𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒: 𝐜𝐥𝐚𝐮𝐬𝐭𝐫𝐨𝐟𝐨𝐛𝐢𝐚

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Desperté al sentir que no podia respirar, como si estuviera en un espacio tan pequeño, que ni siquiera yo cupiese; con el corazón sobresaltado e hiperventilando. Ví mi reloj y me percaté que eran las 7:59 de la mañana del lunes 24 de Abril.

- ¡Oh por dios!, Jamás me había sentido así... ¡QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDOME! - Dije en voz baja y entrecortada, justo después de ello, sonó mi alarma para «despertarme».
- ¡Genial, otro día en la monotonía! -

Sin muchos ánimos, bajé a tomar mi desayuno, en las escaleras (como ya era costumbre) saludé a mi madre con su taza de café en las manos.

- Hola Raúl, corre a desayunar que los hotcakes se te van a enfriar - dijo ella con una alegre sonrisa en la boca.

- ¡Sí má, voy volando! - respondí lo más alegremente posible y en seguida, fuí a por mi desayuno.

Después de desayunar tomé una rápida ducha, cuando estaba apunto de cerrarle a las llaves del agua, volví a tener un ataque de pánico, sentí que algo oprimía mi pecho y también la inminente necesidad de quedarme con la cabeza entre las rodillas, sentado en una esquina, tratando de «protegerme», ya que sentía, las paredes me iban a aplastar.

Pasada está crisis, salí corriendo del baño, nuevamente con la respiración entrecortada a elegir un outfit para mí día, como no me sentía nada alegre, tomé lo más «darks» que tenía en mi closet y me lo puse: unos vaqueros color negro, una playera de AC DC, unas botas tipo «industrial» y por supuesto, una chaqueta de cuero.

- ¡Vaya! Me veo muy cliché, típica vestimenta de un personaje de libros en wattpad! - pensé en tono sarcástico, para ver si algo así subía un poco mi ánimo y fuí a tomar mi almuerzo de la cocina, para subir al autobús lo más pronto posible.

Ya en el autobús, me senté junto a Jabba, empezaba a caerme un poco mejor que al principio y por supuesto, empezaba a acostumbrarme a su babosidad, aunque eso no quiere decir que no me diera asco.

Al bajar del autobús y ver la escuela desde afuera, sentí que algo no estaba bien... Algo me decía que no entrara, como si de repente me entrara el mismo pánico que hace unas horas por los espacios muy cerrados y concurridos. Para aminorar la sensación, trate de respirar lenta y profundamente hasta que sentí que mi corazón se estabilizó un poco.

Entré, tomé mis horarios lo más rápido que pude y busqué a Scott para que me mostrará el plantel educativo, ya que sabía, no soportaría mucho tiempo dentro de ese espacio tan pequeño y tan lleno de gente. Cuando ví a Scott, di un suspiro de alivio porque sabía que al fin, saldría de ese lugar.

Scott me mostró toda la escuela y después de eso, me llevó al salón donde tenía que tomar la primer materia «Ciencias 1»; entré de lo más normal y decidí sentarme casi hasta atrás para estar más seguro y apartado de todas las personas.

Cuando la clase estaba apunto de terminar, empecé a hiperventilar, sentía que el oxígeno me faltaba, como si las personas a mi alrededor me lo robaran; ahogue un grito y en su lugar, sólo susurré un «¡Basta!» tratando de ser discreto, pero aún así el maestro me escuchó.

– Señor Gallardo, ¡¿tiene algo que aportar a la clase o porqué sus inaplazable interrupción?! – dijo con una cara evidentemente enfadada y gritando un poco.

– Lo siento señor, es que me duele un poco el estómago – mentí en voz baja, casí ineaudible.

– Por ser el primer día de clases, lo perdono y no le bajaré puntos... ¡PERO QUE SEA LA ÚLTIMA VEZ – respondió sumamente molesto.

Al terminar las clases, aún tenía un poco de esa claustrofóbica sensación y lo único que quería era llegar a mi casa de una vez por todas, así que corrí al autobús para ser de los primeros en subirme a él.

Llegando a mi casa está vez no grité, no me sentía con ánimos para fingir que no sabía que mi madre había ido por pizzas y mucho menos con ánimos para comer una ramen instantánea, así que apenas entré, subí directo a mi habitación.

Entré a mi cuarto,me quité los zapatos y en su lugar, puse mis cómodas pantuflas, está vez hice toda mi tarea y como aún no era tiempo de que mi mamá regresara, Google «coml aminorar los efectos de la claustrofobia», esperando que está fuera temporal y al despertar el siguiente día, ya no estuviera presente, pero por si acaso estaría muy bien preparado.

Al llegar mi mamá con las pizzas, corrí a la cocina, porque esta vez moría de hambre, aunque comer pizza tres días seguidos estaba empezando a hartarme.

– ¡Traje pepperoni, tu favorita! – dijo mi madre muy alegremente, pero yo como aún me sentía un poco mal, solo le respondí con una sonrisa evidentemente muy fingida.

– Cariño, ¿Te encuentras bien? – preguntó ella algo preocupada por mi aspecto.

– Sí má, solo estoy algo cansado por el primer día de escuela y eso, apenas terminé de comer, creo que tomaré una siesta para relajarme un poco – Respondí, está vez poniendo más empeño en mi actuación.

– Está bien cariño, come rápido para que duermas un poco – me dijo muy alegremente.

***

Terminamos de comer y de charlar un rato sobre mi nueva escuela, y subí a mi habitación para tomar una siesta; aún con la esperanza de que el siguiente día fuera un poco mejor, aunque algo muy dentro de mí, sabía que eso no sería posible y que en cambio, si quería un mejor día, tenía que llegar a la raíz de todo esto... De el porqué mi día se repetía una y otra vez. Sabiendo que esto no iba a ser fácil, ni mucho menos rápido, decidí acortar mi sufrimiento al menos por hoy y pasar directamente al mañana.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2020 ⏰

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