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- Ese maldito - Murmuro aquel chico rubio, su habitación o lo que queda de ella era un completo desastre, todo estaba fuera de su lugar, objetos rotos en el suelo, la ventana sin vidrio ahora debido al impacto que recibió - ¿COMO SE ATREVE?

- Es su vida - Intervino su padre*, su rostro se mostraba cansado pero como no estarlo si era más de las 4 de la mañana.

- NO, NO ES SU VIDA - Se giró totalmente enojado - SU VIDA ME PERTENECE - Lagrimas caían por sus mejillas - El me pertenece.

- No - Respondió molesto su padre - Él no te pertenece Sanji - Se acercó a su hijo - Es una persona, no un objeto.

No espero una réplica o contestación de su hijo, se acercó a él y logro ponerlo de pie, el cuarto de su hijo era un desastre de principio a fin, logro calmarlo en el transcurso entre recamara y la suya misma, sin reproches se acostó, se sentía pequeño como un simple mocoso. Se dejó arropar y cuidar el resto de la mañana.

Le producía pena dejarlo en ese estado tan vulnerable pero no podía parar su vida por las acciones de su hijo, bajo a lo que es su lugar de paz, aquella cocina por la que los rayos de luz se colaban por aquel enorme ventanal según su propio criterio, estaba impecable, limpia y lista para ser utilizada en cualquier momento, sonrió*.

El ruido de las ollas, sartenes, cuchillos picando y las cucharas ser movidas de vez en cuando eran solo un par los sonidos que salían de aquella habitación, el exquisito aroma de los platillos que salían y salían sin parar, las fragancias de las especias que utilizaban producían una satisfacción sin igual produciendo un éxtasis inmediato al percibirlos, parecía no acabar nunca, el espacio libre en aquel cuarto poco a poco iba acabándose.

Y, pese a todo el escándalo, su oído seguía atento a la planta superior, cualquier mínimo sonido proveniente de aquel cuarto o sus alrededores, provocaba que sus acciones parasen aun siendo por un par de segundos.

En cuanto los ingredientes y materiales escasearon, por fin pudo darse el lujo de parar, a simple vista parecía un buffet con variedades de platillos distintos entre sí y parecidos en más de un aspecto*, sonrió de satisfacción ¿Que cocinero es capaz de superar tan magnífico trabajo? Nadie y menos su hijo.

Una mueca se instaló en su rostro en cuanto volvió el problema que últimamente atormentaba su cabeza, se acercó a aquella mesa de madera oscura y tomo lo que según su hijo, era un cacahuate prehistórico, marco el número que podría ser causante de un caos mucho peor o aquel que le diera fin al mismo.

- ¿Diga? - Se escuchó del otro lado del teléfono, aquella voz se escuchaba calmada - ¿Quién habla?

- Sigues contestando sin fijarte de quien es - Contesto el mismo Zeff mientras colocaba dicho aparato en altavoz.

- Perdone abuelo - Una risa se escuchó - Últimamente he recibido tantas llamadas que...

- ¿Cómo has estado? - Se atrevió a preguntar.

- Bien - Respondió con sinceridad - Aunque con todo esto, todo se complicó.

- ¿Cómo paso todo eso? - Volvió a cuestionar - Creí que eras un hombre serio y cuidadoso - Guardo silencio por un corto tiempo - Así como tu padre.

- Él es otro tema – Contesto al cabo de unos segundos – Todo fue un arrebato – Una decir risa y un leve grito se escuchó por medio del altavoz – Le puedo asegurar que no somos nada y que – Guardo silencio - ¿Sanji está cerca?

QUIERO SER YO ᴢᴏꜱᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora