Capitulo V

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CAPITULO V 

        Luego de una dura sesión de limpieza, hice mi camino hasta la sala. Allí estaba Alena, sentada con sus brazos rodeando las rodillas. La bolsa de las galletas y la botella de agua, ahora vacías, estaban a un lado de ella en el mueble. Me acerque lentamente y me senté a su derecha. Ella voltio su rostro para verme y murmuro un suave ‹‹gracias››. Yo le sonreí. Honestamente, no soy muy buena en esta clase de situaciones.  

        Trate de hacer conteo mental de lo que acababa de ocurrir. Alena sangrando por una herida profunda. Yo curándola. Ella comiendo. Yo limpiando. Ella agradeciéndote. Yo, sentada como una tarada, pensando en lo que acaba de pasar. Creo que mejor le pregunto qué ha pasado ¿debería? Sí, creo que sí.  

        -oye Alena, ¿me quieres contar que fue lo que paso?-digo, esperando y anhelando que me diga, porque esta situación me está irritando. 

        -me corte. -dice simplemente.  

        Esa respuesta fue algo obvia, por lo que pensé en responder algo como  Bueno, no me digas, ¿en serio? mientras limpiaba la sangre saliendo de tu brazo no me di cuenta. Pero al final dije esto. 

        -eso ya lo sé Alena, quiero sabe es como sucedió. 

        -quería aprender a defenderme. 

        - ¿Cortándote tú misma?-pregunte algo sorprendida. Porque la verdad me parecía algo absurdo que hiciera eso. 

        Ella puso mala cara -obvio que no. Estaba tratando de hacer unos movimientos con el cuchillo este, el largo, que me diste. Y bueno, supongo que no salió bien. - no sé si eran mis instintos naturales a no confiar en nadie, pero por alguna razón no me creí ese cuento. 

        -Sé que no me crees Allison, pero es la verdad. Esos cuchillos... son demasiados grandes. Perdí el control. Se me resbalo y me corte. -me vio con sus grandes ojos como esmeraldas. 

        -Está bien, te creo- no lo hago. - supongo que los que te di eran algo grandes. -no lo eran. Estas mintiéndome. Lo dejare pasar. Solo esta vez. - Vamos, hay que dormir. - me levanto y empiezo a caminar hacia las escaleras, cuando una manita cubre la mía. Es, obviamente, Alena. - ¿Qué pasa? ¿Quieres que me quede? 

        Ella se sonroja- eh, no. Yo me preguntaba... si... -ella mueve la boca pero no escucho sus palabras.  

        - ¿Qué? No escuche nada Alena, habla bien. 

        - ¿me preguntaba si pudo dormir contigo esta noche? Te prometo que solo será una vez. - sus ojos tienen un ruego interno. Y bueno, es imposible resistirse a ellos. Asiento y ella sonríe. Nos movemos juntas a la habitación, me recuesto en la cama y Alena hace lo mismo.  

        Luego de veinte minutos. Cuando el sueño estaba haciendo su camino hacia mí. Siento a Alena aferrarse a mi cuerpo, y pienso que es solo una niña perdida en el mundo que no tiene nada a lo que sostenerse.  

                                                                                  **** 

        No pude evitar voltear los ojos al recordar las palabras de Baÿola esta mañana. Era la despedida. Mejor dicho, la despedida de Alena y Baÿola. A mí me bastaba con un movimiento de cabeza hacia la anciana, en reconocimiento del préstamo de su hogar.  

        Baÿola estaba empeñada en no dejarnos ir, decía una y otra vez que tenía años viviendo en esa casa, y jamás de los jamases le había pasado algo a ella o a su hogar. 

Red Eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora