CAPITULO XI

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―¡Lo sabia!―dijo Molly cuando Jos termino de ponerse el saco―Tu y mi hijo son de la misma talla.

―Pues casi―Se observo en el amplio espejo frente a él, parecía otro; su cabello estaba ordenado, el traje negro ajustado hacia que pareciera mas delgado y enmarcaba sus facciones, el moño y camisa blanca hacían mas notorio el color tostado de su piel y sus ojos se veían mas oscuros y enigmáticos de lo que ya eran. 

―Brillas como una moneda nueva―soltó una sonora carcajada, el chico le caía mejor que la mayoría de los tripulantes con los que se relacionaba―Ya estas listo, adelantate, yo aun tengo que arreglarme. Disfruta la fiesta muchacho.

Jos salio de la habitación y se dirigió, por primera vez, al comedor de primera clase. Recorrió el corredor de camarotes, al final se encontraba una puerta de cristal, custodiada por un empleado del barco, pensó que le negarían la entrada pero no fue así, el atuendo le estaba dando privilegios que no había experimentado antes.
Al pasar entro en sus oídos la música clásica, vio una enorme cúpula blanca cristalina con detalles dorados, el barandal de madera de caoba oscura era fino y elegante, muy diferente de los de tercera clase, que eran de fierro blanco.  En medio de las escaleras se encontraba un reloj de pared con relieves a su alrededor, bajo los escalones observando todo y todos a su al rededor, cuando llego abajo se recargo con los brazos cruzados en una columna pero al ver a los caballeros caminando frente a el, yendo hacia el comedor, se irguió.
Observo muy bien el comportamiento de los hombres y trato de imitar su porte y galantería, una mano detrás de la espalda por encima de la cintura, la cabeza en alto, con suficiencia. Algunos lo saludaron, parecía que era parte de ellos, nadie se daba cuenta que ese no era su lugar en realidad. 

―¿Sabia que hay muchas toneladas de acero Villalpando en este barco?―el padre de Alonso bajaba por las escaleras, con la mano de Carol en el brazo, esta ultima solo asentía y sonreía a todo lo que el señor decía―Por cierto, ¿en donde esta mi hijo?.

―Oh, ya no tarda.

Jos se paro frente a las escaleras y extendió su mano, con la intención de saludarlos pero ellos lo ignoraron completamente, no supo si fue a propósito o simplemente era su costumbre no notar a las personas. Alonso, quien venia detrás de ellos, observo todo y sonrío, él en verdad estaba intentando encajar, le daba ternura verlo ensayar sus modales. El rubio estaba bajando las escaleras cuando el mayor se percato de su presencia, el asombro surco su rostro, estaba tan guapo, el traje negro hacia resaltar su piel de porcelana, iba mas arreglado que las veces anteriores en que lo había visto, el cabello rubio peinado hacia atrás le daba un toque elegante y su porte natural lo hacía ver mas atractivo de lo que ya era. Sin saberlo, Jos causo el mismo impacto en su compañero, quien sintió como todo en su interior revoloteaba sin saber porque. 
Jos continuaba al pie de las escaleras, esperando, al llegar al ultimo escalón, se miraron a los ojos y se dieron la mano cortesmente, ahí estaba el cosquilleo de antes, la electricidad fluyendo y los sentimientos saliendo uno a uno como burbujas de aire flotando sobre agua.

Caminaron uno junto al otro hasta llegar con el señor Villalpando, que todavía sostenía a Carol y entablaba una conversación con la duquesa. 

―Padre―llamo su atención, tocándole el brazo―Seguramente recuerdas al señor Canela.

―¿Canela?―pregunto con asombro, el cambio era grande y quienes lo conocían sin el traje caro, lo notaban―Es asombroso, casi podrías pasar por un caballero―lo miro de arriba abajo, con una sonrisa falsa en el rostro.

―Si, casi.

―Es extraordinario―volvió a ofrecerle su brazo a Carol y los dejo atrás, dirigiéndose al comedor. 

Jos por otro lado, no dejo que Alonso viera lo mucho que le afectaba no llegar a su estatus social, no lo avergonzaba ser pobre pero tampoco lo enorgullecía. Al entrar al comedor, el padre de Alonso aun continuaba saludando y entablando relaciones, mientras ellos lo seguían por detrás. El pequeño al ver lo nervioso que estaba Jos, decidió distraerlo un poco hablándole de los "amigos" de su padre, solo los que se divisaban en la sala. Se acerco a su oído para susurrarle y que nadie mas lo escuchara, su aliento roso su oreja y un estremecimiento sacudió al azabache. 

―Ella es la condesa de Rothes―la señalo un poco con su dedo, luego volteo al otro lado―Y el es John Jacob Astor, el hombre mas rico de todo el barco, su joven esposa Madeleine tiene mi edad y esta embarazada, ¿ves como intenta ocultarlo? Todo un escándalo―Alonso sonrió con burla, Jos soltó una pequeña risa―Y el es Benjamin Guggenheim y su amante Madame Aubert, la señora Guggenheim esta en casa con los niños, por supuesto. Ah que no se me olviden Sir Cosmo y Lucy Duff-Gordon.

Los señores los saludaron al verlos mirándolos, Alonso saludo con una sonrisa falsa y movió sus dedos, discretamente siguió comentándole a Jos.

―Ella diseña lencería provocativa, entre otros talentos―Jos no pudo ocultar su risa, la primera clase era mas divertida de lo que esperaba―Es muy popular entre la realeza.

―Felicidades Villalpando, es un gran chico―comento el señor Gordon al ver bien al rubio y su nuevo amigo que estaban unos metros alejados de ellos, el padre simplemente asintió con una sonrisa.

―Oye muchacho, ¿me escoltas a la cena?―la voz de Molly los alcanzo.

―Claro que si―contesto Jos, ofreciéndole su brazo. Comenzaron a caminar hacia las mesas, cenar era todo un ritual de cordialidad ensayada.

―Es sencillo, ¿o no Jos?. Recuerda, aman el dinero asi que finge tener una mina de oro y estas en el club. ¡Ah, hola Astor!―saludo con su característica efusividad.

―¡Hola Molly!―A pesar de ser lo suficientemente rico para tener actitudes ariscas, Astor era todo lo contrario, era un hombre bastante gentil y amigable―Me alegra verte.

―J.J, Madeleine, les presento a Jos Canela―Alonso lo presento y ambos esposos lo saludaron con un apretón de mano.

―Es un placer.

―Bien Jos, ¿eres de los Canela de Boston?―pregunto con curiosidad, intentando hacer conversacion.

―No, de los de Chippewa Falls, en realidad―mostró seguridad al contestar.

―Ah, claro―era obvio que el señor Astor no tenia ni idea de lo que hablaba pero no hubiera sido apropiado que mostrara su ignorancia, ese ambiente estaba sostenido por mentiras y disimulo. 







TITANIC *J.V*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora