Bastó con un pequeño fragmento arrugado y borroso para despertar los adentros de quién despierta los adentros de los demás.
—¡Mara! —Su nombre retumba en la enormidad del pasillo interrumpiendo su conversación y llamando su atención. Esta voltea por instinto y se sorprende al ver de quién proviene el llamado, pues no tenía idea de que este siquiera recordaba su nombre. Aitor avanza por el pasillo decididamente con la nota en sus manos viendo cómo la peli negra lo observa con temor. Llega hasta a ella, quien lo examina sorprendida, y se posiciona justo a su lado ignorando por completo la presencia de su amigo—. Tengo que hablar contigo —dice él. La chica se retuerce un poco y le lanza una mirada de auxilio a su amigo que no hace más que reír y correr lejos de allí, sin ayudarla en lo absoluto y dejándolos completamente solos a mitad del pasillo. Ella, resignada, por fin se voltea totalmente hacia él.
—¿Qué pasa? —pregunta ella intentando controlar el miedo y la vergüenza.
—Me ha llegado una carta... —responde Aitor mientras desdobla la carta entre sus manos. La chica no puede evitar mofarse de lo que acababa de escuchar desconociendo la razón por la que él se lo estaba comentando—. Es anónima. Quería saber si habías sido tú. —Mara lo observa entrecerrando los ojos sin disimular su confusión. Silenciosamente se acerca hacia él y toma la carta entre sus manos. Brevemente se dispone a leerla.
"Del recuerdo de tus ojos habitante y propietario de mis sueños tu nombre. Serías la hermosura de vivir al tope, pero eres, pues, el sinsabor de la ausencia y de la muerte el recordatorio. Me gustaría tenerte, el no sólo pensarte. Tenerte, solo una vez, para no soltarte".
Mara culmina su lectura y le lanza una mirada extrañada al muchacho frente a ella.
—¿Por qué crees que he sido yo? —cuestiona mientras le extiende de vuelta la carta. Él la recibe sin dejar de inspeccionarla.
—No lo sé, siempre estás actuando extraño y nunca has sido capaz de hablar conmigo así que creí que podrías haber sido tú.
—No fui yo —dice ella sosteniéndole la mirada.
—¿Estás segura?
—Sí. A primera vista sí parece un poco de mi estilo, pero en serio no fui yo. —Aitor asiente lentamente y guarda la carta entre su abrigo. —Te ves algo decepcionado...
—Tal vez... —Ella apretó los labios y aguantó la respiración—. Pero está bien, seguiré buscando.
—Pareces conmovido.
—Lo estoy. —La chica aguantó una risa y se recargó sobre la pared cruzando sus brazos.
—Sea quien sea no deberías buscar. Es una nota anónima, es obvio que quién lo hizo no quiere ser encontrado. —Aitor aprieta los dientes y desvía la mirada.
—Tal vez sí lo quiere en el fondo, tal vez por eso la escribió para empezar —respondió él comenzando a andar—. Tal vez no todos son igual que tú —dijo dándole la espalda y alejándose del lugar.
Mara cerró fuertemente los ojos intentando recuperar la respiración que había perdido desde el primer instante que lo miró a los ojos y se arrojó hacia el pasillo. Corrió hasta el salón vacío más cercano y se dejó caer en el piso con la cabeza entre las manos.
—¿Has sido tú? —Se cuestionó por lo bajo.
—No fui yo.
—¿Y tú? —Continúa susurrando para sí misma.
—No, yo no.
—Mara, ¿tú fuiste?
—No, no. Lo juro.
—¿Entonces tú, tú la escribiste?
—No, tampoco yo lo hice.
—¡Mara! Tu responde, ¿fuiste tú?
—No, no fuimos nosotras.
—¿Segura?
—... No lo sé. —La chica se acurruca más en el suelo y continúa apretando sus propios cabellos ante la duda.
Era el problema de contener cientos de personalidades en un solo cuerpo, cada una opuesta a la anterior y que aún así todas amen en silencio al mismo hombre. Era cierto, que el espíritu al conmoverse canta, pues cuando el amor lo agita, tiembla y calla.
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Microcosmos; fts
Short StoryNo es más que la epítome de los amores no correspondidos. No es más que un ideal que se transfigura en totalidad y mueve a los soñadores. (Capítulos unitarios)
