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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

07

El kwami salió disparado del broche prendido sobre su pecho al tiempo que ella caía al suelo desmadejada. Se apartó el pelo empapado de sudor furiosa. No entendía por qué sus ataques no eran lo suficientemente poderosos. Gabriel Agreste no creaba a antihéroes espectaculares, pero eran mucho más efectivos que los suyos, además, no parecía acabar agotado como ella tras usar el maldito prodigio. ¿Qué estaba haciendo mal?

—Nooroo, ¿por qué no puedo eliminar a ese bichejo estúpido?

Sabía lo que iba a contestar el kwami, ya le había lanzado aquella pregunta antes.

—Aún no eres lo suficientemente fuerte.

Al parecer no era fuerza física lo que le faltaba y ahí era dónde se perdía y no sabía a qué se refería el kwami.

—Tengo determinación y buenas ideas, con eso debería bastar.

«Y más maldad que Gabriel en sus últimos meses como Hawk Moth» pensó Nooroo.

El prodigio de la transmisión había ido filtrando la oscuridad dentro del corazón de Gabriel Agreste, condenándole lentamente a atraer el mal hacia sí mismo desembocado en su derrota. Con ella, en cambio, estaba filtrando la locura, era cuestión de tiempo que acabase haciéndose daño a sí misma.

—La energía que requiere el uso de mi poder es mayor al resto. Acabarás matándote.

—No pienso morirme antes de acabar con ella.

—El prodigio podría dañarse.

—No me importa.

Nooroo no mencionó cómo podría afectar a su salud que la joya mágica que lo contenía y canalizaba su energía se dañaba. Aunque le dijera que si se rompía no podría volver a usarlo, sabía que no la detendría, porque lucharía hasta el final.

Resignado se sentó a su lado, dispuesto a acompañarla en aquel mal momento, hasta que pudiera volver a moverse por sí misma.

º º º

Luka soltó la guitarra y miró la pantalla de su móvil, el aviso de un mensaje de Marinette le puso nervioso. Marinette era de las que preferían llamar, al menos era lo que hacía con él, un mensaje era inusual. Lo abrió con la curiosidad enredándose en la boca de su estómago.

¿Podrías venir a casa? Necesito hablar contigo de algo importante. Si no puedes o no quieres lo entenderé, pero me gustaría que vinieras.
Tengo cerveza fría en la nevera.

Luka sonrió. Importante. No parecía algo grave, aunque sí comprometido si no se había atrevido a pedírselo de viva voz.

En quince minutos puedo estar ahí, ¿te va bien?

La respuesta de Marinette llegó al instante.

Sí, por favor. Gracias.

Se desperezó, llevaba demasiadas horas sentado en la misma pose componiendo, sentía las piernas pesadas y entumecidas. Guardó la guitarra en la cabina y sacó la bici y el casco.

—¿Sales? —la voz de Juleka desde la cubierta del Liberty le pilló por sorpresa. Le sonrió—. ¿La chica de la revista?

—No, voy a ver a Marinette.

—¿Te gusta torturarte innecesariamente? Porque no entiendo que sigas ahí cuando ella está con Adrien.

—Somos amigos —soltó abrochándose el casco—. Y no me torturo. ¿Se te ha ocurrido pensar que mis sentimientos por ella han podido cambiar?

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