Como el osado colibrí que levita desde su techo y se suspende noche a noche sobre su rostro ella también escarba entre su piel en busca de sus alas. Le teme profundamente a las alturas y a su encuentro pero desea volar. Alza la vista y solo puede verlo rondando los cielos, que son su hogar, con su inmaculada mirada que nunca desciende hacia los pobres mortales que ansían su compañía, pues este no es el ser alado que baja de las alturas para hacer el papel de ángel caído por corto tiempo. Este solo vuela alto, haciéndola añorar siempre lo que no puede tener.
La inesperada calidez de aquel universo prefabricado que compensa su soledad le hace descartar inicialmente el barro. Le tomó tiempo pero fielmente fue recogiendo y coleccionando, una a una, las plumas que desde aquel cielo lejano caían hasta las profundidades de su cotidianidad. Ahora, con el suficiente número de angelicales plumas, Jael, la de profundos cabellos azulados y ojos vivaces, las cose a su espalda entre el sudor, la sangre y las lágrimas. El hilo no es más que el débil pero testarudo lazo hecho del material mismo de sus sueños más profundos e impronunciables. Aquel hilo empuñado por su temblorosa mano atraviesa su piel rítmicamente hasta ceñir la última de las alas, tan pesada y lúgubre como las anteriores miles que ya yacen tejidas a la piel de su espalda.
Por fin se pone en pie con unas alas enormes y firmes, oscuras pero nobles. El peso supremo de aquellas alas adquiridas le hace pensar en lo lejano de sus aspiraciones y replantearse en alargar su instancia en el suelo invisible y mortal, pero de nuevo lo ve, rondando el sol en un vuelo estable y lejano, y sin más asciende. Emprende su propio vuelo hacia él sin mirar atrás. No le sorprende la seguridad de sus alas que la levantan por los aires sin vacilar ni flaquear, al fin y al cabo habían sido forjadas con el hilo de sus propios sueños. Se sentía increíblemente bien, arriesgarse, ir sin resistencia junto con la brisa que sólo hacia él la conducía. El volar le había requerido infinitas horas de suelo, de oscuridad y de silencio, pero vaya que había valido la pena, pues ahora era una con el viento, como si hubiese nacido para eso, para volar aún sabiendo que en algún momento aparecería el piso.
Lo vio allí, más cerca que nunca, surcando entre las nubes ahora mucho más densas y compuestas, navegando entre los aíres como solo él sabía hacerlo. Aitor sobrevuela su propio eje con la mirada fija en el rojizo horizonte del atardecer mientras ella se abre su camino hacia él. Jael aletea con más fuerza al verlo cerca, no retrocede como en el pasado, solo acelera el paso ansiando el contacto. Poco a poco su navegación es embestida por las fuertes capas que lo protegen y justo cuando cree rozar su piel hirviente y fugaz que se enciende en sí misma desde las alturas su cuerpo choca contra la invisible pero gruesa barrera que de él la separa. Ante el impacto Aitor incluso logra percibirla, la encuentra atrapada en aquella malla inmaterial para luego verla caer a gran velocidad como otra ave cualquiera que no logra alcanzarlo. El ángel retoma su vuelo y no vuelve hacia ella de nuevo.
La chica cae inconsciente por los aires sin la fuerza suficiente para dar un aleteo más y desciende rápidamente hacia la tierra. Entonces el piso aparece. Jael aterriza fuertemente sobre el húmedo césped dejando incluso un enorme y profundo cráter que le cuente a los cielos el desenlace de su historia.
Es allí, inmóvil y adolorida en las profundidades de la tierra, que recuerda su lugar pero que también vuelve a levantar la vista para verlo, lejano e intocable. Es un ser de otra esfera de la realidad e imposible es alcanzarlo incluso compartiendo las mismas alas.
Sabe que está derrotada. Rezando una plegaría que ya no desea tenerlo sino dejar de añorarlo por fin se deja caer por completo en aquella zanja en la que empieza a crecer el mismísimo pasto de la demencia.
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Microcosmos; fts
Short StoryNo es más que la epítome de los amores no correspondidos. No es más que un ideal que se transfigura en totalidad y mueve a los soñadores. (Capítulos unitarios)
