VII

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La noche pasó con tranquilidad para ambos, Bill se había ido temprano en la mañana, por lo que se dedicó a limpiar la cabaña, acomodar algunas cosas y revisar la mercancía que quedaba en la tienda de regalos que tenía su tío Stan.

Suspiró con tristeza, tristeza porque ya no pudo volver a ver a sus tíos, tristeza por sus recuerdos perdidos, por su hermana Mabel, por sus padres y por sus amigos que había dejado atrás. El recuerdo de la sonrisa de Bill vino a su mente, sin poderlo evitar sonrió.

-Se ha vuelto todo un rompecorazones –Pensó en voz alta. Se sonrojó con fuerza al darse cuenta de lo que había dicho. - ¡Es decir! Ha crecido y obviamente ha madura, nada que ver con... ¡Aggg! ¿Qué locuras estoy diciendo a la nada?

- ¿Crees que soy atractivo? –Una voz lo sobresaltó, al voltear a la puerta, notó a Bill sonriendo con arrogancia. No había escuchado la campanilla de la tienda por andar divagando.

- ¡Yo no dije...!

-No lo empeores –Se burló Bill. –Como sea, ¿Necesitas ayuda? –Señaló al desastre que tenía a su alrededor, cajas, artesanías, amuletos y de más cosas.

-No me vendría mal. –Aceptó Dipper aun apenado.

- ¿Ya has comido algo al menos? –Dipper miró la hora, pasaban de las 4 de la tarde.

-No, aun no –Bill lo miró incrédulo.

- ¿De verdad? –Dipper asintió. - ¿Ordenamos una Pizza? A decir verdad, tampoco he comido, el trabajo estuvo pesado el día de hoy.

-¡Por supuesto! –Aceptó entusiasmado.

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Pasaron una tarde amena entre risas, burlas, bromas y Pizza. Se apresuraron a limpiar la tienda de regalos, que, a decir verdad, para Dipper no fue nada tedioso gracias a la compañía del rubio, quien no desaprovechó ninguna oportunidad de molestarlo o jugrle una broma.

- ¡Bill! Eres un tonto, no me la había pasado tan bien en muchísimo tiempo, desde, desde que era niño –Dijo con tristeza. Bill lo notó y decidió cambiar un poco el tema.

-Entonces, ¿Realmente crees que soy un rompecorazones? –Dipper volvió a sonrojarse.

- ¡Creí que eso ya había quedado en el pasado! –Se exaltó.

-Pues creíste mal. –Bill se carcajeó ante la reacción del castaño.

- ¡Eres un pesado! –Bill dejó de reírse para hacer una mueca ofendida.

- ¿Me llamaste gordo acaso?

- ¡No me refería a ese tipo de pesado! –Bill volvió a carcajearse y Dipper se le lanzó encima tratando de golpearlo, cosa que fue impisble, puesto que Bill lo sometió en cuestión de segundos.

-Déjame decirte que tú tampoco estas nada mal –Le susurró Bill al oído, causando un enorme sonrojo de Dipper por milésima vez en la tarde, este se removió intentando liberarse.

-No digas cosas extrañas –Se quejó.

-Démonos prisa, pronto anochecerá. –Un mal movimiento de Dipper y un sonido etraño hicieron que ambos se congelaran. –Eso fue, lo que creo que fue.

-No, no fue eso que crees que fue. –Nervioso Dipper miraba la seria expresión de Bill.

-No, estoy seguro de que si es lo que tú dices no crea lo que yo creo que si es –La expresión de Bill poco a poco se estaba tornando maliciosa. - ¿No me digas que...? –Asustado Dipper intentaba escapar de Bill, pero este había recargado todo su peso sobre este.

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