ELIZABETHConocía a la familia Miller desde hace tiempo, y en el primer segundo que vi a Regina me cautivo completamente. Si supiera todo lo que pasa por mi mente cuando me pierdo en su sonrisa. Claro que jamás me atreví a algo con ella, pues tenía esposo; solo podía admirarla de lejos, pero ahora es diferente aunque aún queda algo muy importante que me quita el sueño y es que tal vez no le interesen las mujeres.
3 AÑOS ANTES
Me preparaba para dar inicio con la junta de padres de familia. Impartía clases en un jardín de niños y hoy me encontraba algo alterada, pues hablar en público, frente a mucha gente, me causa ansiedad.
Comenzaron a entrar los padres de mis alumnos, y mientras saludaba amablemente a quien fuera llegando, siento como "algo" jala la bata que traigo puesta, más bien "alguien". Por un momento pensé que me había atorado con algo por mis continuos movimientos, pero al voltear me percato de que quien quiere mi atención es una hermosa niña que me mira con los ojos más tiernos que pudieran existir.
-Hola, usted va a ser mi maestra? – esa pregunta me hizo regalarle mi mejor sonrisa.
-Hola hermosa; eso creo, si. Cómo te llamas? – le pregunté, poniéndome en cuclillas para estar a su altura.
Estaba por contestarme cuando... - ¡Sylvia! Cariño, no molestes a la maestra, está ocupada. – busqué de quien provenía esa voz y al encontrar a la persona, no pude hacer más que admirar a quien tenía frente a mí.
Una mujer que me dejó con la boca abierta, no podía parar de observarla y creo que ella lo notó, pues desvió la mirada. Era increíblemente hermosa. El "tipo" de mujer que cualquiera moriríamos por tener.
- Disculpe profesora, pero mi pequeña estaba desesperada por saber quién sería su maestra. – comentó, mientras sonreía un poco avergonzada.
-Oh...emm...No se preocupe, - reaccioné y sonreí como mejor lo sé hacer. – Soy Elizabeth, mucho gusto. – me levanté y estiré mi brazo para poder estrechar su mano. Ella la tomó y juro que jamás había sentido una piel tan cálida y suave.
- Regina. El gusto es mío. – que sonrisa tan maravillosa me acaba de regalar, pensé.
- Y yo soy Sylvia! – dijo, la pequeña.
Volteamos a verla y sonreímos a la par por la ternura de ésta. – Mucho gusto, Sylvia. Pienso que tu nombre es muy lindo. Me encanta. – le guiñé un ojo. –Daré inicio con la reunión en unos segundos, porque no toman asiento? –le comenté a Regina.
Y desde ese día vivo enamorada de Regina Miller; lo he comprendido y aceptado, no existió algo que lo pudiera evitar. Un amor que he sabido ocultar por largos años, esperando paciente cada día con volver a mirar esos hipnotizantes ojos.
¿Por qué tú? No encuentro una respuesta clara. No me enamoré de ti por tu cara bonita. Ni por tu hermosa sonrisa. Ni por tu cuerpo. Declaro que si me impactó todo eso, pero en realidad me enamoré de ti simplemente porque sí. Porque al mirar profundamente tus ojos supe que te pertenecía. Porque estando en el mismo lugar que tú, todo es diferente; el tiempo se detiene y nada importa, solo tú. No tengo que darte mil razones para decirte que eres tú... eres tú quien supo entrar a mi corazón, y es mi corazón quien no te deja salir; y lo más incongruente de todo esto es que no tuviste que hacer nada para lograrlo.
Para mí fue como amor a primera vista, y créeme que era renuente al creer en esas cosas hasta que lo viví.
XXX
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Dime Que Me Amas
RomanceDespués de llevar una vida relativamente buena, esta se ve destruida por la terrible infidelidad de su marido. A consecuencia de este acto; Regina junto con su pequeña hija se ven en la necesidad de abandonar el que por bastantes años ha sido su hog...