Capítulo 1

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Corro, tan deprisa como puedo, con mis pies suplicando por un tiempo muerto, me pesa la espalda, no sé si podré lograrlo, seguro que debo de verme ridícula a más no poder, corriendo con mi uniforme de instituto pijo, los rizos en toda la cara, llegando tarde y siendo perseguida por un perro.

Y luego dirán que los lunes no son tan malos.

Que esté pensando en tirarle la mochila se consideraría maltrato animal o eso creo, aunque si tenemos en cuenta mi mala suerte hay más probabilidades de que falle y encima me muerda.

¿Dónde demonios se supone que está el dueño, si es que siquiera tiene? porque si es callejero esto va para rato y yo no soy precisamente Usain Bolt, ni siquiera se cuando fue la última vez que tuve que correr, porque voluntariamente no lo hago ni por todo el oro del mundo, bueno en realidad sí lo haría, pero ya me entendéis.

Sigo corriendo entre gruñidos, ladridos y gente con estas dudas en mente, tras un par de calles veo un parking y se me enciende la bombilla

Si me meto ahí seguro que lo puedo perder de vista.

Me lanzo de inmediato entre dos coches que estaban muy cerca el uno del otro y para cuando me quiero dar cuando ya estoy en el suelo, con un dolor intenso en la rodilla y un perro mirándome con cara de inocencia como si no me hubiese gruñido y perseguido desde hace tres cuadras.

Lo miro, me mira, no parece tener intenciones de atacarme como cuando lo vi previamente y me gruñía como si fuese la mismísima mascota de Lucifer, aunque quizá es posible que haya exagerado y en el fondo sea un amor y todo mi pánico, esfuerzo y agotamiento hayan sido en vano.

- Entonces... ¿no me vas a morder en plan perro del infierno?- le pregunto como si me fuese a responder.

Me mira y deja caer su cabeza sobre mi pierna herida mientras suelta un gemido como de tristeza, no sabría decir, nunca me había considerado una amante de los perros y aunque no lo pareciese tenía mucha experiencia huyendo de estos.

Una vez acostumbrada a su presencia le acaricio la cabeza mientras me levanto, no lleva collar así que supongo que tampoco dueño por lo tanto no tengo ni idea de qué hacer con él, que por cierto parece estar dispuesto a perseguirme allá a donde vaya, cosa que me supone un problema ya que los perros me dan bastante yuyu, pero como no llevo el móvil encima y soy nueva en el barrio no me queda otra que llevarme al doberman a mi casa, ya pensaría en algo después de clases.

Ya en casa, deje al perro en la habitación de Chris, mi mejor amigo, hermano,no de sangre, pero hermano y compi de piso, de manera que en caso de que se rompa algo por lo menos que no fuese mío. Fui a por papel y unas tiritas, cosa que me recuerda que debo comprar desinfectante y tiritas ya que la que me estaba poniendo iba a ser la última del estante.

Una vez lista y con los pelos en su sitio vuelvo a salir en dirección al instituto Highridges esta vez con el móvil y a paso de abuela, total ya llegaba tarde.

Mientras escuchaba música me fije en la extraña alta cantidad de notificaciones que tenía, esto no se suele dar en mí, yo era más de Team Snapchat te ha enviado un mensaje  y cosas así y entonces me fije en el remitente, había como 45 mensajes y 13 llamadas perdidas, todas de Chris, no iba molestarme en contestar o responder pues me daba palo y nos íbamos a ver pronto.

Llegué para la segunda hora de clases y apenas pise el recinto las miradas se clavaron en mi, ya estoy acostumbrada a ello pero me molestaba igualmente, de todos modos no iba a mostrarme afectada por ello, no les iba a dar esa satisfacción.

Así que con la mirada bien alta siguiendo las instrucciones de los carteles llego a secretaría para que me den mi horario. Incluso esa mujer se me quedó mirando como si fuese una especie exótica, yo le di mi mejor mirada apática a ver si así no hacía preguntas que no quiero responder y que ella parecía estar a punto de soltar.

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