El Bloop.

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Año 1997. Silver Spring, Maryland. Estados Unidos.

El técnico de comunicaciones Jacob Taylor bebía cada sorbo de café como un desesperado elixir para curarle del terrible insomnio que llevaba encima. Eran las 3de la madrugada y aun permanecería despierto otras 4 horas hasta que lo relevasen de su puesto al cambiar el turno, aunque no sabía si lograría aguantar. Allí delante tenía aquellas pantallas de ordenador plagadas de números, frecuencias de sonido y radares que eran parte del Sistema de Vigilancia Sónica. Se encontraba en la sede principal de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica del gobierno de los Estados Unidos, encargada de la vigilancia y mantenimiento de los mares y océanos que rodeaban el país.

El Sistema de Vigilancia Sónica fue establecido durante los años 50 por el gobierno de los Estados Unidos en secreto. Su principal objetivo era la detección de submarinos rusos. Se trata de una cadena de puestos de escucha submarina establecidos desde Groenlandia hasta Gran Bretaña en el Océano Atlántico más otros establecidos en varias partes del Océano Pacífico. Si un submarino cruzaba esas zonas para atacar territorio estadounidense era detectado enseguida por los hidrófonos allí establecidos que enviaban la señal a la base. Pero una vez la Guerra Fría concluyó, el sistema quedó en desuso. Fue desmantelado y cedido al NOAA para que lo usase en investigación de los fondos marinos.

Y aquí se encontraba Jacob. El hombre terminó de beberse el café mientras ajustaba los sistemas para captar cualquier señal rara procedente del fondo submarino. No sabía que era con exactitud lo que se buscaba pero dado que los hidrófonos se hallaban en el Pacifico Jacob sospechaba que eran para captar las posibles erupciones volcánicas que tenían lugar en el fondo del océano. Algo nada raro si se tenía en cuenta que el Pacifico era una zona de convergencia entre placas así que la actividad volcánica era muy normal. Siguió revisando el instrumental mientras cavilaba sobre todo aquello, el pobre trabajo que tenía tras salir de la universidad con matrícula de honor.

Entonces, algo le saco de sus aciagos pensamientos. Fue un sonido, algo leve que escucho por un instante. Al no notarlo bien, se puso los cascos y aumento el volumen. Entonces, pudo escucharlo mejor.

Bloop.

Solo se escuchaba en un principio la estática típica del fondo oceánico pero en un punto se podía percibir un sonido raro, una especie de eco que parecía ser más alto que el resto de ruidos emitidos. Ajustó los instrumentos y miro en la pantalla el espectrograma de frecuencias. Las líneas rojas se mantenían en una posición baja pero cuando se producía el sonido estas aumentaban su tamaño.

Bloop.

Midió la frecuencia de onda. 50 Hz. Eso era más de lo habitual para el fondo marino. Jacob decidió investigar el origen de tan peculiar señal. Buscó en el mapa terráqueo y vio el punto exacto de donde se emitía tan extraño ruido. Lo que vio le dejo impactado.

Bloop.

50 grados Sur y 100 grados Oeste. El sonido se emitía en un punto al suroeste de Sudamérica. Midió la profundidad desde la que se escucho tan extraña señal. 5000 metros. Aquello no era posible. Nervioso, volvió a escuchar el sonido. Se repetía varias veces. No era algo incidental. Una cosa lo estaba emitiendo. Algo que vivía a esa profundidad. Sin tiempo que perder, llamó al director de la agencia y le informó de lo que acababa de hallar. Este no pudo creerlo.

Durante varios días se captaron mas señales y se estudiaron, comparándolas con otras ya conocidas. La sorpresa fue que de tratarse de un sonido emitido por un animal era el más potente captado hasta la fecha. Y de ser así, debía de ser grande. Más incluso que las ballenas, los mayores animales que existen actualmente. ¿Pero que había allí abajo que pudiera emitir semejante sonido? Nadie lo sabía.

Semanas después, Jacob y el equipo siguieron estudiando el extraño sonido, recopilando grabaciones y estudiando la frecuencia con al que era emitida. Calcularon que solía ser cada dos horas. Sin embargo, no se halló ninguna explicación sobre su origen. El caso quedo cerrado y las grabaciones junto con los datos recopilados fueron almacenados. Y se olvidaron.

Más extraños sonidos fueron captados a lo largo de los años pero nadie supo darle una respuesta de lo que se trataban. Al final, en 2008, el NOAA publicó un comunicado esclareciendo el enigma. Se trataba de vibraciones generadas por el deshielo de icebergs que causaban terremotos submarinos. Una explicación simple que logró acallar años de debates y puso fin al misterio.

Pero, ¿de verdad era esto así? ¿Con una explicación tan sencilla podía zanjar el tema sin más? Nadie parecía saberlo pero lo que Jacob Taylor y su equipo captaron no fueron sonidos al azar, si no una secuencia de ecos que parecían seguir un patrón. Como si alguien estuviera emitiendo un mensaje. Y lo peor es que los sonidos recogidos en los años siguientes eran respuestas a aquel mensaje inicial. Un mensaje con un mayor significado de lo que muchos creyeron.

Bloop.

Leviatán (Concurso Criaturas Extrañas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora