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REGINA

Creo que he exagerado con la comida; solo seremos tres personas así que no debí excederme. Mi hija había insistido en invitar a comer a su maestra y no me pareció mala idea. Elizabeth y yo nos habíamos vuelto cercanas después de esa primera salida, no habíamos parado de hablar por teléfono; digo, no era excesivo puesto que no nos manteníamos en contacto todo el tiempo pero si más seguido de lo normal.

Y es que al parecer teníamos más cosas en común de lo que hubiera pensado y aquello nos hacía llevarnos muy bien.

Me encontraba en la cocina terminando de preparar el postre; Sylvia estaba entretenida jugando en su habitación y Elizabeth no tardaría en llegar. El timbre me sacó de mis pensamientos y enseguida me dirigí a abrir.

Ahora abro. Creo que se te hizo temprano, Eli... -me disponía a abrir la puerta con una sonrisa en el rostro, creyendo que era la maestra de Sylvia y abrí sin mirar antes quien estaba al otro lado. –Que haces aquí? –se me borró la sonrisa inmediatamente. –No es tu día de pasarlo con Sylvia, no tienes nada que hacer aquí!. –le dije, cortante.

Mi amor, no me invitas a pasar? –empujó la puerta y entró. –A quién esperas? Tienes una cita con tu amante? –cuestionó, mientras observaba a su alrededor.

No es de tu incumbencia. Largo de mi casa! Sylvia está arriba, no quieres armar un escándalo. –amenacé.

En serio Regina? –ignoró lo que le dije y me mostró un sobre. –El maldito divorcio? –reclamó.

Y que esperabas?. –dije, sarcástica. –Que olvidara todo y volviera corriendo a tus pies? Que te felicitara por tu gran hazaña?

Vamos Regina! Todo mundo comete errores. –trató de defenderse, mientras se acercaba a mí. –No significó nada para mí, cariño. –acarició mi mejilla. –Tú siempre serás la mujer que amo. –quiso sonar encantador y deslizó su mano por una de mis piernas.

ELIZABETH

Estacioné mi coche frente a la casa de Regina, bajé de este y caminaba hacia la entrada me percaté que la puerta se encontraba abierta y logré escuchar a dos personas discutiendo dentro de esta. Avancé unos cuantos pasos más y ya estando en la entrada de la casa, vi como Regina azotaba la palma de su mano en el rostro del papá de Sylvia. Se veía realmente furiosa.

No vuelvas a tocarme de esa manera, imbécil! –le gritó. –Más te vale firmar los malditos papeles y no volver a molestarme o te juro que también pediré la custodia exclusiva de Sylvia para que no te nos acerques más. –advirtió.

No te librarás tan fácil de mí, Regina. Las voy a recuperar, ya lo veras! –prometió, el hombre. Pasó por mi lado y se marchó.

Regina, te encuentras bien? –me acerqué a ella con cautela. –Que fuè todo eso? –me miró inmediatamente y se quebró frente a mí. Me destrozó verla tan vulnerable y exaltada.

Oh Elizabeth, -me abrazó con fuerza. –lamento que hayas tenido que presenciar eso. –sollozaba.

Eso no importa. –acariciaba su cabello y espalda.

Se enfureció porque le hice llegar los papeles de divorcio. –explicaba. –Pero no sé qué le pasó, de un momento a otro lo tenía acorralándome, quiso aprovecharse y por eso lo golpeé. –hijo de ... pensé.

Tranquila. Ya no está aquí. –trataba de calmarla.

Pero no me dejará en paz. Estará detrás de mí todo el tiempo. –se lamentó.

Encontraremos una solución. –le dije.

Discúlpame, arruiné la tarde que teníamos planeada para pasar las tres juntas. –se lamentó, mientras terminábamos ese abrazo y limpiaba sus lágrimas.

No digas eso. No has arruinado nada. –expliqué y dirigí mis dedos a su rostro para ayudarla a trata de limpiar sus lágrimas. –Llamemos a Sylvia y hay que disfrutar de esa comida que huele deliciosa. –me sonrió. Nos miramos a los ojos lo que pareció ser una eternidad. Su mirada cayó en mis labios y mi corazón había comenzado a latir, desenfrenado.

Tienes razón. –reaccionamos y nos alejamos un poco. –Limpiaré este desastre. –apuntó su rostro.

Ningún desastre. Siempre luces preciosa y esta no es la excepción. –susurré, pero al parecer si me escuchó porque de inmediato se sonrojó y sonrió.

Ahora vuelvo, iré por Sylvia. –informó.

Resoplé y traté de controlar mi respiración. Mientras tomaba asiento.

REGINA

Debo aceptar que hay personas que estuvieron en mi vida y ya no lo estarán más, que hay etapas que fueron bonitas en su momento, pero ya no más. Que hay ciclos que duraron lo que tenían que durar para que aprendiera la lección y deben cerrarse; así como también habrá muchos otros nuevos. Así es la vida.

Me cansé de tanto lío con el amor y ahora no es que no quiera volver a enamorarme, pero entendí que todo llega a su tiempo y que el corazón no se le entrega a cualquiera. Lo que será, tarde o temprano sucederá; sea para bien o para mal.

Dime Que Me AmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora