VI. UNA VEZ

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DÍA 6
FAMILIA, FAKE DATING (XMCU AU)

—Dime, Charles. Esta mujer de la que tanto has hablado en los últimos días, ¿es tan increíble como lo cuentas?

—¿Moira? —preguntó el telépata mientras alcanzaba a la pequeña Lorna, quien estaba plácidamente dormida en su silla para bebés—. Por supuesto. ¿Crees que estoy mintiendo? ¡Ouch!

—Ten cuidado. Podrías pellizcar sus bracitos. —Erik recriminó y se inclinó hacia la puerta del auto para ayudar a su mejor amigo—. Sí, Moira.

—Sólo pellizqué mi dedo. No es para tanto.

—Mi hija —dijo el otro, haciendo un ademán con su mano para desabrochar el cinturón del asiento—. Mi hija no es para tanto.

—¿Sabes, Erik? A veces eres insufrible, especialmente cuando pones palabras en mi boca. —Se quejó.

Entonces, sin agradecerle a su amigo por auxiliarlo —al menos no después de su comentario—, el telépata finalmente pudo cargar a Lorna entre sus brazos. Lo hizo con cuidado, con cariño; no por nada era el tío favorito de toda la familia Lehnsherr. Lorna se removió ligeramente, mas no despertó de su sueño; pocas cosas podían perturbar sus siestas, para la suerte de su padre y de Charles.

Con la misma paciencia de antes y después de contemplar lo adorable que Lorna lucía, el telépata ayudó a su mejor amigo a acomodar a la bebé en la cangurera que Erik portaba en su pecho.

Bracitos. ¿Desde cuándo dices palabras como esas? —inquirió Charles, sonriente y burlón.

—No sé de qué hablas.

—El temible Magneto: reducido a un dedicado padre de familia.

—No había escuchado ese nombre en mucho tiempo.

—Ah. Supongo que nos estamos volviendo viejos.

Erik se encogió de hombros, ignorando la amargura que le provocó recordar el apodo que los gemelos le habían puesto en el pasado, cuando jugaban a ser superhéroes y villanos. Ahora los niños habían crecido; apenas tenían once, pero poco a poco Erik los veía perder el interés en los pasatiempos que habían compartido cuando eran infantes.

Apreciando tener aún algo de tiempo que atesorar con su hija más pequeña, así como el dulce olor de sus cabellos verdes, el Amo del Magnetismo se inclinó para besar la pequeña cabeza de Lorna, una vez estuvo ella asegurada en la cangurera.

Charles le sonrió a su amigo de nuevo, mas ahora lo hizo con ternura. Erik ni siquiera lo notó.

—Entonces, ¿Moira?

—Moira MacTaggert, sí —repitió Xavier, cerrando la puerta del auto. Ambos empezaron a caminar hacia el supermercado—. Ella es... ¿Honestamente, Erik? Pienso que ella podría ser la indicada.

—Eso dijiste de Gabrielle.

—Y tú dijiste lo mismo de Magda y Suzanna, pero te divorciaste de una y estuviste con otra a espaldas de su esposo.

De mala gana, Lehnsherr rodó los ojos por el recordatorio.

—Pero hablando de Moira —Charles continuó—, hay algo que podrías hacer por mí.

COSA DE AZAR [CHERIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora