El llamado

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— No... —pronunció ella con voz quebrada—. No es verdad... —dijo Hitomi que sintió como si le clavaran una estaca en el corazón.

— Hitomi... tranquila —le dijo Millerna tomándola por los brazos y sentándola en el banquito de su tocador—. Siento darte la noticia, pero creí que tenías que saberlo.

— ¿Cómo sabes? —preguntó en un hilo de voz, tratando de dar coherencia a lo que escuchaba mientras se le destrozaba el corazón.

— Merle... ella me escribió.

— ¿Cuándo es...? —ni siquiera se atrevía a pronunciarlo. Las lágrimas comenzaron a arremolinarse en sus ojos verdes.

— Dentro de una semana —dijo, sintiendo pena por su amiga.

— He llegado demasiado tarde —el sollozo inmediatamente salió de su boca y no pudo controlarse más, echándose a llorar por completo. Su viaje había sido en vano—. No debí haberme ido nunca...

— Pero no sabías que esto pasaría... nadie lo pensó —Millerna se puso de rodillas para estar a la altura de su amiga y abrazarla.

— Vine hasta aquí, sólo con la idea de decirle cuanto lo amo y ahora...

— Debes decírselo Hitomi —la alentó la rubia princesa, tomándole ambas manos.

— Millerna, ¡va a casarse! Él no me ama...

— Yo estuve ahí y me di cuenta de lo que ambos sentían aunque no lo dijeran, ¿acaso ya se te olvidó cuando Van fue a rescatarte de Dornkirk?

— Lo recuerdo como si fuera ayer —dijo con añoranza. Jamás olvidaría ese día. Jamás olvidaría que Van la tomó entre sus brazos, batió sus hermosas alas y ambos surcaron el cielo.

— Hitomi, escúchame —clamó ella por la serenidad—. Hasta donde sé ese matrimonio es arreglado —aquello captó de inmediato la atención de la chica—. Es lo que se rumorea por Gaea, Allen me lo ha dicho, porque ha escuchado que todo mundo lo comenta. Así que vas a ir a Fanelia, vas a hablar con Van y vas a decirle que lo amas porque haz venido hasta aquí con ese único propósito.

— No puedo hacerle eso a Fanelia que espera una boda... y a la chica tampoco, yo no soy así, además... ¿Y si él la ama?

— No creo que Van te haya olvidado —le aseguró Millerna y eso hizo que le diera un vuelco el corazón—, pero si te sirve de algo, mi matrimonio fue arreglado y pese a que llegué a tomarle cariño a Dryden, esperaba que el día de mi boda un milagro sucediera, que Allen la impidiera y nos fugáramos y estaba dispuesta a vivir con las consecuencias con tal de estar a su lado... pero él era demasiado prudente para hacer eso y bueno... al final de cuentas el destino hizo que pudiéramos tener otra oportunidad años después. Has emprendido un largo viaje hasta aquí y no puedo imaginar todo lo que has sufrido, así que toma esta oportunidad y no esperes a que pasen otros cinco años antes de haberlo perdido.

Hitomi miró a Millerna y vio melancolía en sus ojos que la evocaba a ese día en el que se celebró su boda en Asturias. Su amiga tenía razón, ya había pasado por tanto dolor como para desperdiciar lo que se le ofrecía. No estaba segura de lo que le diría a Van, ni tampoco estaba segura de querer interrumpir su boda, pero si todo iba a salir mal y tenía las de perder por lo menos quería verlo una vez más y hacerle saber sus sentimientos.

— Por favor Millerna, ayúdame a llegar a Fanelia —pidió la chica de la luna mística.

— Lo arreglaré todo, alístate Hitomi, saldrás en una hora.

*****

El color naranja pintaba el cielo, como preludio de la noche. Las primeras estrellas dejaban verse, tímidas y lejanas y los sonidos característicos del bosque en la penumbra comenzaban a hacerse notar. Van sabía que tenía que regresar al palacio para cenar con su prometida pero no quería abandonar aquel lugar. El rey permanecía sentado frente a las tumbas de sus padres y de Folken. Dándole vueltas por milésima vez a lo que ocupaba su mente desde hacía tiempo:

El Llamado de la Luna MísticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora