Elisse
Florentine intentó hacerme participar en las pláticas que fluían en el desayuno de una u otra forma, pero mi cabeza no daba para más. Quería irme a dormir un rato, necesito descansar, incluso he dejado de escuchar todo lo que han dicho. Quizás por eso agradecí bastante cuando nos pusimos de pie, porque escuché que irían a caminar por el puerto y después subirían a un yate para dar un paseo.
—¿Segura que no quieres ir?
—No, no. Entre el jet-lag y lo de anoche, prefiero descansar un poco.
Florentine entendió mi decisión, se fue con ellos a pesar de que quería quedarse conmigo, decía que como amiga sentía que su deber es permanecer a mi lado por todo lo de Nicholas, pero no pensaba arruinarle más el viaje con mis problemas.
Caminé un buen rato, sola, por Port Hercule. Comenzaba a arrepentirme de llevar pantalón pues hoy era un día soleado a pesar de que regularmente el sol se daba en mayo. Me senté en una banca un rato, recibí una llamada telefónica de un número desconocido, por la lada supe de inmediato que era de alguien de California.
—¿Hola?
—Habla Nina Hansset, espero que te estés divirtiendo en tu viaje con Nick, que disfrutes de cada momento a su lado porque realmente cada momento con él es placentero, ¿te he dicho lo mucho que amo su lunar, en su abdomen, casi a un costado de su ombligo? ¡Y con lo mucho que amo be...
—¿Te lo mando por FedEx con moñito rosado? —Interrumpo—. Como sea, vete a la mierda y llévate a Hyland contigo.
Termino con la llamada e inmediatamente bloqueo el número. ¡Qué fastidio tener que escuchar su voz!
[...]
Decidí regresar al hotel porque escuchar la voz de Nina me ha regresado a ese estado con el que llegué desde que dejé casa, no quería hacer otra cosa que no fuera estar sola. Una vez que estuve en mi habitación me recosté en la cama un buen rato. Lloré, no voy a negarlo, era la primera vez que el perder a alguien me afectaba de esta manera. Ni siquiera cuando descubrí a Matthew con Vanessa me afectó así, tampoco lloré tanto cuando descubrí a Noah con Rosalie en aquel hotel de Ámsterdam, lo único que hice aquella vez fue tomar un avión de regreso a casa pero esta vez no quería hacerlo.
Me siento tan herida, tan rota, tanto que el cuerpo entero me duele. Sé que llorar no va a solucionar mágicamente mi realidad, pero es la única forma que he encontrado hasta ahora para desahogarme.
La temperatura comenzó a bajar, no sé si era yo o si realmente el clima comenzaba a cambiar. Me miré al espejo, tenía los ojos rojos, la última vez que tuve así de rojos los ojos fue en la fiesta de cumpleaños número 18 de Nick cuando decidí probar uno de esos cigarrillos mágicos que Jeremy siempre armaba con hierba.
Me acosté de nuevo en la cama con la vista en la pared, recostada sobre mi brazo izquierdo, pero no duré mucho en esa posición. Escuché que tocaron la puerta, no quería salir a abrir pero la voz de Florentine pidiendo que la recibiera fue lo que me hizo levantarme de mi cama, prendí la luz y me acerqué al picaporte para abrirle a la pelirroja que ya se encontraba lista para el evento de esta noche. Llevaba puesto un bonito vestido azul cielo y decidió alaciar su cabello, se veía tan diferente de esa manera.
—¿Por qué todavía no estás lista? —Cuestiona entrando a la habitación, caminando hacia mi cama para sentarse en la orilla.
—Realmente no tengo ánimos para ir.
Cerré la puerta, caminando hacia Florentine, sentándome a su lado en la cama.
—Vamos Elisse, quedarte aquí no te va a hacer bien. Deja de darle vueltas al asunto de Nick, cámbiate, debes distraerte aunque sea un poco.
ESTÁS LEYENDO
Tú ya sabes a mí [2]
Roman d'amour¿Y vivieron felices por siempre? Elisse ha sucumbido a sus sentimientos por Nick sin imaginar que la aparición de nuevas personas en su vida pondrá a prueba el gran amor que sienten el uno por el otro, ¿será posible que encuentren su final feliz? ...