Capítulo I

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El cielo ya estaba teñido de azul cuando Louis salió del estudio por primera vez en el día en busca de más café. Las primeras dos tazas se las había preparado María, una beta que había trabajado para ellos desde que Louis era un bebé. Dios la bendiga. Definitivamente no le pagaban lo suficiente. Bueno, para ser justos, le habían ofrecido un aumento varias veces, pero ella lo había rechazado argumentando que cuidar de Louis era más un placer que otra cosa, porque ella era simplemente así de genial.

Estaba tan ocupado tratando de alcanzar el paquete de su café favorito (esta vez en serio iba a matar a quien lo haya puesto en el mueble más alto de la cocina, estaba 100% de que lo habían hecho a propósito) que no vio a su padre parado en el comedor, ni notó el familiar aroma a libros y cuero del alfa.

"¿Otra vez trabajando de corrido, corazón?" Le preguntó haciendo que se sobresalte, para después reírse y extender un brazo para bajarle el café. Louis puso su mejor cara de ofendido, pero aceptó el abrazo de su padre. Se había ido de viaje de negocios hace ya cuatro días, y la verdad era que lo había extrañado mucho.

"Las elecciones están más cerca que nunca, y yo..." Se mordió el labio, sintiendo una oleada de estrés invadir su cuerpo.

Recientemente se había acostumbrado a ellas. No era un buen signo, pero él sabía perfectamente que sin esfuerzo no habría éxito. Ya tenía suficiente en su plato siendo el primer omega en postularse para ser parte del Parlamento, y para colmo, siendo su padre el Primer Ministro, no le quedaba duda alguna de que más de uno iba a decir que al puesto se lo habían regalado. Como si Louis no hubiese dejado el cuerpo y alma en Cambridge para obtener su título. Ojalá me vieran ahora, pensó, sirviéndose el café con ojos a medio cerrar y ardiéndole de tanto leer.

"Ya lo sé, Lou. Sería demasiada presión para cualquiera, pero siempre voy a tenerte fe. Mi niño es mejor que cualquiera de esos imbéciles que se atrevan a postularse. Solamente tiene que recordar tomarse un descanso de vez en cuando." Proclamó con una sonrisa de orgullo, dándole un beso en la frente y girándose de nuevo en dirección a la cocina. "Ahora, hazme el favor y deja eso para después" Señaló la taza de café en la mano de Louis. "Ya es la hora de la cena y hoy tengo tiempo de cocinar."

Eso logró sacarle una sonrisa gigante a Louis, porque no había comida mejor que la de su papá, en especial después de un día tan pesado. La de María estaba en un cercano segundo puesto, aunque él jamás se atrevería a decírselo en la cara.

"Está bien, papá. Y gracias" Le sonrió agradecido.

Su padre agitó la cabeza mientras sacaba el delantal de cocina espantoso que Louis le había regalado algunos años atrás. "No hay de qué, mi amor."

▫️▫️▫️

Una vez le hubo ayudado a su padre a levantar la mesa y a lavar los platos (ninguno de los dos sabia como usar el lavaplatos y María se había retirado varias horas antes) Louis subió a su habitación para darse una ducha rápida y luego acostarse.

Normalmente aprovechaba todo el tiempo que su padre estaba en la casa al máximo, sentándose juntos en el sofá del living a ver Netflix o simplemente conversando mientras bebían vino, pero no hoy. Hoy Louis había trabajado en su discurso de apertura todo el día, y sumado a eso no había dormido más que tres o cuatro horas la noche anterior, y su esfuerzo le estaba pasando factura. Se recordó una vez más que todo valdría la pena al final, y que no podía abandonar ahora que estaba tan cerca de conseguir lo que más deseaba desde que era un crío maravillado por el trabajo de su padre y queriendo seguir sus pasos más que nada en la vida.

Bodyguard (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora