... ―cerró los ojos un poco angustiada―. No puedo hacerlo sola.

Cortó la llamada y respiró hondo para calmar sus emociones. Aunque Shawn solía pensar que ella ignoraba el hecho de que llevaran seis años en el mismo vaivén, no lo hacía. Solo de imaginarse al castaño fuera de su vida le ponía los vellos de punta, pero primero tenía que poner en orden su vida para después pensar en cualquier tipo de relación a largo plazo.

Una larga hora de espera e incertidumbre pasó, luego otra y cuando estaba a punto de irse a dormir luego de haberse bebido otra cerveza, el timbre sonó.

Se levantó rápidamente y abrió la puerta ansiosa. Shawn estaba apoyado en la barandilla del porche con las manos en los bolsillos y expresión seria.

― Pasa ―murmuró.

Shawn entró luciendo tenso y no se perdió la mirada que le dio a su figura envuelta en una bata de seda de color rosa pastel. Definitivamente jamás lograrían ser solo amigos.

Se sentaron uno frente al otro y por primera vez en mucho tiempo no intentó seducirlo para que la perdonara. Cerró la bata sobre sus pechos y se cruzó de brazos para que no volviera a abrirse.

― Lo siento, de verdad ―murmuró avergonzada―. No sé qué hacer cuando se trata de ti.

― Sí lo sabes, Becca ―se encogió de hombros―. Una disculpa no bastará esta vez, me niego a seguir permitiendo que me uses a tu antojo y luego me lastimes sin remordimiento alguno. Estoy cansado, verdaderamente muy cansado.

El pánico creció en su interior.

― Podemos intentarlo ―soltó impulsada por el pánico.

― ¿Intentar qué? Seis años no son suficientes para ti, me lo has dicho mil veces y el reloj avanza, cariño ―rió irónicamente―. No quiero quedarme estancado contigo.

Eso dolió, su corazón se encogió un poco con cada palabra que el castaño soltó.

― ¡Por favor! ―rogó―. No me dejes, Shawn. Puedo intentarlo.

― ¡Estoy cansado de todo esto! ―gritó―. No caeré esta vez, debes...

Se interrumpió al ver que sus ojos se llenaban de lágrimas y la miró incrédulo.

― ¿Becca?

― Soy un desastre, lo sé ―dijo con voz estrangulada―. Sé que estás cansado de mí, todos se cansan, incluso yo estoy cansada de mí misma. No soy suficiente para nadie.

― Oh, Becca...

― Estoy perdida y no sé qué hacer para llenar el vacío que siento ―respiró profundo para evitar llorar, jamás se había abierto de esa manera ante su compañero―. Pero soy consciente de que arrastrarte a una relación desastrosa porque no soy de capaz de sentirme completa estando sola hará que me odies. Y prefiero tenerte un rato a no tenerte nunca.

Shawn se levantó suavemente del sofá y se acercó a ella inseguro. Se sentó a su lado y la atrajo a sus brazos. Casi perdió la batalla contra el llanto al sentir el calor que desprendía su cuerpo duro.

― Siempre estás bromeando y aparentas estar feliz ―murmuró acariciando una de sus mejillas―. No tenía idea de que te sintieras de ese modo.

― Nadie tiene idea de cómo me siento respecto a mi vida ―se encogió de hombros―. Ni siquiera mi madre.

― Me duele decir esto ―dejó de hablar por unos segundos―. Pero eso no hará que me quede, Becca. No es suficiente y tú misma has dicho que no sería justo para mí.

― Dos días, es lo único que pido.

― Becca...

― Kenya me invitó a pasar las navidades con ellos.

― ¿Y? No tengo libre.

― Cambia turno con alguien, por favor ―volvió a rogar―. Vamos a Los Ángeles a pasar tiempo con nuestros amigos y luego decides qué será de nosotros.

― Dos días, Becca.

― Dos días.

Se encogió entre los brazos del castaño y suspiró audiblemente. Ni siquiera ella estaba segura de que algo bueno fuera a resultar de todo eso.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2020 ⏰

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