Capítulo III

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Capítulo III

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Capítulo III

Wanda no recordaba haber sido besada así. Los labios de su ex novio siempre fueron demandantes, agresivos casi. Ella lo atribuía a la pasión que él decía sentir por ella, pero la verdad, es que la manera en que este endiabladamente guapo desconocido estaba besándola la hacía sentirse mucho más exaltada y llena de una pasión extraña que no había experimentado antes. Su cuerpo parecía moverse por inercia, respondiendo a cada suave aproximación de él. No se dio cuenta en qué momento sus manos le habían rodeado el cuello o cuando las grandes y cálidas manos de él le habían aferrado la cintura y la habían apegado a su cuerpo, presionando su pecho contra el suyo.

De pronto se sentía extrañamente febril y el hecho de que él rodeara su cintura con un brazo y la alzara brevemente para luego acomodarla de espaldas sobre el brocado del sofá no le pareció nada malo. Muy por el contrario; necesitaba más contacto, más acceso a esa espalda de músculos marcados que se insinuaba bajo la delgada tela de la camisa. Su boca no se apartaba de la suya más que por breves momentos, brevísimas pausas usadas sólo para recuperar el aliento antes de que él volviera a besarla como si nada más importase, mareándola con el sabor de su boca, con el calor de su aliento mientras sus manos la recorrían de forma sutil, pero vehemente.

Tan sutil era que sólo se percató de que él le había abierto la blusa cuando sintió su boca apartarse de la suya para notar el cosquilleo de su barba sobre su clavícula ahora desnuda. El contacto cálido y rasposo de su boca le produjo un escalofrío y no pudo evitar arquearse levemente hacia él, ofreciéndose sin darse cuenta de que lo hacía. Bucky no pudo evitar sonreír contra su piel cuando la sintió moverse hacia él, buscando más contacto. Deslizó sus manos por debajo de la seda de la blusa para cunar su espalda baja, haciendo más notorio el arco de su espalda, dejándola a su merced un poco más.

Wanda dejó caer la cabeza hacia atrás, dejando escapar un suspiro y enterrando sus dedos entre los largos cabellos del hombre, deshaciendo su peinado y dejando que sus ondas castañas se enredaran entre sus dedos y le acariciaran delicadamente la piel que alcanzaban. Sus manos en la suave piel de su espalda se sentían como un masaje y la hicieron suspirar de placer. Él notó su reacción y detuvo sus besos al llegar al borde del sujetador que llevaba, rozándolo apenas con los dientes antes de incorporarse y ayudarla a hacer lo mismo. La chica lo miró confundida por un segundo, pero sus labios la volvieron a reclamar y todo pensamiento coherente se detuvo.

De pronto se sentía como una muñeca. Lánguida y sin voluntad, se dejó acomodar sobre el regazo de él, notando bajo la tela del pantalón los estragos de las caricias que se habían prodigado momentos antes. La presión de aquella erección contra sus caderas la hizo estremecerse de anticipación. Bucky la ayudó a acomodarse de espaldas a él y deslizó suavemente la blusa por sus hombros, dejándola caer luego al piso sin mucho cuidado. El broche del sujetador quedó frente sus ojos y él lo abrió rápidamente, notando que la primera reacción de ella fue un respingo y su instinto, la llevó a intentar cubrirse el pecho ahora desnudo, pero él no la dejó.

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