Charlotte Gilmore Swan, una joven de 17 años que había vivido toda su vida en Londres, pronto se verá envuelta en el mundo de lo sobrenatural, donde los vampiros y hombres lobo coexisten en un pequeño pueblo donde casualmente Charlotte vivió sus pri...
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Mi nombre es Charlotte Gilmore, y hasta hace poco vivía en Londres, Inglaterra, junto a mis padres, Anthony y Catherine Gilmore, y mi hermano mayor, Alexander Gilmore. Nuestra vida en la gran ciudad era cómoda y llena de oportunidades, pero todo cambió cuando mis padres decidieron que era hora de regresar a nuestra ciudad natal: Forks, Washington.
Forks, un pequeño rincón olvidado en medio de la naturaleza del estado de Washington. Su clima era tan característico como infame: la lluvia caía de manera constante, dejando las calles permanentemente húmedas y un tanto peligrosas. Además, el frío era una presencia constante que no todos apreciaban. A pesar de sus desventajas climáticas, Forks tenía su propio encanto. Para mí, era la reserva, un lugar donde la naturaleza salvaje se encontraba con el mar, un refugio donde podías olvidar el mundo exterior.
Mis padres tenían sus razones para querer dejar atrás la vida en la ciudad. Mi madre, una talentosa diseñadora de moda, anhelaba la tranquilidad y la inspiración que solo un entorno más natural podía ofrecerle. Mi padre, un cirujano respetado, buscaba un ritmo de vida más relajado que le permitiera disfrutar de su familia y de su pasión por la medicina sin el estrés de la gran ciudad.
Mi hermano, por supuesto, se adaptaría sin problemas. Con su encanto natural y su habilidad para ganarse a cualquiera, estaba destinado a triunfar en cualquier lugar al que fuera. Yo, por otro lado, no tenía nada particularmente destacable. Compartía con mi hermano la peculiaridad de tener heterocromía ocular, lo que hacía que nuestros ojos fueran de colores diferentes. Además de eso, disfrutaba del arte y la danza, y ayudaba a mi madre con sus diseños cuando podía.
Nuestra vida en Londres estaba llena de viajes constantes debido al trabajo de mis padres, lo que significaba que siempre estábamos en movimiento, explorando nuevos lugares y conociendo nuevas culturas. Sin embargo, también venía acompañada de desafíos, especialmente para mí. Mis ojos "raros" a menudo eran motivo de burla y exclusión por parte de mis compañeros de clase, lo que me hacía anhelar un lugar donde pudiera encajar sin ser juzgada por mi apariencia.
Pero Italia siempre fue un refugio para mí. En uno de nuestros viajes, conocimos a los misteriosos Reyes de Volterra, quienes al principio me intimidaron, pero con el tiempo llegamos a establecer un vínculo único que me hizo sentir aceptada y valorada.
Ahora, la noticia de nuestra mudanza a Forks me llena de emociones encontradas. Por un lado, siento nostalgia por los amigos y las experiencias que dejamos atrás en Londres. Por otro lado, siento una profunda conexión con Forks, como si fuera un lugar al que siempre pertenecí pero que había olvidado. Estoy ansiosa por volver a sumergirme en la belleza natural de la reserva, por reconectar con viejos amigos y por descubrir qué nuevos horizontes nos depara esta nueva etapa en nuestras vidas.
