🇸🇾Día 2🇻🇪

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🇸🇾💞🇻🇪

🌱Beso🌱

[°•🍀•°]

El menor de ambos se sentía ya desfallecer, literalmente su alma salía de su cuerpo; Aunque precisamente no iba hacia arriba, pero no decírselo al mayor e intentar que no se notara era lo fundamental, se suponía que era un macho.

Después de todo, tener un leve temor a las alturas era normal y esto se incrementaba más al saber que no había un tipo de protección para caerte como cristales o barandas. Pero, un nivel extremo es ya sentarse a 2.810 malditos metros en una roca en donde nadie le escucharía gritar en absoluto.

¿En dónde estaba? En el Roraima, y prácticamente le asustaba que Venezuela estuviera de lo más normal de la vida sentado en la orilla de un acantilado. No sabía si eso era vivir la vida al máximo, o ser un máximo idiota en la vida.

La segunda era favorable.

-Aibtaead ean hunak! (¡Álejate de allí!) -Chilló notando como balanceada las piernas y silbaba a las nubes que estaban más abajo, y si estaban por encima de las nubes; Significaba peligro para él y Venezuela.

No quería que se volviera un puré tricolor con estrellas, le podrían culpar de haberlo empujado.

-¿Por qué? -Preguntó lanzando una pequeña piedra al vacío -Pana, he estado acá miles de veces; Relájese. -Rió dejándose caer de espaldas aún balanceado sus piernas. Cerró los ojos por los rayos del Sol que le golpeaban directamente a las pupilas que se contraían para regularizar la entrada de luz, este era un momento mezclado entre felicidad y relajación. Llevaba meses convenciendo al árabe de ir a esa montaña, y si que valió la pena hacerlo ya que su cara no tenía precio.

Él ya estaba acostumbrado a las alturas, desde pequeño se la pasaba entre los árboles ya sea para tomar sus frutos o para matar el aburrimiento. El miedo a las alturas fue agonizando de a poco con los años, y jugar en lugares tan peligrosos como aquellos ya no era tan terrorífico como en esa etapa de la niñez cuando le tenía miedo al silbón.

...Aún le tiene miedo, ¡Pero eso no iba al caso!

La luz que se filtraba por sus párpados se apagó de repente, y una respiración algo acelerada se mezcló con la suya; Abrió sus ojos encontrándose de frente con un árabe que le observaba fijamente. -¿Apikatoda paken nai?  (¿Te puedo ayudar?) - Le sonrió coqueto, a lo que recibió un "lepe", como diría su persona. 

-Ealaa hadha almueadal , sawf taqtal nafsak (A este ritmo, te matarás) -Soltó directamente -ln 'akun mswwlaan , daena nadhhab (No seré responsable, vámonos) -Exigió el de dos estrellas, con el ceño fruncido. No bromeaba, y sacaría al mayor de ahí quiera o no; Venezuela no era un niño para hacer estas idioteces.

El caribeño entrecerró sus ojos en una disimulada mueca malévola.  -Amoine amörö... -Reflexionó como si fuera un mafioso, notando cada parte del rostro de Siria. Sus ojos tintados en ámbar que le registraban por completo el alma; Sus mejillas mezcladas entre el negro y el blanco de su bandera con las puntas verdes de aquellas estrellas de cinco puntas; Las facciones tan demandantes y serias que siempre se dirigían a él con irritación de por medio, curioso porque nunca hizo ni ha hecho nada para alejarse de su lado.

¿Por sus gobiernos, quizá? No le importaba mucho, con tener tan sólo un poco de compañía le era suficiente aunque fuese falsa o comprada. Muchos de los que consideraría compañía en el pasado ahora no eran más que otros conocidos o enemigos en el presente.

Semana Sirivene/Veneria [°•Countryhumans•°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora