CAPÍTULO CINCO: Las manos al fuego, parte I

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Un nuevo día comenzaba. Izuku despertó entre papeleo y restos de café de la noche anterior, sin tener idea realmente de cómo es que se había quedado dormido mientras estudiaba. Su escritorio estaba repleto de fichas de pacientes, y sus lápices se encontraban regados por la superficie de la mesa y algunos habían caído al suelo. El reloj marcaba las cinco y media de la mañana, y la alarma no paró de sonar hasta que Izuku le dio un gran golpe con su palma.

Afuera, aun estaba oscuro. Se escuchaba el cacarear de algunas aves, indicando que la mañana recién estaba comenzando. Y un nuevo día en el hospital se avecinaba.

Izuku no llevaba la cuenta de cuantos días llevaba haciendo lo mismo. Se trataba de algo ya casi rutinario; desesperarse cada día en el hospital por culpa de todos los casos interesantísimos que revisaba cada día, llegando a casa más tarde que sus compañeros, y quedándose a estudiar hasta las tantas de la madrugada para poder profundizar los casos. A pesar de solo ser un interno, tenía gran curiosidad por cosas de las que ni siquiera estaba encargado. Después de todo, aquella siempre había sido su manía: interesarse demasiado en las cosas, dejando que su mente se olvidara de lo demás, llevándolo a obsesionarse con una investigación o tema en específico.

Y también, gran parte de la culpa la tenía Todoroki, su residente. Durante los últimos cinco días, desde que Izuku se le había sido asignado, el residente se había comportado con una actitud reservada y muy formal, incomodando un poco a Izuku, quién siempre acostumbraba a ser amigable y tenía un gran entusiasmo. No paraba de hacerle preguntas, y solía involucrarse demasiado con los pacientes. De todas formas, a Izuku le agradaba; era un chico inteligente e intuitivo, casi bordeando el adjetivo de genio, gracias a su rapidez y capacidad de resolver problemas con gran capacidad de profesionalismo. Era paciente, y no hablaba más de lo necesario.

Aun así, seguía habiendo una extraña tensión entre ellos. Izuku lo sabía, por la forma en la que Todoroki solía dirigirse a él, como si tuviese miedo a ofenderle de alguna forma, y muchas veces callándose algunas cosas. Izuku sentía un poco de vergüenza el preguntarle algunas de esas cosas o dudas, por lo que simplemente se dirigía al doctor de cabecera. Después de todo, eran sus profesores. Todoroki era simplemente un compañero, quizá un supervisor.

Aun recordaba la primera vez que habían hablado de interno a residente. Había sido exactamente hace cinco días, el lunes de su primer día, después de todo el alboroto entre Aizawa y la nueva regla de los grupos de residentes e internos; Izuku se le había acercado a la hora de almuerzo, entre la multitud de la gente de la cafetería, tocando su brazo y pidiéndole un minuto. Todoroki había asentido, con la misma expresión escéptica y desinteresada que había llevado desde la primera vez que hablaron, y había escuchado todo lo que Izuku tenía para decirle.

—Quería darte las gracias por lo de esta mañana, porque no me dejaste dártelas. Eres la primera persona que he conocido en este hospital, así que espero que nos llevemos bien —Le había dicho con una sonrisa. El rostro de Todoroki era un poema, había cambiado desde el desinterés a una mueca de completo estupor, que había asustado a Izuku gracias a que Todoroki no emitió respuesta alguna. A su alrededor, los doctores y residentes los observaban con la misma expresión que tenía Todoroki en ese momento; todos estaban sorprendidos. No solo porque alguien inferior a él se le había acercado a hablarle y había tocado su hombre, sino porque era la segunda vez que esto ocurría. Los internos, en el almuerzo, ya se encontraban hablando de Todoroki, después de descubrir que, efectivamente, Todoroki era el mismísimo hijo del jefe de cirugía del hospital, y que poseía más privilegios que un especialista gracias al corrupto de su padre.

—Después de esto, no sé si reír o llorar —Había dicho Izuku cuando volvió a la mesa donde sus compañeros y nuevos internos compartían el almuerzo, charlando acerca de la movida mañana que acababan de experimentar como internos en su primer día. Los demás lo observaron sin decir nada, mientras Uraraka y Kaminari devoraban sus sándwiches vegetarianos.

Me quedo contigo (Tododeku / Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora