VI

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—M-Me... ¡Me gustas!

Las palabras hicieron eco en las paredes del baño. Yeonjun observó sus mejillas sonrosadas en el espejo, su pecho subiendo y bajando con agitación mientras su boca se secaba ante la comprensión de lo que estaba a pocos pasos de hacer.

Iba a declararse. Realmente iba a declararse. Y no a cualquier persona, por supuesto.

El susodicho no era nada menos que el mismísimo Choi Soobin. Reconocido por ser el capitán del equipo de basquetbol y uno de los mejores estudiantes de la escuela. Era alto, fornido, de cabello negro y con sonrisa de comercial de dentífrico. ¿Quién en su sano juicio no estaría loco por él?

Recibía cientos de confesiones cada semana. Las chicas inevitablemente caían rendidas a sus pies, como si hubiesen sido hechizadas con tan solo una mirada del pelinegro, por lo que no era extraño ver el casillero de Soobin atiborrado de cartas y chocolates. Entre tantas pretendientes, cualquiera habría pensado que aceptaría al menos a una.

No obstante, gran parte de la fama inalcanzable de Choi se debía a que las rechazaba, a cada una de ellas y sin excepción, pronunciando las mismas palabras en todas las ocasiones:

Lo siento. Me gusta alguien más.

Era una real pena. Algunas le llamaban "un desperdicio". Más eso no las detenía. Las confesiones seguían llegando, las cartas aún colapsaban el casillero del pelinegro. Y aunque nadie lo expresaba en voz alta, se debía únicamente al hecho de que las chicas estaban lejos de perder la esperanza de un sí. Ansiosas por ser la escogida. Lo que era bastante ingenuo de su parte, si le preguntaban a Yeonjun.

Él estaba completamente seguro de que sería rotundamente rechazado.

¿Por qué declararse entonces, cuando toda gota de esperanza se había drenado de su cuerpo? En realidad, no había sido fácil decidir. Lo sopesó, lo estudió; hasta que llegó a la conclusión de que sacar estos sentimientos de su pecho, era lo que debía hacer para ser libre y superar a Soobin. No tenía caso estar enamorado de alguien que jamás correspondería su amor. Por lo que acabar con esto de una vez por todas era lo adecuado.

Se lo dices, te rechaza y te vas, trató de calmarse saliendo del baño del gimnasio. No era momento para acobardarse. ¡Podría llorar en su habitación luego! Sus pies se posaron sobre la cancha y tuvo que inhalar profundo cuando pudo atisbar al equipo de basquetbol al otro extremo.

Estaban descansando de la práctica. Soobin era rodeado por sus compañeros, como siempre siendo el centro de atención. No podía juzgarlo. Era tan brillante, tan interesante, con una sonrisa capaz de derretir glaciares. Reprimió un suspiro y ordenó a sus piernas a moverse en dirección al pelinegro.

No notaron su presencia, no hasta que se detuvo a pocos centímetros del grupo y carraspeó antes de empezar a hablar. Los chicos se giraron hacia él, ojos indiferentes posándose sobre su rostro que probablemente se hallaba rojo por los nervios. Le costó trabajo encontrar su voz, sobre todo cuando Soobin estaba parado a tan mínima distancia mirándole de frente.

Tú puedes hacerlo. Tú puedes hacerlo.

—Soobin.

El nombre tembló en su boca.

—Yo... m-me preguntaba si... si podíamos hablar— dijo, con el corazón desembocado. El mencionado lo observó en silencio, esperando que continuara. Los nervios aumentaron cuando Yeonjun se vio obligado a puntualizar el hecho que consideraba implícito—. En privado.

El capitán arqueó una ceja, cruzándose de brazos.

—Si tienes algo que decirme, hazlo frente a mis amigos.

Rent a boyfriend ›› SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora