CAPÍTULO SEIS: Las manos al fuego, parte II

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Izuku siguió a Todoroki a paso rápido. Ambos subieron las escaleras en dirección al segundo piso, donde se realizaban las consultas de medicina general. Todoroki carraspeaba mientras tomaba notas en su fichero, al mismo tiempo que caminaba, e Izuku lo observaba de soslayo, preguntándose como lograba concentrarse al mismo tiempo que caminaba y tenía un gran caso en frente. Si se trataba del doctor Toshinori, entonces era un gran caso. Y ahí estaba Todoroki, fresco y despejado, relajado ante el caos y la ansiedad que podría generar en un residente el hecho de participar en el proceso clínico de una persona que no se ve todos los días. Cualquier residente estaría ansioso, quizá incluso asustado, pero Todoroki conservaba su semblante serio, estoico, casi frío, que le identificaba por sobre los otros estudiantes: jamás se mostraba asustado, tampoco feliz. Todoroki era un hombre simple, casi un personaje plano —el apodo que le habían puesto los internos, que llevaba en la cabeza de Midoriya durante un buen rato ya—. Todoroki le ponía de los nervios. La personalidad de Izuku era insegura, ansiosa y tampoco se caracterizaba por ser capaz de controlar la calma cuando era necesario; tenía problemas de inseguridad con regularidad y era un joven muy emocional. Le inquietaba ver a su superior, tan relajado, distante. Como si se tratase de algo simple.

Izuku ni siquiera manejaba correctamente las suturas, y el hombre frente suyo hacía magia con ellas. Era extraño, pero a la vez bello, como si de un monstruo silencioso se tratase.

—¿No estás nervioso? —Le preguntó Midoriya mientras doblaban en un pasillo. Todoroki no dejaba de leer y escribir cosas en su fichero. Pequeños y finos mechones de cabello caían sobre su rostro mientras caminaban; llevaba una coleta desordenada colgando de su nuca, que mantenía sus finos y rebeldes cabellos contenidos mientras realizaba sus actividades diarias.

—No —Contestó el bicolor, sin apartar la vista de su fichero. Mordía su labio mientras pasaba sus ojos por las palabras del fichero, moviendo sus pupilas de izquierda a derecha, y de derecha a izquierda—. Mi padre es el doctor tratante de este caso.

Ah, cierto. Pensó Izuku. No podía esperar menos. Después de todo, Enji Todoroki era el jefe de cirugía del hospital, y según lo que Toshinori había escrito en su artículo para la revista médica de Japón, él sería su doctor tratante. era obvio que pondría a su hijo, el mejor residente, a cargo. No cabía dudas que aquel caso sería casi como una misión secreta; solo pondrían a los mejores doctores al mando y no permitirían el manejo de profesionales de bajo rango. Era, simplemente, un caso muy reservado. Izuku se sintió afortunado. Si no hubiese sido por ulpa de los incidentes del primer día, él no se encontraría ahí. Hubiese seguido todo su curso normal, como lo era anteriormente; Todoroki no tendría un intenro siguiendo sus pasos las veinticuatro horas del día, y trabajaría solo.

Todorki hacía un excelente trabajo, tanto solo como acompañado. No necesitaba un ayudante, menos una carga.

Izuku comenzó a sentirse inseguro. Ni siquiera había terminado su primera semana en el internado; y ya estaba seguramente asignado a realizar el trabajo sucio de los doctores. ¿Qué le asignarían esta vez? Quizá el doctor Enji era un monstruo. O quizá no lo era, pero de todas formas le hacía poner sus pelos de punta el imaginarse en tener que demostrar constantemente que no era una basura al trabajar con Todoroki. Porque siendo francos, todos eran basuras al lado del hijo del jefe. Y Todoroki parecía estar consciente de eso, porque nunca rebatía nada, y se mostraba neutro ante los comentarios del resto. Incluso parecía haber aceptado su estatus superior, simplemente no se relacionaba con los demás. O quizá no de manera directa.

—Por favor no te alarmes —Le dijo Todoroki cuando ya habían llegado al ala de consultas, y se abrían paso entre las enfermeras para llegar al final del pasillo, donde un grupo de doctores en ropas de consulta esperaban fuera de una puerta. Izuku pudo distinguir a la doctora Midnight, charlando animadamente con otro hombre que llevaba las mismas ropas, de un aspecto joven y de cabellos rubios. También se encontraba Aizawa, apoyado sobre la pared de la entrada, siendo molestado por las ruidosas palabras del doctor Yamada, el pediatra. A su lado, dos jóvenes se encontraban animosamente platicando. Izuku dedujo que se debían tratar de dos residentes mayores, quizá de quinto o sexto año. Poseían la misma bata blanca que los demás doctores, y tenían en sus manos un fichero como el que llevaba Todoroki. Uno era alto y robusto, de una gran presencia, y el otro; un poco más bajo, de cabellos oscuros y una contextura más delgada que el primero. Ambos descansaban sus cuerpos junto al del otro, compartiendo una plática animada con otro hombre que parecía simplemente escuchar lo que el residente robusto hablaba.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2020 ⏰

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