𝐁𝐞𝐠𝐢𝐧𝐧𝐢𝐧𝐠.

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Lunes, siete y media de la mañana y los jodidos rayos del sol se colaban por la ventana de un castaño que odiaba tener que despertar temprano y enfrentar una etapa nueva en su vida.

La universidad.

Sus últimos meses de vacaciones se la había pasado muy bien, disfrutando de la compañía de sus amigos y hasta de su familia; sí, no en todas las ocasiones el adolescente de dieciocho años tiene que ser un imbécil con sus padres. Pero en fin, aquello había terminado el día de ayer, oh mierda, se sentía mal de no haber aprovechado su domingo y de desperdiciar el día durmiendo y viendo televisión.

Ya no podía hacer nada, por lo que terminó despertándose por el sonido de su madre corriendo de allá para acá en la cocina, lo más seguro es que estaba preparando el desayuno para su hermana y para él, pues su padre había salido a trabajar media hora antes que ellos.

Se levantó de su cómoda cama, refunfuñando en voz baja al tener que separarse de sus sábanas y mantas tan tibias, dejando de parecer un burrito mal hecho a sólo un palito de pan desabrido. Tronó los huesos de su espalda y cuello y se dirigió a tomar una toalla para poder darse una ducha, quería llegar lo más presentable ese día, quizás ahí conocería chicas lindas.

Caminó hacia el baño y cerró la puerta con seguro, quitándose la única prenda que tenía puesta, la cual era su ropa interior; se dió un baño rápido pues tenía que entrar a las ocho, y se hacía casi una hora y media de su casa hasta su escuela... Vaya día tan más horrible.

Al terminar, salió y se dirigió lo más rápido posible a su habitación, secando su cuerpo de forma torpe y apresurada para después ponerse unos jeans negros, una camiseta blanca, una chaqueta color roja y unos tenis negros con blanco; acomodó lo mejor que pudo su largo y ondulado cabello castaño oscuro y bajó a la cocina.

—Buenos días, Tom —habló una mujer castaña de mediana estatura, de unos treinta y tantos años—. Ya son las ocho, hijo, tienes que darte prisa.

—Lo sé ma, pero tenía mucho cansancio... No creo que vayamos a ver nada, es el primer día, ¿y si mejor falto hoy? —el chico de ojos pardos sonrió con entusiasmo, tratando de convencer a su madre.

—¡Thomas Lee Bass! Ya estás en la universidad, debes actuar como lo que eres, un adulto joven.

—¡Pero ma- —Vassiliki lo interrumpió, tomándolo de las mejillas para poder acercarse a su rostro y verlo a los ojos.

Ella no lo decía en serio, amaba la actitud tan infantil y aniñada de su Tommy; cada vez que actuaba así aún podía ver a su pequeño hijo de seis años que jugaba en el patio de su antiguo hogar, correteando de aquí para allá. Extrañaba eso, tener a sus dos bebés siempre juntos, pero tenía que afrontar el hecho de que su hija Athena estaba creciendo, al igual que su pequeño Thomas.

Ya no eran sus pequeños niños que jugaban y robaban las galletas de la alacena, estaban convirtiéndose en unos adultos responsables... Bueno, ese término parecía que sólo su hija lo tenía.

—Amor, yo también odio el hecho de que tengas que crecer, quisiera que fueras mi niño por siempre... —apretó las mejillas del castaño, provocando que hiciera una mueca algo rara e infantil— Pero ambos sabemos que eso no será posible, yo ya hice mi vida, y es tiempo de que tu hagas la tuya. Y esa vida adulta empieza ahora, bueno, no necesariamente, pero entiendes la idea.

El de estatura alta no dijo, nada, simplemente asintió y soltó un suspiro, cerrando sus ojos en cuanto sintió un beso en su frente. Su madre siempre sabía como ponerlo en su lugar de la forma más cariñosa y dulce posible.

—Así que bueno, mucho blah blah y poca acción —ambos soltaron una risa al unísono y la castaña soltó a su primogénito—. Come las tostadas que te dejé en la mesa y ve a clases, te estaré esperando aquí con una comida deliciosa para compensar el primer día de trabajos y demás, ¿qué te parece?

Smoking in the boys room [Sixxlee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora