Hoy es el día, en 1 hora entro en clase. Tengo la universidad a pocas calles de casa, suerte también que tenga el trabajo entre medio.
Mi jefe ya me ha cambiado los horarios para trabajar y estudiar, haver como lo llevo.
Llego a clase, toda la universidad tenía un estilo muy antiguo, no me gustaba nada. Me presento con la gente, la verdad que me ha sorprendido lo majos y majas que eran.
A tercera hora alguien picó la puerta y adivinar quien era, el chico de la terraza exacto.
Al entrar me miró y como no, yo no me resistí a mirarle, me sonrió y me puse más rojo que un tomate.
Y ya no hace falta que os diga donde estaba el único sitio libre de la clase.
—Hola. —dijo con un tono chulito
—Buenas. —dije avergonzado
—Como te llamás? —me preguntó.
—Lucas.
—Yo Mateo, encantado.
Me estrechó la mano y pude darme cuenta de el increible tacto de su piel, era increible, pero le sudaba la mano y se la solté rápido, me dio mucho asco.
Acabamos las clases y después de eso me fui a trabajar. Entre los bocadillos y cafés que servía, llegó él, se sentó en la mesa del final y directamente mi jefe le sirvió un café y un crusán.
—Le conoces? —dije nervioso
—Claro —se rie —,es mi hijo.
Me quedé sorprendido por esa increible casualidad, le dije que coincidia con el en varias clases y eso me explicó la confianza de él, el otro dia tomando el sol.
Llegó una chica y se sentó con él, parecía ser que era su novia, directamente fuí para que pidiese algo, así podría saludar a Mateo.
—Hey wacho que onda como va. —dijo contento
Me dí cuenta de su manera de pasar absolutamente de todo, me gusta.
—Bien, bien. —le dije. —Quién es ella?
—Mi mejor amiga
Por dentro de mi algo se alegró.
