Capítulo 1

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— ¡Merlín podrías por una vez tocar la maldita puerta antes de entrar! — rurgió Arturo mientras se quitaba la camisa.

— Lo siento señor.— respondió solícito el sirviente.

— ¿Estas bien Merlín?

— ¿Por qué no lo estaría señor?

— Tal vez porque me llamaste muchas veces señor.— dijo Arturo girándose para mirar a su sirviente.

Merlín estaba parado en el medio de la habitación muy quieto y derecho.

— ¿Seguro que estas bien? 

— Lo estoy señor. — respondió Merlín.

— Merlín ya sabía yo que eras raro pero hoy te estás superando.— comentó Arturo acercándose más a su sirviente.

— No es nada Arturo.

— ¿Dónde estuviste?

— Estuve haciendo las tareas que me mandaste.

— ¿Estas hechizado?

— No lo creo.

— Deberíamos ir a hablar con Gaius. El va a encontrar una solución para esto. 

— No creo que sea la mejor idea Arturo.— respondió el sirviente acercándose lentamente a su señor.

— No Merlín. No sabemos que tipo de hechizo es. Podría ser peligroso.

Merlín no le prestó atención. Su mirada estaba clavada en la manera en que la V de la pelvis del Rey comenzaba a marcarse justo por encima de la cintura baja de sus pantalones se relamió los labios.

El sirviente volvió a mirar a Arturo a los ojos y se detuvo frente a él lo más cerca que pudo. Tanto que podía sentir su aliento mentolado sobre su boca. 

Merlín apoyó sus manos sobre los hombros desnudos de Arturo y comenzó a acariciar sus brazos para llegar a sus muñecas. 

Apretó el agarre sobre las muñecas del mayor manteniendolas juntas detrás de su espalda

Merlin cerró sus ojos y rozó sus labios contra los del Rey. Primero un pequeño roce, luego otro. 

El beso se volvió aún más apasionado cuando Arturo entreabrió los los labios. Merlín se separó para tomar aire y comenzó un camino lento de pequeños besos hasta el lóbulo de la oreja de Arturo. Lo chupo y mordió hasta que el mayor soltó un jadeo. Con sus manos tocó los abdominales marcados mientras siguió el camino  de besos y mordiscos hasta uno de los pezones. Atacó uno de ellos con su boca mientras excitaba el otro con la punta de sus dedos. Cuando ambos estuvieron lo suficientemente erectos se separa para admirarlos. 

Arturo gimió cerrando los ojos.

— Mirame Arturo.— órdeno el sirviente.

Sin despegar la vista de su amante, Merlín bajo un poco más y se arrodilló frente a él. Rápidamente desabrocho el pantalón del rubio y de lo sacó junto con los zapatos.

— Merlín esto no está bien. ¡Vamos levantate! — dijo Arturo intentando convencerlo o convencerse de que no era correcto lo que estaban haciendo.

La vista era magnífica. El pene semierecto del Rey goteaba líquido preseminal. Sacó su lengua húmeda y rosada y recogió la gota blanquecina de la punta del pene de Arturo. 

El Rey, abrumado por las sensaciones, gimió el nombre de su sirviente. 

Merlín succiono la punta y siguió engullendo hasta que con su nariz tocó la pelvis del rubio.

Cuando sintió que Arturo estaba por llegar se alejó de él mientras el mayor jadeaba inconforme.

Merlín usó toda su fuerza para empujar a Arturo hasta la cama. Cuando estaban frente a ella el Rey de Camelot se dejó caer sobre ella sin dejar de mirar a su sirviente.

— Arturo ponete en cuatro.— 

— Merlín yo doy las órdenes acá. Soy el Rey de Camelot y tu amo. Me debes obediencia.

—  Podemos jugar a eso otro día mi Rey.— respondió Merlín con voz ronca.

Arturo tembló y sus ojos se nublaron de deseo mientras hacía lo que su sirviente le pedía.

Merlín chupo dos de sus dedos y cuando Arturo estuvo en posición se dedicó a rodear el esfínter rosado y apretado del Rey. 

Los dedos del sirviente entraban y salían dilatando la entrada del mayor.

Gimiendo Arturo se movió desesperado para llegar al encuentro de los dedos de Merlín.

— Merlín… Más...

Merlín le respondió dejando caer la palma de su mano abierta sobre el flaco derecho del trasero real.

Arturo se quejó intentando alejarse pero después de un rato el dolor se convirtió en placer y  comenzó a lloriquear mientras jadeaba de placer.

— Arturo. Gírate. Ahora. ¡Boca arriba!

Merlín jadeo ante la imagen y Chasqueo los dedos. De repente aparecieron  ataduras sobre las muñecas de Arturo y una soga que las mantenía unidas al techo.

La tensión de la cuerda obligaba al Rey a tener sus brazos sobre la cabeza mientras sólo sus piernas estaban apoyadas sobre el colchón.

— ¿Merlín? ¿Tienes magia? — preguntó el mayor a Merlín mientras veía como este se metía entre sus piernas separadas.

El mago lo sujetó de las caderas de manera de poder alinear su falo erecto para entrar dentro de él.

Lo penetro de sólo una estocada y se quedó quieto para que Arturo se acostumbrara a su tamaño. 

— Merlínnn — gimió.

Merlín lo levantó apretando las manos alrededor de las caderas y después dejándolo caer.

Ambos gimieron mientras el sirviente aumentaban el ritmo de las embestidas.

Arturo gimió fuerte cuando Merlín tocó su próstata. La velocidad aumentó y el sirviente comenzó a dar estocada más largas para aumentar el placer.

Cuando Merlín estaba a punto de llegar volvió a chasquear los dedos y Arturo estaba boca arriba sobre la cama.

Le separó las piernas y volvió a penetrarlo. Embestidas cortas y rápidas. 

Arturo explotó desparramando su semilla sobre ambos.

El gemido de Arturo incentivo a Merlín que siguiera taladrando la próstata del mayor hasta que él también explotó.

Los ojos de Merlín se volvieron violetas completamente y se desmayó sobre Arturo. El Rey no pudo verlo ya que aún temblaba debido a su devastador orgasmo.

A la mañana siguiente Merlín abrió los ojos y se encontró en los aposentos reales con Arturo durmiendo a su lado.

— ¡Arturo! ¿Que hago durmiendo acá? — preguntó Merlín zarandeando al Rey para despertarlo.

— ¿No lo recuerdas? Entonces si debe ser un hechizo. Tenemos que ir a ver a Gaius.

— ¿Qué estoy haciendo desnudo? — volvió a preguntar Merlín mientras tapaba su desnudez con las sábanas.

— Merlín…

A Arturo no le dio tiempo a responder. Los ojos de Merlín se abrieron desmesuradamente.

En un pestañeo Merlín había recogido sus ropas y se había largado.

Holaa
Espero que les guste
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