Capítulo 46

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No podía dejar de refrescar las noticias en esa cuenta de instagram que se encarga de subir todos los movimientos de Stella. El manejo del restaurante durante la visita de esos dos cantantes va a repercutir en la seguridad que puedan sentir otros cuantos artistas para visitarlo. Nicholas tiene razón en cuanto a la publicidad, pero el manejo de la privacidad es crucial para que más famosos se atrevan a ir.

—Ya deja de revisar eso y confía en Brooke. —Me dice Nick, quitándome el celular.

—¿Me pides que confíe en la fangirl más grande de todo el condado?

—No creo que Brooke sea la fangirl más grande de todo el condado, además Ian está acostumbrado a que le pidan fotos. Tranquila, él sabe cómo manejarlo.

—Es que tienes razón con lo de la promoción y quiero que hablen bien del restaurante, Pierre-Cortot confía plenamente en mí y no quiero decepcionarlo.

—Vamos, a lo mejor Cortot solo se va a decepcionar cuando se entere que vamos a ir comer una hamburguesa en un restaurante que no posee estrellas Michelin.

Hace mucho tiempo que no pisaba Tom's, la última vez que estuve aquí fue hace poco más de diez meses. Las remodelaciones que le hicieron al restaurante eran un poco superficiales, las paredes ya son de otro color, cambiaron el azul por el rojo, además por fin habían pulido el piso y esos azulejos blancos y negros ya lucían relucientes. Me he dado cuenta de que ya pusieron nuevos cuadros en las paredes y unas cuantas figuras de Elvis en la repisa de los menús. Incluso se abrió una clase de jive todos los martes a las cinco.

—Dime que no extrañaste una hamburguesa de Tom's mientras estabas en el viejo continente.

—¿Quieres escuchar la verdad?

—Por favor, Elisse.

—¡Obviamente extrañé la comida de aquí! Pero, no podemos negar que la gastronomía francesa es exquisita.

Nick muerde la hamburguesa y yo me meto una papa a la boca, no mentía cuando le dije que en serio extrañé la comida de Tom's.

—No puedo decir mucho. —Nicholas retoma el tema de conversación—. Solo estuve un par de días en Francia. 

No dije nada, solo tomé mi malteada para darle un sorbo, lo único que no ha cambiado de este lugar y que deseaba que lo hiciera son las malteadas extremadamente dulces.

—¿Sabes? Me siento tan inútil ahora. —Menciono, llamando su atención—. No puedo estar en la cocina mucho tiempo porque me canso muy rápido y no quieren que  cocine por órdenes de Cortot. Además, por mi culpa mis padres no irán a Seattle a ver un partido y me siento mal, creen que puede pasarme algo y que no voy a ser lo suficientemente buena para cuidarme sola.

Él deja la hamburguesa en su plato y decide tomar mi mano, a lo que fui completamente permisiva. 

—No eres inútil, Cortot intenta cuidarte, el staff del restaurante también. Tus padres no van a Seattle porque quieren asegurarse de que todo esté bien contigo, eres madre primeriza y recuerda que tu mamá...

—Lo sé, tuvo varios abortos espontáneos hasta que lograron tenerme. Pero ya pasé por el trimestre de riesgo, no me gusta que me hagan sentir como si no pudiera hacer nada.

Nuestros dedos finalmente se entrelazaron y él esbozó una sonrisa sin mostrarme los dientes.

—No puedo hacer nada al respecto con cómo te tratan en el restaurante. —Me dice—. Pero si puedo hacer algo con ese juego en Seattle.

—¿Qué tienes en mente? —Cuestiono.

—Ellos no quieren ir porque no quieren dejarte sola, así que podrías quedarte en el departamento conmigo o si quieres puedo ir a cuidarte a casa de tus padres. Y no, no dormiríamos juntos. —Habla ante mi expresión—. La habitación de Mike está intacta o si voy a tu casa me puedo quedar en el sofá.

Tú ya sabes a mí [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora