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ELIZABETH

Regina, gracias por venir –me levanté de mi asiento para saludarla – y Sylvia?

Hoy es día de pasarlo con la abuela, así que se quedó en casa de mi madre. –comentó y sonreí.

Qué lindo, la señora Renata me cae muy bien. –dije.

Oh, tu a ella también. Créeme. A veces me pregunta por ti, y por cierto, te manda saludos. -Sonreí aún más. Al menos me estoy ganando a la suegra –gracias, también le mandas saludos de mi parte, por favor. Y bueno, antes que nada quiero disculparme nuevamente por la escena que tuviste que presenciar el otro día. Estoy muy apenada contigo, Vanessa es... -me interrumpió.

Tranquila, no tienes que darme explicaciones. –dijo, desviando la mirada.

REGINA

Quiero dártelas –puso su mano encima de la mía que descansaba sobre la mesa, por un momento. Miré la acción y ella lentamente fuè retirando la suya, dejando una caricia a su paso – Vanessa es una exnovia, y aunque ya tiene algún tiempo que terminamos, sigue buscándome e insiste en recuperarme. –negó con la cabeza.

Entiendo. Y tú... quieres...volver con ella? –quise sonar desinteresada.

Claro que no. De hecho, ni si quiera se porque estuvimos juntas. No tenemos nada en común, todo lo que a mí me gusta, a ella no y viceversa. –al escuchar eso me sentí... ¿aliviada? –insiste en decirme que me ama, y yo pienso ¿Cómo puedes amar a alguien en tan poco tiempo? Además, no volvería con alguien infiel. –concluyó.

Así que por eso terminaron, te fuè infiel?. –me confirmó asintiendo. –y cómo te sentiste al respecto? –mi psicóloga interior no pudo  resistirse a preguntar.

Ni si quiera me dolió, solo me sorprendí. La vi besarse con su amante, minutos antes de haber quedado conmigo para comer. –Argumentó –creo que solo estaba buscando una excusa para terminar esa relación, y la infidelidad solo fuè la gota que derramó el vaso.

Qué casualidad, no? A mí también me fueron infiel y no solo una vez. –me miró directamente, transmitiéndome toda la atención que pudiera darme.

Lo sé. Solo un idiota podría hacerte eso! –viró los ojos. –no se necesita a nadie más, teniendote a ti. –enseguida me miró asustada por darse cuenta de lo que había dicho. Yo solo podía sonreír levemente, sonrojada. –oh...yo...disculpa. No quería... -trataba de excusarse.

Descuida. Entiendo. Gracias. –la interrumpí. La miré y reí un poco ante su inseguridad. –tranquila, puedes preguntar. –ella también rio.

Puedo saber cómo fuè?

Claro, aunque mi madre se encargó de ventilarlo. –viré los ojos.

Si pero, quisiera que tú me lo dijeras. –pidió.

Pues lo encontré teniendo sexo con otra mujer; en el que era nuestro hogar, en mi cuarto, en mi cama.

Miserable! –comentó, molesta.

Cuando llegué esa tarde a casa, algo había cambiado, el ambiente se sentía diferente. Las cosas no estaban como las había dejado en la mañana al salir de casa e ir al trabajo. Me dirigí a la cocina y me quedé un momento ahí, tratando de identificar que eran esos ruidos extraños que provenían de la planta superior. Creí que eran paranoias mías sabes?, pues por un momento pensé que alguien había entrado a robar porque había escuchado golpes en el piso de arriba, pero al subir las escaleras e irme acercando a mi habitación supe que ya nada iba a ser igual. Inmediatamente de abrir un poco la puerta vi ropa de mujer tirada en el suelo que obviamente no era mía. Y después que encontré? Bueno pues...Michael estaba teniendo sexo con otra mujer.

Sin vergüenza! –agregò. - Y a ti te dolió? –preguntó, un tanto insegura.

Me dolió haber llegado a esas circunstancias. Hubiera preferido terminar bien, como cuando éramos amigos. Llevarnos bien por Sylvia. –sonreí, nostálgica. –pero no siempre obtenemos lo que queremos, cierto? Realmente, jamás me invadió la tristeza. Más bien fue enojo y mucho, porque no podía creer en ese momento cómo es que él tuvo el descaro de llevar a alguien más al hogar de nuestra hija. Detesto que la haga pasar por todo esto: que vea a sus padres discutir, que destruya el concepto que tal vez ella tenga de nosotros.

Y lo sigues amando? –preguntó, sin verme a los ojos.

Nunca pude amarlo como pareja. Confundimos la amistad que tuvimos de jóvenes y pues he aquí las consecuencias. –me encogí de hombros y ella asintió, comprendiendo.

XXX

Continuamos platicando de diferentes cosas mientras comíamos lo que ordenó cada una, entre anécdotas y risas. Honestamente me la estaba pasando muy bien en compañía de Elizabeth; ahora sé que fuè buena idea confiar en ella, aunque aún no logro descubrir que es eso que me pasa y siento cuando está cerca.

Me encantó pasar la tarde contigo, gracias por aceptar venir. –comentó, sonriéndome.

Yo también me la pasé muy bien. Espero que volvamos a reunirnos.

Por supuesto que sí, lo acordaremos por teléfono. –Se iba acercando a mí –cuídate y salúdame a la señora Renata y a Sylvia.

Claro, tú también cuídate. Nos vemos pronto. –se acercó lentamente a mí y dejó un suave beso muy cerca de la comisura de mis labios, mientras que su mano se aventuraba a sostenerme de la cintura. Cerré los ojos un momento, mientras sostenía su brazo con una de mis manos. Nos separamos, me guiñó un ojo y se alejó en busca de su auto. Me quedé parada unos minutos donde anteriormente nos despedimos, observando cómo se alejaba. Fui consciente de que mi respiración se alteró, de que la temperatura de mi cuerpo se elevó y hasta ahora me daba cuenta de que eso podía significar solo una cosa.

Dime Que Me AmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora