Capítulo 4

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El sonido de las viejas cañerías, que atravesaban la cocina en dirección al baño, le devolvió el alma al cuerpo. Marian suspiró con alivio ante la primera batalla ganada cuando alguien tocó a la puerta tres veces.

  —¿Quién es? —gritó mientras luchaba con una palta para hacerle un sándwich a Sofí. Pero nadie contestó—. ¿Quién? —repitió.

  Silencio.

  Marian, con el cuchillo aún en la mano, se dirigió a la puerta. Y, tratando de hacer el menor ruido posible, se asomó por la mirilla. Si algo había aprendido en la vida era que toda precaución nunca está de más.

  —¿Qué estás haciendo?

  —Sofí, me vas a matar —contestó Marian dejando caer el cuchillo. Se agachó por él y se fijo por la mirilla. El pasillo estaba vacío.

  «Qué sorpresa», pensó. Si alguien estaba ahí ya se había ido.

  —¿Qué haces? —preguntó otra vez Sofí.

  —Nada, creí escuchar la puerta.

  —¿Y el cuchillo?

  —Te estaba preparando un sándwich, tu favorito, de palta. Estas hermosa.

  —Solo me bañe, no exageres. Tampoco es para que me cocines algo.

  —Muy graciosa. Yo no sabré cocinar pero tengo muchas otras cualidades. Ahora quiero que te sientes en la mesa y vamos a disfrutar de mis tan famosos sándwiches de palta. Veo que te quedó bien la camiseta. Sé que es un poco estampada para tu gusto pero bueno, los colores son energía.

  —Lo sé.

  —Aunque creo que me pasé con la ropa interior. No sé en que estaba pensando cuando compre ese conjunto flúor. ¿Qué decís?

  —¿La puerta está cerrada? —preguntó ignorándola.

  —Claro que sí, ni más faltaba. Todos los días chequeó puertas y ventanas.

  Sofí observó la pequeña habitación que constituía: la cocina, comedor y living, chequeando la puerta y dos pequeñas ventanas. El departamento, se podía decir que era funcional y limpio, esa eran sus mayores características. Y Sofí estaba muy orgullosa de eso. Era su lugar, donde por primera vez en su vida se había sentido cómoda, en casa. Le dolía demasiado que le hubieran quitado su refugio, ahora siempre estaría expuesta al mundo.

  «¿Por dónde entró?», se preguntó.

  —No lo hagas —dijo Marian.

  —¿Qué?

  —No te atormentes con eso. La policía lo va a atrapar, solo hay que darles tiempo.

  —En realidad crees eso, ¿en serio?

  —¿Qué quieres que crea? Ten un poco de fe —dijo Marian mientras veía a Sofí perdiendo la vista en la nada— ¿Por qué no nos mudamos?

  Sofí la miró como si la loca fuera ella.

  —Sí, mudémonos —volvió a decir—. Nosotras podemos empezar en cualquier lugar, empacamos nuestras cuatro cosas y nos vamos. ¿Qué te parece California? Ahí conseguiríamos clientes enseguida. Pero mírate, eres una típica californiana con tu pelo rubio y largo. Le vendría bien un poco de sol a esa paliducha piel.

  —Marian, ¿Qué te pasa? No tenemos ni un centavo. ¿No me lo acabaste de decir hace un instante?

  —Lo sé, pero podemos vender todos los muebles...

  —¿Y Christian?

  —¿Qué hay con él?

  —Dijiste que llama todos los días para ver cómo estamos, somos sus mejores chicas. Ha sido bastante considerado para lo que lo puede llegar a ser una persona que se dedica a este mundo. Nuestros clientes lo deben de estar acosando.

  Marian comenzó a comer.

  —También debe estar preocupado por su negocio. No seas ingenua Sofí. Las chicas deben de estar al tanto de todo lo que te pasó y deben de estar haciéndose la gran pregunta.

  —¿Si fue uno de los clientes?

  —Sí, sé que todos nuestros datos personales están protegidos. Nos llevan y nos trae personal de Christian pero si de alguna forma nos siguieron, o no sé, entraron a la base de datos de la compañía.

  —Cualquiera pudo haber sido. Y la policía no nos va a ayudar, a estas alturas ya deben de saber a que nos dedicamos. Ellos solo piensan que me lo merecía, para qué andaba haciendo cosas que van en contra de la buena moral de esta gran ciudad. Aquí solo hay hipócritas. De seguro, que muchos de ellos levantan en la noche a chicas de la calle para su placer, y luego, son ellos mismos quienes las arrestan. Estamos marcadas, la sociedad nos marcó.

  Un silenció incomodo, miradas que se cruzaban y una decisión tomada. 

Otra vez yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora