CAPITULO IX

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Al día siguiente, a pesar de lo sucedido con su padre, Alonso sintió que el sol brillaba como no lo había hecho en años, se dispuso a bajar hasta la sala comunitaria de la tercera clase, iba en busca de un lindo chico con ojos color chocolate, abrió el seguro de la barandilla y bajo por las escaleras hasta la pequeña estancia bajo la cubierta.
Abajo, la gente platicaba, los niños corrían, dulces notas de piano adornaban el aire impregnándolo de una calidez hogareña. Fabrizzio estaba con una linda chica de piel y cabello rubios, tenía unos lindos ojos color aceituna, desafortunadamente ella solo hablaba su idioma natal, noruego. 

―¿Nada de español?―la chica negó y le dijo que solo hablaba noruego―Bueno, al menos puedo decirte mi nombre, me llamo Fabrizzio―comenzó a gesticular de manera exagerada, auto señalándose para que le entendiera.

―Oh, Fabrizzio, si―dijo ella con su acento característico, después se presento también― Yo, Helga―y le sonrió con alegría.

En una banca alterna, se encontraban Jos y Tommy, este ultimo sostenía algunos de los bocetos que el primero había hecho en el trayecto de los 2 días que llevaban en el barco, se podían apreciar las caras de algunos tripulantes de la tercera clase. 

―Son muy buenos―le dijo con impresión, los detalles y la fidelidad de los trabajos le sorprendían. Jos agradeció y continuo mostrandole otros bocetos a una pequeña niña de cabello rizado color caoba, era la niña que había dibujado junto a su padre el primer día.

―Cora, tenemos que irnos, dile adiós a Jos.―La pequeña corrió de su lado hacia su padre y se despidió efusiva.

―Adiós Cora.―sonrió y se despidió, moviendo su mano en el aire.

Cerca de donde ellos estaban, algo insólito estaba pasando, un pequeño rubio bien vestido terminaba de bajar los escalones, con algo de pena sonrió y sus ojos escanearon la habitación. Aunque su caminar reflejaba seguridad y tenia la mirada en alto, no se le podía ver ninguna clase de altanería, aun así las personas estaban conmocionadas, no era normal que alguien de la primera clase bajaran allí, ellos no se revolcaban en el lodo. Su mirada inspecciono las caras que pasaba, buscando una en especifico.
Helga fue la primera del grupo en verlo y Fabrizzio, al darse cuenta que la rubia ya no prestaba atención a las improvisadas clases de español que le estaba impartiendo, también volteo, sus ojos lo captaron y de inmediato le llamo la atención a Jos. 

―Jos.―su amigo lo volteo a ver en cuanto le toco el hombro, el italiano le señalo al chico que caminaba directo hacia ellos. Sus ojos lo enfocaron y le robaron un pequeño suspiro, casi imperceptible. Rápidamente, se levanto de la banca y se poso frente a él en cuanto paro de caminar.

―Hola, señor Canela.―inclino un poco la cabeza, formando un saludo cortes. Se fijo en su atuendo, los mismos pantalones cafés con tirantes y una camisa oscura, se le veían bien, pensó.

―Hola, otra vez.― también saludo cortesmente, la tensión estaba en el aire, era algo incomodo por lo sucedido la noche anterior.

―¿Puedo hablar con usted?―obtuvo un asentimiento del otro, que miro la banca, ofreciéndole la invitación a sentarse―Ah, ¿en privado, se puede?―dijo al mirar a los amigos del chico, no los conocía y seria aun mas incomodo hablar delante de todos.

―Ah si, claro―la burla adorno su sonrisa, el chico era guapo y a simple vista tierno pero Jos no debía olvidar que seguía siendo rico y que jamas pertenecería a su mundo. Tomo su cuadernillo y camino hacia la salida, con Alonso al frente. Fabrizzio y Tommy compartieron miradas incrédulas después de verlos caminar,  rieron en alto y se alegraron por su amigo.

                                                                                              ...

―He estado solo desde los 15 años, cuando mis padres murieron―ambos caminaban por la cubierta superior, en la primera clase― no tenía hermanos ni hermanas, ni a nadie en esa parte del país así que me fui y no he vuelto desde entonces―Alonso escuchaba con atención a la historia, llevaban conversando algunos minutos y estaba cautivado con las palabras del joven, aunque no lo demostraba―Soy como la hoja de un árbol que se lleva el viento. Bueno Alonso, hemos recorrido la cubierta del barco, hablando de lo lindo que esta el clima y de como crecí pero creo que no es eso a lo que viniste ¿o si?.

―Señor Canela, yo...―comenzó a hablar, frotando sus manos con nerviosismo frente a él.

―Jos―lo interrumpió el mayor, ya estaba harto de la cortesía fingida.

―Jos―agradeció por dentro la libertad de pronunciar su nombre en alto―Quiero agradecer por lo que hiciste y no solo por salvarme, sino por tu discreción.

―No fue nada.

―Se lo que debes estar pensando "pobre niño rico, ¿qué sabe él de tristezas?"―pronuncio con ironía, mientras paraban su caminar. 

―No, no es eso lo que pienso, lo que estuve pensando es qué pudo haberle sucedido para que creyera que no había salida―fue una forma sutil de pedirle que le contara sus desgracias.

―Bueno, yo...―dudo unos segundos pero al final cedió y lo soltó todo―Es que fue todo, todo mi mundo y toda la gente en él y la inercia de mi vida, dando tumbos y mi impotencia para detenerla.―levanto su mano, mostrandole un anillo plateado y liso, su compromiso.

―Oye, que lujo―sonrió por fuera pero por dentro sintió un poco de decepción.

―Se han enviado 500 invitaciones, toda la sociedad de Philadelphia estará ahí y yo solo puedo verme ahí parado en una habitación repleta gritando y a nadie le importa.―poso sus brazos en la madera del barandal y bajo la vista.

―¿La amas?

―¿Perdón?―lo miro algo confuso, nunca le habían preguntado tal cosa.

―¿Que si la amas?―repitió la cuestión.

―Esta siendo grosero, no deberías preguntarme eso.

―Bueno, solo es una pregunta, ¿amas a esa mujer o no?―no quería contestar aunque sabia muy bien cual era la respuesta.

―Esta no es una conversación apropiada― sonrió con vergüenza, evadiendo la pregunta.

―¿Por qué no contestas a mi pregunta?―se burlo el otro.

―Esto es absurdo―rió un poco, estaba incomodo―Tu no me conoces, yo no te conozco y no tenemos porqué hablar de eso, eres grosero, tosco y engreído y ya me voy―Jos levanto sus cejas pero seguía con esa sonrisa burlesca. Alonso le ofreció su mano para despedirse, aunque ya no había nada de cortesía en su actuar―Jos, perdón, señor Canela, fue un placer, pensé que debía agradecerle y ya lo hice y...

―Y me insultaste―lo interrumpió el pelinegro, sus manos seguían agitándose en el aire, ninguno quería soltarse a pesar de los actos groseros de ambos.

―Pues se lo merecía.

―Ah, claro―irónico bajo la vista hacía sus manos unidas y sonrió aun mas―Creí que ya te ibas―en ese momento Alonso se soltó, a regañadientes pero lo hizo.

―Eso haré―sonrió con algo de enojo, y camino en la dirección contraria pero antes de avanzar mas, volvió a verlo―Eres tan irritante―Jos rió y Alonso volvió a caminar hasta que se percato de algo, camino de nuevo hacia el chico―Aguarda, yo no tengo que irme, esta es mi parte del barco, tu te vas―señalo la salida cuando lo encaro.

―Oh, vaya, ¿ahora quién es el grosero?―Alonso no supo como responder y para evitar el tema, le arrebato el cuadernillo negro que cargaba en su brazo izquierdo.

―¿Qué es esta estúpida cosa que estas cargando?―miro lo que había dentro, rápidamente―¿Eres un artista o algo parecido? Son mas o menos buenos.

Jos dejo que el chico viera su trabajo, Alonso se sentó en un camastro frente a él para verlos mejor.

―Son bastante buenos , en realidad―miro las hojas manchadas en negro, los trazos finos y las sombras―Jos, este trabajo es refinado.

―Si, no pensaron eso es París―dijo con algo de pena.

―¿París? Viajas  mucho para ser pob...―se percato de lo que iba a decir y corrigió―Bueno, quiero decir, una persona con limitados recursos.

―No, anda dilo, soy pobre, eso es lo que soy―por suerte para Alonso, lo dijo con una sonrisa, se burlaba hasta de él mismo.

Alonso miro los dibujos, eran chicas posando desnudas, no supo porqué pero algo en su interior le quemo al verlas.

―¿Para estos, tuviste modelos?.

―Eso es algo bueno que tiene París, muchas mujeres quieren quitarse la ropa.―el rubio se percato que había muchos dibujos de una mujer en particular.

―Te gustaba esta mujer, la pintaste muchas veces―Jos se rió por dentro, si él supiera que muchas cosas le gustaban pero entre ellas no estaban las mujeres.

―No, es que tenia bonitas manos―le enseño los siguientes dibujos, en donde apreciaban las manos finas.

―Creo que tuviste una aventura con ella―levanto una de sus pálidas cejas al verlo.

―No, no, no, solo con sus manos, era una prostituta con una pierna―Alonso frunció el ceño, sin entender―¿Lo ves?―volteo la pagina y le mostró, rió al ver la cara de sorpresa del rubio, era cómico―Ah y esta mujer―dio la vuelta a la pagina―Solía sentarse en este bar cada noche, usando todas las joyas que tenia, solo esperando a su gran amor perdido, la llaman "Madame Bijoux"  ¿Ves su ropa devorada por polillas?.

―No, no, no, solo con sus manos, era una prostituta con una pierna―Alonso frunció el ceño, sin entender―¿Lo ves?―volteo la pagina y le mostró, rió al ver la cara de sorpresa del rubio, era cómico―Ah y esta mujer―dio la vuelta a la pagina―Solía sen...

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―Pues, tienes un don Jos, lo tienes―lo miro a los ojos―Ves a las personas.

―Te veo a ti―ya no había burla en su rostro, solo seriedad.

―¿y qué ves?―sonrió coqueto y poso como si lo fuera a retratar pero el otro se mantuvo serio.

―Que no hubieras saltado―eso quito la sonrisa de su rostro.

TITANIC *J.V*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora