dónde steven encuentra una chica, se odian, se aman, vuelven a odiarse, pero caen en el juego de la perdición y lujuria; ¿quién será el primero en admitir que está enamorado?
━━━ When my mind is running wild, could you help me slow it down?
Put my...
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Un par de meses después.
Mientras esperaba a que Megaan terminara de arreglarse en el baño de nuestro departamento, decidí practicar un poco en mi guitarra acústica, ya demasiado vieja. Pero era algo que me relajaba, si bien no soy una profesional tocando, me gustaba simplemente mover mis dedos por las cuerdas y que salga una linda melodía.
— ¿Qué tal me veo? —Megaan salió del baño luciendo una falda engomada apretando su trasero con medias de red y un lindo croptop amarillo pastel, casi blanco. Megaan tenía un cabello negro, como el mío y unos ojos color avellana demasiado bellos.
—Te ves muy bien, Meg —rodé los ojos.
— ¿Y tú irás así? —Bufó mirando mi camiseta de algún tipo con el que me había acostado alguna vez, la cual me llegaba a las rodillas.
—Meg, sabes que no quiero ir con los estúpidos amigos de Slash —farfullé—. El único que me cae bien es Izzy.
En realidad todos me agradaban un poco, pero eran muy imbéciles a veces, principalmente Axl y sus ataques de diva.
—Pero casi ni habla —frunció el ceño.
—Exacto —seguí tocando las cuerdas de la guitarra hasta que Megaan se acercó a mí poniéndose de rodillas y mirándome con súplica. Rodé los ojos y la miré.
Usualmente no tenía problema en ir a cualquier fiesta, pero esta vez sabía que Steven iría con Adriana y no estaba con muchos ánimos para soportarla.
—Por favor —hizo un puchero—. Slash llegó de su gira hace un par de días, quiero estar con él.
—Te odio —puntualicé mientras la señalaba con el dedo índice. Ella saltó felizmente.
Me paré y busqué en mi lugar del armario algunas de mis prendas que solía usar para salir. Era verano en California, y según mi amiga, los chicos estarían en el bar donde solían frecuentar por Sunset Boulevard, así que opté por algo parecido a Megaan pero más casual. Una falda negra que se ajustaba a mi cintura, medias de redes algo rotas, una camiseta roja un poco holgada que me llegaba al ombligo y arriba una chaqueta de jean, solo para acompañar el atuendo. Y con mis fieles amigas, mis borcegos negros de cuero. Siempre iban bien.
Busqué las cajetillas de cigarrillos y encendí uno. Megaan se ofreció a hacerme el maquillaje así que así estábamos en este momento.
— ¿Podrías no tirarme el humo en la cara, Sophie? —Bufó. Reí por su expresión, mi hobby era molestar a Meg, me gustaba hacerla enfadar porque se veía muy tierna.
— ¡Auch! —Me quejé cuando metió el delineador en mi ojo. Ella me insultó diciendo que no me quedaba quieta y que lo volvería a hacer si no dejaba de echarle el humo en la cara. Bufé.
