6. Tõdõ.

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Seunghyun se había pasado todo el día tratando de enfocar su mente en recobrar de nuevo sus sentidos. Intentó ubicar las coordenadas de su planeta para poder usar la teletransportación, pero solo tenía muchas imágenes borrosas y poco claras, así no era seguro hacer un viaje o terminaría rompiendo sus neuronas y quedando como un vegetal en quien sabe qué lugar en medio del espacio. A pesar de que estuvo horas sentado en silencio no pudo lograr un solo avance, eso era frustrante para él porque tenía un mal presentimiento que no dejaba de golpear su pecho.

Él tenía claro que la misión no era más que una forma de eliminarlo del camino porque sabía mucho. Su primera pista fue cuando vio a Grall y a Frynt reunidos en una parte alejada de la estación hablando en voz baja, su oído fue bastante claro cuando ambos dijeron, esclavos y Yagrat en la misma oración unos días antes de que se reunieran para asignar las misiones. No por nada ese día en el salón de asignaciones había pensado en voz alta cuando Youngbae anunció su nombre a una misión tan extraña.

Los estúpidos cristales nunca habían existido, se sentía tan tonto por no darse cuenta mucho antes de haber entrado a la nave, aunque no pudo evitar dejar salir una sonrisa porque si él no hubiera salido jamás habría conocido a Jiyong. Ese ser que estaba metiéndose dentro de su interior a cada segundo que pasaba y creía que una de las razones porque las que su cerebro no funcionaba al 100% se debía a que no estaba listo para dejar a Jiyong, era imposible, pero estaba pensando en invitarlo a irse con él. Iba a saltar como un loco, pero se arriesgaría.

Primero debía arreglar su situación. Jiyong no se podría ir a escondidas como si fuera un ladrón, necesitaba hablar con sus padres y que le conocieran. A como Jiyong se comportaba era visible que era alguien casero por lo que las tradiciones debían ser muy importantes para su gente y él quería hacerlo bien. Se levantó, un poco resignado de no tener estabilidad en sus poderes, y caminó por la casa para ver si había rastros de la infancia de Jiyong, pero no había mucho, casi todo estaba vacío. Llegó a la última habitación y al lado de una enorme ventana colgaba un pequeño papel con lo que parecía ser un dibujo de un niño. Eso le hizo sentirse conmovido, era algo que su Jiyong había dejado ahí probablemente cuando pasaba horas mirando las estrellas, ¿esperen había dicho "su" Jiyong? Estaba riéndose como el ser más tonto de todos, pero si lo pensaba, lo pensaba como suyo y aunque primero debía tener el consentimiento de su Jiyong, tenía seguridad en que así sería.

Comió un poco y volvió a quedarse sentado tratando de leer uno de los libros que la madre de Jiyong le había llevado el día anterior para que no se aburriera ahí encerrado. Era un poco complicado entender por completo su idioma, pero una que otra imagen le daba ideas acerca de que podría explicar el texto, pero igual, era aburrido. Todo era aburrido si Jiyong no estaba ahí siendo altanero y a la vez lindo, quería escucharlo decir cualquier cosa o sonrojarse cuando lo veía sonreír. A ambos les gustaba mirarse y los dos lo disfrutaban.

—No sé qué rayos estaba pensando cuando le dije que lo besaría de otra manera... Soy un degenerado— sacudió su cabello con frustración —Jiyong es muy inocente aún—

No era como si tuviera la gran experiencia del universo, pero claramente esa no era su primera vez, no quería arruinar las cosas por lo que necesitaba controlarse y dejar de actuar como una bestia hambrienta, pero le resultaba imposible después de haber probado los labios tiernos de Jiyong la otra vez, era como dejarse envolver de un dulce manjar que nunca antes hubieras degustado. Era dulce y adictivo, casi rayando a lo prohibido dada a la situación de Jiyong, él seguía siendo alguien puro. Sus ojos se lo revelaban todo el tiempo y ahora no era la excepción.

Jiyong había entrado en silencio, pero sus oídos fueron más rápidos. La casa estaba cubierta de oscuridad, pero Seunghyun aún estaba ahí sumido en sus pensamientos debatiéndose entre lo que era correcto y lo que no.

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