CAPITULO VI

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―Mira pequeña, es un enorme eje que va a lo largo del barco, es un propulsor y eso es lo que hace esas olas, ¿lo ves?― un padre agarraba fuertemente a su hija que estaba subida en la barandilla de la cubierta de babor. Jos estaba sentado a unos metros de ellos, retratandolos. Al chico le encantaba dibujar, tenia una habilidad innata para captar los mínimos detalles y hacer una copia fiel de la realidad, cargaba siempre consigo un cuadernillo empastado y un lápiz de grafito, tanto era su talento que no necesitaba nada mas. Su ceño estaba fruncido, alternaba la vista entre el papel y la familia, una y otra vez hasta que termino.

―El barco es bonito, eh.―hablo el italiano pero las palabras no eran dirigidas a Jos sino a un chico alto, rubio y un poco robusto que se había situado frente a ellos.

―Si, es un barco irlandés― contesto el otro, orgulloso.

―¿No era ingles?.―pregunto confundido.

―No, lo construyeron en irlanda, mi país. 15 mil irlandeses, lo hicieron solido como una roca, manos irlandesas.―explico, se distrajeron un poco de la platica gracias a los ladridos de los perros que paseaban los oficiales―Típico, los perros de la primera clase vienen aquí abajo a ensuciar―dio una calada al cigarro entre sus dedos.

―Eso nos deja saber el lugar que ocupamos en todo esto―hablo por primera vez Jos, la burla en sus palabras hizo que el irlandés sonriera.

―¿Podemos olvidarlo?― le siguió el juego de ironía y después extendió su mano libre, ofreciendo un saludo―Soy Tommy Ryan.

―Jos Canela―contesto y sacudió su mano.

―Fabrizzio―de igual manera contesto al saludo.

―¿Ganas dinero con tus dibujos?― cuestiono al ver la obra que, hasta hace un momento, Jos estaba realizando. El otro no lo escucho pues justo detrás de él, en la cubierta superior de la primera clase, se asomaba un rubio bien vestido, portaba un traje negro, iba bien peinado, sus facciones eran finas y muy bellas. Su presencia eclipso los pensamientos del pelinegro y se dedico a observar. Los otros chicos se percataron de su distracción y siguieron su mirada hasta encontrar al chico en la barandilla.

―Oh, olvídalo amigo, un chico como él jamas se fijaría en alguien como tu.―corto su fantasía el italiano a su lado, en voz baja, tratando de que el compañero no lo escuchara pero era tarde.

―¿Eres gay?― Jos seguía mirando en la misma dirección, esta vez si que había oído la pregunta pero no quería contestarla. No se avergonzaba, en lo absoluto, pero sabia que existía gente poco tolerante a ese tema y que tenia que ser cuidadoso.―Vamos amigo, no soy uno de esos asquerosos homofóbicos, no te avergüences. ―el otro solo sonrío, aun un poco dudoso pero termino por mirarlo un segundo y asentir.

Cuando volvió la vista al pequeño rubio se encontró, por sorpresa, con un par de ojos azules y cristalinos. Lo estaba mirando, pensó que bajaría la cara pero no lo hizo, por el contrario, le sostuvo la mirada y se mantuvo erguido, declarando una guerra silenciosa para ver quien se apartaba primero.
A pesar de que la mirada del rubio era pesada he intimidante él solo tenia curiosidad, el chico con piel de caramelo lo estaba observando muy raro, la intriga lo invadió y se dedico a estudiar sus facciones: Su cabello corto y desarreglado, sedoso y totalmente negro, cejas gruesas, una nariz esculpida que hacia juego con sus pómulos levantados, había un lunar justo encima de sus labios, un poco mas gruesos que los de él, en el lado izquierdo de su cara, pero sin duda lo que mas llamaba la atención eran sus enormes ojos avellanas, adornados con unas pestañas rizadas y largas. Quiso apartar la vista pero no pudo hacerlo, parecía un imán que lo llamaba y no dejaba que se marchase.

―Por favor, ¿puedes volver?―Carol toco su codo, enojada―Espero que estés orgulloso.―solo rodó los ojos y se retiro, no quería estar con esa chica, era irritante hasta para él.


                                                                                                    ...


Para cuando llego la hora del brindis, Alonso se sentía asfixiado, no lo soportaba mas, estaba teniendo un ataque de ansiedad. Habia pasado toda su vida en un interminable desfile de fiestas y bailes, yates y partidos de polo, siempre con gente intolerante y la misma platica vacía, se sentía como si estuviera al borde de un gran precipicio sin nadie que lo ayudara, nadie se preocupaba ni se daba cuenta.
Antes de que los caballeros lo invitaran a tomar el brandy se retiro de la mesa, con la excusa de que estaba agotado por el viaje. Cuando llego a su camarote empezó a hiperventilar, saco su reloj de bolsillo, se quito la corbata que le estaba robando el aire y se despojo del estorboso saco negro, empezó a desabotonar los primeros botones de la camisa pero las mancuernillas en sus muñecas le dificultaban la tarea, sus manos temblaban, llamo a su ballet para que lo ayudara pero nadie llego a su rescate.

―¿Roy?―volvió a llamar con la esperanza de que respondiera, se estaba desesperando―¿Roy?― el ataque iba en aumento, sus uñas se clavaron en la camisa, tratando de romperla pero solo se quedo en un intento. Le parecía que el oxigeno en el aire se había agotado, estaba al borde y en su desesperación aventó todo lo que estaba a su paso, sus manos se dirigieron a su cabello y dio un jalón hacía atrás, se miro en el espejo de la cómoda y sintió mas terror del que ya sentía.

Corrió por los pasillos, directo hasta la popa, estaba decidido, no había otra opción para él. Empujo a varias personas a su paso pero no le intereso, justo cuando iba a llegar y pensó que nadie lo escucharía, soltó a llorar, lloro mas de lo que lo había hecho en toda su vida, estaba perdido, era esto o una vida de miseria, por mas irónico que pareciera.
Se apresuro hasta que sus manos se aferraron al barandal, sin percatarse de que en una banca cercana se encontraba recostado el chico de los ojos grandes, quien se levanto con el sonido de su llanto y de sus zapatos chocando contra la madera.
Cuando se sintió preparado subió uno a uno los barrotes blancos y con su vista fija en el mar paso las piernas al otro lado, cuando estuvo completamente volteado, se aferro fuertemente al barandal y se inclino, el cabello despeinado le golpeaba la cara y él solo podía pensar en que el agua acabaría con sus penas. 

―Por favor, no lo haga―una voz a sus espaldas se escucho, lo exalto y rápidamente giro la cabeza, era la voz mas bella que había escuchado y provenía del chico con piel de caramelo y ojos avellanas.




TITANIC *J.V*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora