꧁ XXVII ꧂

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Capitulo veintisiete:
Reencuentro

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Cuando llegamos a Forks, me dirigí directamente a mi casa. Al acercarme, noté que la luz de la oficina de mi papá estaba encendida, lo que me hizo suponer que aún seguía trabajando. Me detuve un momento en el umbral, observando cómo la luz cálida se filtraba por las cortinas. El resplandor suave iluminaba parcialmente el jardín, creando sombras alargadas y misteriosas. Tomé un respiro profundo, sintiendo la frescura del aire nocturno y el aroma de los pinos que rodeaban la casa, antes de finalmente decidirme a entrar. Al abrir la puerta, el familiar sonido de la madera crujiendo bajo mis pies me dio la bienvenida, recordándome que, a pesar de todo, estaba en casa.

—¿Aún despierto, papá? —pregunté desde el umbral de su oficina. Él se sobresaltó y levantó la vista de los papeles que leía para mirarme.

—¿Y mi regalo? —preguntó. Yo lo miré confundida, no me esperaba esta reacción de su parte.

—¡Oye! —me quejé—. ¿Acaso no te basta con que haya regresado? —dije, haciendo un puchero.

—Uhm, no. Quería mi regalo —dijo, tratando de sonar serio, pero sabía que por dentro se moría de risa.

—Me hieres, papá —dije, llevándome una mano al pecho.

—¿Qué pasó, hija? —preguntó divertido—. Pensé que serías más rebelde y te irías a Las Vegas.

—Que cosas dices, papá —reí divertida—. Sabes que soy un angelito. Además, mis súbditos me extrañarían demasiado y por eso regresé.

—¿Quiénes son los desafortunados que te extrañan? —preguntó en un susurro que alcancé a escuchar.

—¡Hey! —exclamé. Él levantó las manos en señal de rendición—. Sé que hasta tú me extrañarías —dije, entrecerrando los ojos en su dirección.

—No puedo decir que no a eso —dijo con una pequeña sonrisa.

—Lo sabía —dije.

—Sí, sí. Lo que tú digas, hija —dijo, poniendo los ojos en blanco—. Ve a dormir. Tu madre está con Sue y Alex con Elizabeth.

—¿Cómo... cómo están ellos? Me refiero a la tía Sue, a Seth y a Leah —dije, acercándome a su escritorio.

—Seth y Leah entraron en fase poco después del funeral —explicó mi padre, soltando un suspiro—. Estaban muy asustados. Sam y los chicos tuvieron que tranquilizarlos.

Me quedé en silencio por un momento, procesando la información. La fase era algo que siempre me había parecido aterrador, y pensar en Seth y Leah pasando por eso me llenaba de tristeza.

—Lo siento —dije con la voz entrecortada—. Si hubiera sido más considerada y me hubiera quedado, tal vez podría haberlos ayudado.

—No es tu culpa, hija —dijo. Se levantó de su silla y se acercó a mí, envolviéndome en un abrazo. Su calor y su fuerza eran reconfortantes, pero no podían borrar la culpa que sentía.

—¡Sí lo es, papá! —exclamé, sintiendo cómo las lágrimas resbalaban por mis mejillas—. Si me hubiera levantado más temprano ese día, podría haber cuidado a mi tío y él estaría... estaría aquí con nosotros.

—¡Ya basta, Charlotte! —dijo, rompiendo el abrazo para mirarme fijamente—. No es tu culpa, ¿entendido? Las cosas suelen pasar por algo, cariño. No somos adivinos como para saber que esto ocurriría.

Bad Vibes - Carlisle Cullen EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora