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En cuanto entraron a la casa, Fargan apartó el brazo de su cintura y se alejó unos cuantos centímetros de el para darle espacio, cosa que hizo chillar a su lobo de disgusto, porque a pesar de que cada mañana desde hace unos días desayunaban juntos, no estaban acostumbrados a estar tan cerca el uno del otro.

Alex sacó todo el aire de sus pulmones con pesadez e intento no pensar en lo que había pasado hace un momento mientras caminaba hasta la cocina para buscar algo de agua.

—Alex — el castaño llamo su atención mientras caminaban y al detenerse para mirarlo, notó la confusión reflejada en su expresión — ¿por que no querías que fuera con el? — pregunto sin titubeos y si no fuera porque conocía lo directo que podía llegar a ser, se habría sorprendido.

— No es por nada, simplemente no me agrada ese chino feo — mencionó, restandole importancia y antes de que la puerta automática de la cocina se abriera para el, sintió un fuerte y cálido agarre sobre su muñeca — ¿qué haces tío? — pregunto con molestia y forcejeo con brusquedad para intentar zafarse.

— Desde hace un rato tus feromonas no son tan intensas como siempre...— dijo con un tono de voz notablemente serio e inhaló con disimulo el tenue aroma que en ese momento sólo reflejaba tristeza — ¿hay algo de lo que quieras hablar?

— No, así que sueltame — hablo con el ceño fruncido e intento controlarse para no alzar la voz.

No quería gritarle pero si seguía sintiendo aquella agradable calidez sobre su piel, no sería capaz de seguir manteniendo ese muro invisible que había construido para protegerse a sí mismo.

— Hey, mirame — acortó la distancia de un paso y tomó entre sus dedos la fina barbilla del pelinegro para que lo mirara — no se que es lo que te esta molestando, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti — agregó con seguridad y Alex sintió como su labio inferior temblaba levemente al ver que no había ni un solo ápice de duda en sus ojos.

Había escuchado tantas veces aquellas palabras por parte de sus amigos más cercanos e incluso había notado en varios de ellos la misma seguridad en su mirar, pero ninguno de ellos había despertado en el la confianza como para derrumbarse entre sus brazos.

— Joder...— recargo su frente contra el pecho del castaño y permitió que los espasmos cubrieran su cuerpo hasta el punto en que le resultaría imposible formular palabra.

Fargan dudo por un momento pero al final termino rodeando el delgado cuerpo del omega con delicadeza, como si temiera asustarlo o incluso romperlo ante el más mínimo roce.

— L-lo amaba...— mencionó entre sollozos contra su pecho y apretó con fuerza sus dedos sobre la suave tela que cubría la espalda del contrario.

Fargan guardo silencio y sintió un ligero dolor en el pecho al escuchar aquella frase pero ese no era el momento para sentirse celoso de un extraño, así que, ignorando aquella dolorosa sensación, comenzó a hacer movimientos circulares sobre la delgada espalda de Alex, dándole el apoyo y la confianza suficiente para seguir hablando.

— El e-era mi alfa y aún así tuve que soportar que otro omega dejará su aroma sobre el — siguió hablando en un hilo de voz mientras recordaba cada aroma, palabra y expresión de aquellos días. Todo resultaba tan vivido en su cabeza, que si no fuera por el suave vaivén sobre su espalda, creería que estaba experimentando de nuevo aquellos días opacos.

Fargan siguió mostrando su apoyo en silencio mientras escuchaba todo lo que Alex decía y maldijo repetidas veces en su cabeza al alfa que había dejado tan devastado al lindo omega entre sus brazos.

— ¿Te sientes mejor? — pregunto con dulzura al sentir como Alex se alejaba ligeramente de su cuerpo para limpiar sus ojos — ¿quieres agua?¿tienes hambre? Puedo prepararte lo que quieras — siguió hablando con el mismo tono de voz al no escuchar respuesta y el contrario negó con la cabeza.

— Sólo estoy cansado...— dijo exhausto después de limpiar sus hinchados ojos y soltó un largo bostezo, ya que su cuerpo se sentía tan relajado, ahora sólo deseaba acostarse.

— Esta bien — dijo para después separarse por completo de el y tomar con timidez una de sus manos para guiarlo hasta su habitación, como si éste no conociera el camino.

Las puertas se abrieron para ambos y al entrar, Alex rápidamente se acostó sobre su cómoda cama y cubrió su cuerpo con una de las sábanas que había sobre ella, todo bajo la atenta mirada del castaño, quien parecía estar a punto de dar media vuelta para irse a casa.

— Espera — hablo con algo de prisa al notar que estaba a punto de quedarse solo y, como era de esperarse, Fargan se detuvo con preocupación — hoy puedes quedarte, si quieres — añadió con vergüenza y la brillante sonrisa que se formó en los labios del alfa, provocó que su corazón se volviera loco en un segundo.

— Ya sabía yo que no podías vivir sin mi — dijo con burla y Alex rodó los ojos con falso fastidio — bien, dormiré arriba.

— Esas camas son muy pequeñas para ti — al decir aquello, un leve sonrojo le cubrió las mejillas y por un momento deseo no haberlo dicho.

— No tanto, te lo he dicho una vez, soy muy compacto — respondió con una inocente sonrisa.

— ¿En serio no lo entendiste? Venga tío, debes estar bromeando — chasqueo la lengua y al notar que el castaño soltaba una burlona risa mientras se le acercaba, quiso esconderse bajo las sábanas.

— Claro que estoy bromeando, nunca dejaría pasar una proposición como esa — posó una de sus manos sobre la cabecera de su cama y al tenerlo tan cerca de su rostro, pudo sentir la calidez de su respiración chocar contra su rostro.

En otra ocasión se habría apartado sin dudar pero está vez estaba tan calmado que deseaba sentir aquellos carnosos labios sobre los suyos. Cerró los ojos y espero a que el ansiado roce ocurriera, pero en cambio sólo obtuvo un corto y dulce beso en la frente.

— Aún no...— escucho la grave voz de Fargan cerca de su oído y al entender lo que quería decir, abrió sus ojos con cierta decepción para ver la expresión del castaño, la cual le mostraba lo evidente. Se estaba conteniendo.

Se miraron sin decir nada por un par de segundos antes de que Fargan se apartara para rodear la cama y finalmente acostarse del otro lado, dándole la espalda. Ambos estaban nerviosos y no sabían si podrían soportar el fuerte golpeteo de sus corazones hasta el día siguiente.

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𝘿𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙤 [𝙁𝙞𝙣𝙖𝙡𝙞𝙯𝙖𝙙𝙤]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora