I. LEJOS DE CASA, HAY UN HOGAR

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DÍA 1
SPACE, POWER BOTTOM (616)

La tierra cupo entre las palmas de sus manos cuando Charles estiró los brazos y trató de alcanzar el lugar que llamaba hogar. Desde ahí, su planeta no parecía tan inmenso. La multitud de personas que lo habitaban, la aglomeración de voces en su cabeza, no eran sino el recuerdo de lo que día a día lo consumía hasta corroerlo. Su mutación estaba ahí, porque no podía ser de otra manera; pero por una vez no había ruido que pudiese perturbar sus propios pensamientos.

Aprendió entonces que el silencio podía ser igual de insoportable, incluso si había soñado con tener algún día un momento para él, libre de cualquier roce entre su mente y la de alguien más. La añoranza era lo que le quedaba. La sensación de otras presencias, a lo lejos, continuaba de pie de la misma manera en que recordaba el beso de su madre antes de ir a dormir, a pesar de ser ya más viejo que ella en ese entonces. Era una caricia muy suave, un pequeño salto en el tiempo en el que su propia mente se convencía de regresar atrás, de estar de nuevo entre las mantas, de experimentar por primera vez los pensamientos de otra persona.

—Regresa. —Escuchó.

Habría pensando que por fin había perdido la cabeza de no ser porque al susurro le siguió un dulce beso en los labios. Cerró los ojos. Volvió a él. Dejó de pensar que el tibio roce de unas yemas callosas contra su vientre era producto de su imaginación para no sentirse tan solo.

—Charles —insistió la voz, rasposa y grave.

El aludido saboreó el tenue cosquilleo de ese aliento al chocar contra el suyo.

Para cuando abrió los ojos, Erik estaba sonriendo contra su boca antes de besarlo otra vez, más impacientemente ahora.

—Estoy aquí.

—No —murmuró su amante—. Estás aquí —dijo, y con su índice tocó la sien del telépata. Charles atrapó la mano que lo señalaba entre la suya—. Quédate conmigo. Después tendrás tiempo de volver a lo demás.

—Estoy aquí —repitió.

Erik no parecía especialmente disgustado, mas Xavier pudo reconocer que algo de su distracción le molestaba.

—Lo siento.

—Podemos regresar.

—No. —Charles negó con la cabeza y besó al hombre sobre él, rodeando su cintura con sus brazos para apegarlo a su cuerpo. El otro no tardó en acomodarse entre sus piernas, dejando su peso caer sobre el abdomen del profesor—. Me gusta esto. No siempre tengo la oportunidad de venir con mi peor enemigo a su presuntuoso asteroide. —Sonrió—. Fue romántico de tu parte, aunque sé que lo hiciste porque querías probar hacerlo en el espacio.

—No deberías saber eso.

—Lo escuché por ahí.

—Has estado husmeando demasiado en mi cabeza. —Fue una queja, el telépata lo reconoció. Erik había tratado de suavizar su tono, pero la molestia siempre encontraba una forma de colarse en su voz, o en el color azul de sus ojos—. ¿Tengo que comenzar a usar el casco de nuevo?

—Ya hemos hablado de eso, Magnus.

—Tal vez no lo suficiente.

Charles resistió el impulso de rodar los ojos y, en cambio, volvió a besar a Erik para calmar lo que podría haber sido una pelea. De cualquier forma, discutir sólo los habría llevado a un final: resolver su tensión en la cama. El profesor prefería saltarse los malos tragos e ir directamente a la conclusión, de la cual no estaban lejos, no cuando Magneto había dejado de ser disimulado para comenzar a tomar entre su diestra el miembro de su amante.

COSA DE AZAR [CHERIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora