XXXII

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Escuchó la risa de Soobin a lo lejos, suave y melodiosa, arrullándole mas haciéndole finalmente abrir los ojos, a pesar de lo cómodo y calentito que se hallaba durmiendo. Parpadeó para acostumbrarse a la leve luz en la penumbra, percatándose de un teléfono situado a centímetros de su rostro y a Soobin sentado en la cama sosteniendo éste.

El sonido de un click descolocó a Yeonjun, el cual fue seguido por una risita divertida y risueña. Frunció el ceño con confusión. Era muy temprano para comprender qué era lo que estaba pasando, sobre todo considerando que su cerebro acababa de despertar. Ay, sólo quería dormir otra vez.

—Mírate~...— susurró Soobin, con adoración tiñendo su voz—. Eres una cosita tan adorable.

Sintió cómo sus mejillas se sonrojaban por el comentario. Qué vergonzoso era el pelinegro a veces. Esperaba que al menos la cubrecama cubriera sus mejillas también. Otro click resonó en el cuarto y Yeonjun fulminó con la mirada al chico sonriente que lo observaba desde arriba.

— ¿Qué haces?— masculló somnoliento. No era su culpa. Se habían quedado hasta tarde viendo películas.

—Mm, nada— Otro click y Yeonjun empezaba a sospechar que Soobin le estaba mintiendo—. ¿Sabías que acostumbras a hablar dormido?

—Y-Ya sé— admitió, abultando sus labios en un pequeño puchero. Era una mala manía que no desaparecía, aunque había esperado de cierta forma que con el transcurso del tiempo hubiera disminuido en frecuencia, al menos un poquito.

Hablar dormido podía resultar molesto para otras personas, las víctimas que debían soportar sus balbuceos nocturnos; se lo imaginaba y no podía negar que parecía un fastidio. Para su sorpresa, Soobin no sonaba recriminatorio, sino maravillado. Como si hubiera descubierto un tesoro importante.

—Ah, casi lo olvido— exclamó el pelinegro, dejando el teléfono atestado de fotitos a un lado.

Se acurrucó junto a Yeonjun, quien ya estaba ovillado entre las sábanas, y se acomodó a sus espaldas de tal modo que su cuerpo tapara el del castañito. Cuchara grande, pensó Yeonjun, disfrutando el calorcito que transmitía Soobin a través de la ropa.

—Beomgyu está de cumpleaños en unos días. Hará una comida en su departamento, con un par de amigos, y estamos invitados— relató, capturando la atención de Yeonjun fácilmente. Beomgyu le agradaba mucho. Era muy amable y amoroso con él, por lo que se sentía muy feliz y agradecido de que lo hubiera considerado en su cumpleaños, pese al corto lapso que llevaban conociéndose.

Asintió con vehemencia, no muy seguro a qué, pero dio a entender que estaba completamente a bordo con la idea. Le ilusionaba bastante. Hacía rato que no veía a Beomgyu y no iba a esconder que ya lo extrañaba.

—Hoy día iré a comprar un regalo para él— dijo Soobin, besando la oreja de Yeonjun, generándole cosquillas—. ¿Se te ocurre algo? Sé que no hablan mucho pero...

— ¡Un mantel de jirafas!— brincó su castañito, removiéndose entre sus brazos para verle de frente. Los ojos de Yeonjun brillaban con emoción, por ser capaz de recordar aquella charla en el parque de diversiones, cuando Beomgyu le confesó varios de sus gustos y de sus intereses. Soobin esbozó una sonrisa y asintió.

—Me agrada. Seguro que le va a encantar.

Claro que le va a encantar. Le va a fascinar. Mis regalos son asombrosos, quiso decir, siendo callado por los labios del pelinegro tocando los suyos. Yeonjun se derritió contra él, como un caramelo que se fundía despacio ante la calidez que Soobin otorgaba.

 Yeonjun se derritió contra él, como un caramelo que se fundía despacio ante la calidez que Soobin otorgaba

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Rent a boyfriend ›› SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora