Capitulo III

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CAPITULO III  

        Después de limpiar la entrada totalmente y enterrar el cuerpo de Theodor en el patio trasero; lo cual me llevo más de media hora; entre en el baño para quitarme ese olor pestilente a muerte y a tierra. El baño olía a lavanda, con algo más, creo que es, si, eso es. Canela. Lavanda con canela. Debo decir que esa combinación de olores es magnífica.  

        Tome una toalla de la repisa y me metí en la ducha, el agua estaba caliente, lo cual era beneficioso para mí, ya que no me gustaba el agua fría a las tres de la mañana. Al salir de la ducha observe mi reflejo en el espejo.  

        Ojos de un tamaño normal para mi estructura ósea, de un color plateado medio, ni tan oscuro ni tan claro. Cabello largo y espeso de color castaño claro; nunca lo pinte, aunque en algún momento de mi vida considere hacerlo, de un clor llamativo, algo para resaltar, luego me di cuenta de que si en algún momento me metía en un problema con los Sia o los Pi, tendrían una clara descripción mía para identificarme rápidamente; mi piel era de un color dorado oscuro, no tanto, pero si lo suficiente para decir que no soy para nada pariente de Alena; cuya piel es sumamente blanca; y mi cuerpo, bueno, tenía las curvas necesarias en los lugares correctos y mi estatura ayudaba con eso, ni tan alta ni tan baja. Aproximadamente 1,70. Estaba bien. 

        Y luego observe lo que de verdad quería ver en el espejo, aquellos ojos grises que en un momento se tornaban rojos, rodeados de un moratón que iba de verde a morado y luego a un negro difuminado. Mi labio inferior estaba hinchado y tenía un corte amplio y profundo en él. Mi mejilla derecha estaba morada y tenía un corte. Mi torso tenia dibujada la forma de una rodilla y me dolían las costillas. Y mis muñecas tenían marcas de dedos rodeándolas. Ese bastardo. No pensaría en él, estaba pagando el precio en el jardín. O más bien debajo de este. Sonreí. Si, hoy dormiría bien. 

                                                                                          **** 

        - ¡Allison! ¡Allison! 

        -mmmhmmmm...  

        - ¡Allison! ¡Despierta YA! 

        Abrí mis ojos poco a poco, estaba cansada, quería dormir como por, tres meses más. Tuve que cerrar mis ojos y volverlos a abrir para poder enfocarme en lo que sea que me estuviera gritando tanto en la mañana. Era Alena. Desee poder patearla como un balón. Así me dejaría dormir. Así que cuando se inclino cerca de mi rostro, simplemente lo hice, levante mi mano con mucha paciencia y la aplaste en su rostro empujándolo suavemente hacia atrás. Cayó de culo, lo cual hizo que le regalara una sonrisa. Ella dio un grito ahogado algo fingido y se llevó una mano al pecho, diciendo algo como ¿Cómo te atreves Allison? Y luego solo empezó a reírse, lo cual hizo que yo también me riera, y terminara despertándome. 

        - ¿Qué quieres Alena? 

        -Hice el desayuno. - dijo simplemente, encogiéndose de hombros - así que tienes como, -miro su muñeca para pretender que llevaba un reloj - veinte minutos máximo para que bajes o sino subiré otra vez a empujar tu trasero por las escaleras. 

        - ¿y que te hace creer que puedas hacer eso sin que antes te mate? 

        -no lo has hecho aún ¿o sí? Y confió ciegamente en que no eres de las que esperan, así que creo que todavía no lo harás. -palabra clave: todavía. Ella misma lo dijo. 

        -bien, bajare en un momento. Solo vete. 

        -bien, estaré en la cocina. Esperándote. 

Red Eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora