" Estoy de camino, tardo 10 minutos", solo leer eso hizo que me pusiera nerviosa de nuevo.
Mire a Marta, y solo me dijo: " Te gusta". Le hice el gesto de un poquito con la mano y nos reímos con risa nerviosa. El camarero trajo lo que habíamos pedido para picotear, y nos dispusimos a comer, las hamburguesas de este sitio están riquísimas, y ni que decir de sus perritos calientes. Estuvimos charlando sobre cosas sin importancia durante todo el tiempo que duró la cena, me preguntó que si había tenido noticias de mi carpeta y le dije que no, que nada aún, que el Lunes preguntaría de nuevo en la cafetería.
Miro el móvil de nuevo, no hay ninguna notificación nueva y lo vuelvo a bloquear, se me esta haciendo eterna la espera, y hay que sumarle los nervios tontos que tengo. Siento como vibra la mesa, las dos miramos nuestros móviles y es el mío el que ha vibrado, es Daniel, que ya está en la puerta. Le digo a Marta que voy a la entrada a recogerlo y ella me sonríe, de nuestra mesa a la entrada hay como unos 20 metros. Ahí está, ha venido con un amigo, y a mí me acaba de entrar 7000 cosas por el cuerpo, lo veo más guapo, más atractivo... Y que decir de su amigo, es monísimo.
- ¡ Hola!
- ¿ Qué pasa preciosa?
- Él es Carlos, un amigo, ella es Carla.
- Hola, encantada. ¿ Vamos dentro?, está Marta en la mesa.
Nos metemos para el bar y vamos hacia la mesa donde está Marta sentada con su espectacular sonrisa, y me doy cuenta que se ha retocado el pintalabios, y el pelo.
Mato a Marta con la mirada, y me quedo de piedra cuando Daniel me agarra de la cintura delante de todos para pasar al asiento de al lado, y noto como me arden las mejillas. Noto mi pulso acelerado y un escalofrío por la espalda. ¿ Vale ya? Sigue riendo mientras me mira. Por un momento miro alrededor y pienso que qué hago aquí con yo se quién. Vuelvo a mirar a Marta que me hace un gesto de aprobación, no entiendo si es por Daniel o por su amigo.
Marta rompe el hielo y como habladora y comunicadora nata, empieza a hacer preguntas a los chicos, mientras yo observo la soltura que tiene aún con la gente que no conoce.
- ¿ Y tú de que trabajas Daniel?
- Soy Abogado, terminé la carrera hace 2 años.
Veo que se levanta y que se acerca un poco más a mi. Literalmente está sentado a mi lado, su rodilla roza con la mía. Se me acelera el pulso con solo olerlo, Marta mientras sigue haciendo preguntas y hablando con ellos, más con Carlos, ya que le ha dicho que es aficionado al senderismo como ella.
Lo miro fijamente y me mira descaradamente mis labios, ahora mismo soy una muñequita de trapo. Pone su mano en mi rodilla y empieza a hacer círculos con un dedo. Con la otra mano le hace un gesto al camarero para que se acerque a la mesa. Miramos para pedir alguna copa, y yo me decido por un mojito, Marta pide lo mismo y los chicos se piden dos Coronitas.
Miro de nuevo a Daniel, ha puesto de nuevo su mano en mi rodilla, y me mira con una cara casi de enfado, y se muerde el labio. Yo cierro los ojos y no creo que deba ser muy listo para darse cuenta que quiero besar esos labios. Él me observa, como si estuviéramos aquí. De repente, mueve su mano por mi muslo, y se recrea en hacerlo, mientras me mira la reacción que tengo, lo miro, y miro a Marta, que sigue hablando con Carlos, han conectado bastante bien, igual terminan la noche juntos, quien sabe . Nos traen las bebidas que hemos pedido, y Marta decide hacer un brindis, por las casualidades, por los comienzos inesperados y por nosotros. Ella es así, impulsiva y de vivir los momentos, por que dice que todos los momentos que vivimos en la vida son únicos.
Después hacer el brindis y dar un sorbo cada uno de nuestras bebidas nos volvemos a recomponer como estábamos y Daniel vuelve a poner la mano igual que la tenia, solo que esta vez un poco mas arriba, me vuelve a mirar y hace el gesto de fuerza con la cara, y me sonríe, a mi solo me sale el gesto de morderme el labio. Pienso, muy oportuno Carla, si señora. Daniel se me acerca al oído y poniéndome la piel de gallina me dice en voz baja.
- Tú sigue haciendo la brujería que estás haciéndome, que se me seguirá poniendo así.
Y hace el gesto de mirarse el paquete. Una parte de mí, rectifico, una gran parte de mí, quiere ponerle la mano encima y comprobarlo. Nunca había sentido esta atracción por ningún chico, esa sensación de confianza, me había excitado. Por si no me había parecido poco lo que había sentido ya me dio un beso en el cuello, inconscientemente apreté los muslos y él lo notó. De nuevo se me acercó al oído...
- Vas a volverme loco.
¿ Y tú a mí? Creo que con la forma de mirarlo ha entendido que no es el lugar, y que no estoy preparada para eso. Aparta la mano del muslo y se coloca bien en su asiento, todo esto acompañado de una sonrisa muy picara.
¿ Entonces eres fotógrafa no?
Se supone que debo de responder tan normal después de lo que ha pasado. Sabe que soy fotógrafa, me conoció haciendo eso precisamente. Pero a ver donde termina la conversación. Marta sigue hablando con Carlos, esta vez de marcas de ropa, es una loca de la moda, y tiene en mente sacar próximamente una marca de camisetas personalizadas con frases muy actuales.El resto de la noche continúa más o menos en la misma dinámica, aunque con menos intensidad. Seguimos hablando de nuestras cosas, esta vez los cuatro compartimos conversación sobre algunas App de ligue. Daniel no ha parado de acariciarme los muslos, de pasar su mano por la mía, y de sonreírme para dejarme dos segundos sin aire. Me hace sentirme muy cómoda, y me gusta. Pensaba que después de Paul sería imposible estar así de bien con nadie y mucho menos así de relajada con un tío, pero estoy divirtiéndome y me gusta sentirme así.
Acabamos hablando de la ciudad, él nació aquí, y no siempre ha vivido en la casa de su madre, Olga. Hace un año terminó su relación con una chica, con la que llevaba varios años, y una vez finalizada la relación, el decidió volver con su madre. Trabaja cerca de la oficina, como a unos diez minutos, y conoce la cafetería donde voy cada día a desayunar. Hemos hablado de salir a correr los dos un día o de ir a desayunar antes de entrar a trabajar. Se interesa por mi trabajo y por que me decidí ser fotógrafa y yo no puedo hacer más que mirarlo embobada. Seguimos hablando durante casi una hora más y cuando miro el reloj del móvil veo que son casi las cinco de la madrugada. Noto los mojitos que llevo encima y que estoy un poco chispa, el no ha dejado de regalarme besos en el cuello y susurros al oído, voy casi igual de borracha que cachonda.- ¿Nos vamos?, pregunta Marta.
- Lo que tu digas zanahoria, tu mandas.
- Mañana hay que ir a la oficina, aunque sea un rato a dejar listo lo del lunes.
Daniel me agarra el muslo con fuerza , lo miro y se muerde el labio, en ese momento recuerdo la frase que le dice Christian Grey a Anastasia cuando hace ese gesto, y no se por qué me río. Pedimos la cuenta, y empezamos a recoger lo que tenemos encima de la mesa. Sé que ahora estoy en la gloria, mañana me acordaré bien de los mojitos. Nos levantamos y para irnos, y me agarra la cintura, lo cierto es que tengo miedo. Miedo de que me proponga ir a su casa o ir a la mía a entregarnos el uno al otro en el sofá, miedo a que se marche después de hacerlo, y miedo a pensar todas estas cosas. Llegamos a su coche y miro a mi lado donde antes estaba andando Marta y no está, se ha quedado mas atrás con Carlos, y se están besando, Daniel y yo nos echamos a reír. Me agarra de la cintura y me pone frente a él. Miedo.
- He estado muy a gusto contigo esta noche, tenemos que repetir otro día.
- Solos.
Ahora mismo tengo un mojito mental, y no se como se soluciona.
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Nunca imaginé
Teen FictionElla, alocada, sexy e impulsiva. Carla es una fotógrafa que vive en Sevilla. Viajó hasta allí para sanar sus heridas, las que no se ven, las del corazón. Necesita ordenar su vida después de una dolorosa ruptura amorosa. Una mañana en la cafetería de...