Capítulo 1

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Llovía. 

  Llovía como llueve en las buenas películas de Hollywood; a cantaros. El frío me calaba los huesos mientras las gotas se escurrían entre mi blusa abierta, a falta de botones. Apenas podía ver luz en el horizonte. La ciudad con sus edificios como faros, al igual que las personas, se mostraba indiferente a mi cuerpo desnudo, casi muerto, corriendo entre maleza y arboles.

  Me abracé tratando de darme un poco de calor y ánimo, para ir más de prisa. Pero mis pies lastimados me recordaban que la distancia entre un punto y otro, al igual que la percepción del tiempo, es psicológica. ¿Por qué no le hice caso a Marian? ¿Por qué no me fui con ella?

  En este momento estará entrando en nuestro departamento, pensé ¿Se dará cuenta que no apagué la calefacción? Qué estúpida, como puedo pensar en la calefacción cuando tiré una fuente de fideos en la cocina. Yo nunca me hubiera ido dejando eso así.

  En qué cosas estoy pensando, corriendo por el medio de un bosque mientras escurro sangre por la entrepierna. Las ramas abrían tajos ardientes en mi piel.

  —No, no Sofi. No llores. No te atrevas a hacerlo —dije esperando que eso fuera suficiente. Pero ya era tarde.

  Cuántas veces quise alejarme de las personas, las personas que se preocupan por mí. Esto es un castigo. 

Otra vez yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora