Capítulo 38

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No he podido dejar de pensar en esa conversación en el auto que tuve con mi mamá y estar sola en el apartamento no me ayudaba demasiado. Apenas llegué vi todos esos regalos de bodas que nos han enviado y en vez de generarme emoción solo me hicieron sentir como si tuviese que salir huyendo. ¿En verdad quiero casarme? No podía dejar de ver la caja que contenía el vestido de novia descansando sobre la cama sin preguntarme eso. Y luego está ese anillo en mi dedo, recordándome que pronto será reemplazado por uno de matrimonio, el solo pensar en ello me daba escalofríos. ¿En verdad quiero ser la esposa de Noah Staton?

—¿Elisse?

Apenas Noah entró al apartamento me vio sentada en el sofá, con las maletas con las que había regresado de Francia a mi lado.

—¿Qué pasa?

—Lo siento.

Me puse de pie y me acerqué a él, lo abracé fuertemente y deslicé el anillo por mi dedo antes de soltarlo. Lo miré directamente a esos ojos llenos de miedo e incertidumbre, se preguntaba por qué he decidido dejarlo una vez más, porque le he regresado de nuevo ese anillo terminando otra vez con nuestro compromiso.

—Lo siento, no puedo hacerlo.

—Elisse, te puse ese anillo en el dedo sabiendo que no me amas. Pero creí que esto funcionaría a pesar de todo. —Habla, intentando no soltarse a llorar como yo lo estaba haciendo—. Creí que formaríamos una linda familia, que volverías a amarme con el tiempo...

—No puedo hacerte esto Noah, tú no eres el padre.

—Biológico, lo sé. Pero yo quiero a ese bebé como si fuera mío, he estado contigo en estos meses viéndolo crecer. No me estás haciendo nada, yo quiero estar contigo y con el bebé. Elisse... ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Que Nicholas merece saber la verdad. Lo lamento. En serio me gustaría ser la mujer que mereces, pero no lo soy, yo no puedo casarme contigo... Yo, espero que algún día encuentres a alguien que te ame tanto como tú me amas a mí, alguien que no tenga duda alguna en casarse contigo.

Los dos lloramos juntos, él permanecía hincado frente a mí con el anillo en la mano, preguntándose qué ha hecho para que yo haya tomado esa decisión unos días antes de la boda. Sin embargo, después de unos minutos, Noah se puso de pie para besarme en la frente, se ha resignado.

—¿A dónde irás? ¿Regresaras al edificio?

—No, no quiero hacerlo.

—¿Entonces?

—Viviré con mis padres mientras averiguo que hacer con todo... Seguro no tardan en llegar por mí.

Me despedí de Noah y le deseé una buena vida, agradeciéndole por todo lo que hizo por mí estos cuatro meses, por acompañarme a las consultas médicas, por estar conmigo en cada momento difícil, por intentar formar una familia conmigo y lo liberé de mí para que fuera feliz a su manera, viajando de un lado al otro, conociendo culturas y enriqueciéndose de conocimiento en técnicas con diferentes chefs internacionales. Él no estaba hecho para permanecer en un mismo lugar, pero estaré eternamente agradecida porque quiso intentarlo.

Creo que lo más difícil va a ser llamar a los invitados para decirles que no habrá boda el sábado, pero incluso Noah se ha ofrecido a hacerlo, liberándome también. Nunca lo había visto llorar de la manera en la que lo hizo cuando se despidió del bebé, hablándole a mi vientre, diciéndole lo mucho que le hubiese gustado que las cosas fueran de otra manera.

 Nunca lo había visto llorar de la manera en la que lo hizo cuando se despidió del bebé, hablándole a mi vientre, diciéndole lo mucho que le hubiese gustado que las cosas fueran de otra manera

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Tú ya sabes a mí [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora