5. Un patito en la Aldea Pathurna

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— Ahora te lo diré otra vez. Tú me respondes primero, y yo te respondo después. ¿Empezamos? — Dijo Prifud.

Sin más, remedio, y sin saber dónde estaba y quienes eran ellos, el patito solo atinó a decir un simple y precavido: — Okey —

— ¿Mmmm, cuál es tu nombre?

— Patito.

— Mmmm, enserio.

— Patito Bonito III. No es mi culpa, mis dueños no eran tan creativos. — Dijo Patito, algo avergonzado.

Sus dueños no eran tan creativos, pero también pensaban que era algo absurdo esforzarse por ponerle un nombre creativo. Al fin y al cabo, en unos meses sería un rico pato asado.

Se escucharon algunas risas de soldados, incluso el mismo Prifud soltó una risa ligera.

— Mmmm, no tienes alguna marca que te identifique de que tribu vienes, lo cual es absurdo— Exclamó Prifud. — ¿Así que, de dónde vienes?

El patito escuchó, se quedó en silencio un momento, y habló:

—De mi casa.

— Mmmmm, no me estas entendiendo. Cada pato al nacer, lleva una marca respectiva de su tribu, que con el tiempo se vuelve imborrable. Y tú no llevas una. — Dijo Prifud, algo impaciente.

— Que yo sepa, al nacer no me hicieron nada. Nací fuerte y sano, aunque de alguna manera el nacer así hizo que me quisieran coci-

— ¡Mmmmm, no necesito esa información, solo quiero saber de qué tribu vienes! ¿O acaso existe una tribu de patos sin marca, que quizás no conozcamos hasta ahora?

— ¿Tribu? Tribu. Ahhh, Creo que oí esa palabra en una de las películas de humanos con sombrero y otros que usaban plumas en su cabeza. Mis dueños mayores gustaban de ver esos tipos de pelic—

— ¡YA BASTA! —

Todos los soldados pato se quedaron perplejos, al igual que el patito. Para ser un pato, Prifud tenía una voz muy grave.

— Mmmmm, no entiendo nada de lo que dices. De alguna manera me pone... irritable, y al mismo tiempo, curioso. Replantearé mi pregunta, a ver si funciona. ¿Cómo llegaste aquí? — Dijo Prifud.

El patito procedió a lanzar su queja:

— Yo no quise llegar aquí, una voz abrió un agujero que me dejo en el aire, en un lugar gris y desolado, sin comida ni agua, luego me persiguieron unos extraños animales redondos y rallad—

— ¿¡CHANCHIGRES!? — Exclamaron los soldados pato, asustados.

— ¿Chanchigres? ¿Encontraste a los chanchigres? — Exclamo Prifud, curioso, exaltado y algo aterrado.

— Chanchi...que? Si así se llaman, si, casi me atrapan, pero pude escapar — Dijo el patito.

Al escuchar esto, Prifud y los soldados pato se quedaron mirando al recién llegado. Su opinión acerca de él había cambiado. Si antes lo veían como un pato tonto con cara de tonto que no necesitaba actuar mucho para fingir ser tonto, ahora lo veían igual, pero con un poco más de respeto. Escapar de los chanchigres y salir ilesos, ya es un gran logro en sí para cualquier pato. Prifud lo sabía, la herida en su espalda lo respaldaba. Para los patitos, los chanchigres eran criaturas despreciables que siempre intentaban darles caza.

— Mmmmm, te creo — Dijo Prifud, más calmado. — No entendí del todo lo que hablabas, y por no mencionar tu extraño color amarillo, pero has escapado de los chanchigres. Eres un pato fuerte. Si hubieras querido hacernos daño ya lo hubieras hecho. Pero aún hay algo que no me queda muy claro, y que me deja algo inquieto.

Soy un patito, un patito en otro mundoWhere stories live. Discover now