Si Necesitas Un Amigo [Brendon Urie]

Capítulo TREINTA

—¿Así que te irás al otro lado del mundo?— me miraba asombrado por todo lo que le había contado hace un momento. Creí que lo mejor era decirle porque no quería que se sintiera excluido en esto, él también estaba involucrado de una forma extraña.

—Tendré que hacerlo por él. No tienes idea de cuántos momentos difíciles estuvo conmigo; además es algo que necesito entender completamente, esto es algo que no comprendo nos servirá para encontrar más respuestas— me levanté del escalón en el que estaba sentada, estábamos mirando el atardecer en el pórtico de mi casa. Las nubes tenían una combinación rosada, anaranjada, rojiza, que se perdían poco a poco con un azul intenso.

—¿Aún más respuestas?— me preguntó confundido haciendo una cara especial para eso, una que solía hacer siempre, solo di una gran suspiro y asentí, sabía que era un tema complejo, incluso lo era para mí, así que entendí lo que pasaba por su cabeza.

—Mi oportunidad de viajar a una ciudad llena de celebridades se vino abajo por las tontas clases. La vida universitaria va a matarme antes de que pueda graduarme— su cara de cansancio lo decía todo aunque en el fondo todo sabemos que la vida laboral puede ser peor, sólo digo. No viajamos por gusto, sino, también estaría emocionada por ir y encontrarme con algún actor o cantante famoso, pero en definitiva no íbamos por gusto.

—Lamento mucho eso pero aún así ya habíamos hablado de que no podrías acompañarnos, ya tienes suficientes problemas y además no es un viaje por vacaciones— volví a sentarme a un lado de él ya que me cansé de estar parada y porque me había mareado un poco al ver al cielo por un largo rato.

—Bueno si lo ves de ese modo, pues tienes razón— se cruzó de brazos el rubio rizado. Me siguió preguntando que haría antes de irme por unos días, tuve que repetirle que no me iba para siempre unas cuantas veces, este tipo sabía cómo desesperarme, al parecer lo hacía a propósito. Después de un rato de plática quedó satisfecho ante mis respuestas.
La luz del día se fue y en su lugar empezó una oscuridad que se iba haciendo opacada por las luces de las calles. Erich se despidió de mí y entré a comer algo.

[...]

Una semana pasó para que pudiera pedir los permisos necesarios en el trabajo, Meyer siempre había sido una persona y un jefe muy amable por lo que accedió con el permiso y no me descontaría el sueldo, bueno solo la mitad. Adler también me decía que ojalá volviera pronto, aunque no entendía por qué si sólo me iría por unos cuantos días no toda una vida; pero al parecer hay algunas personas que les tienes que explicar las cosas con manzanas y todo eso.

También durante esa semana Ty andaba raro, era como si estuviera contando los días para irnos, se le notaba emocionado cada vez que platicábamos y cuando le preguntaba sobre su actitud solo me respondía que porque era un día bonito, vaya ni para mentir sabe éste.

Mientras tanto, cada que podía hablaba con Dallon, temía que algo saliera mal, pues él se encargará de conseguir un lugar en donde alojarnos, ya que, quería conseguir un lugar cerca de donde Sarah viviera. Cada vez que platicábamos por teléfono lo notaba preocupado, me mencionó que hace tiempo que no la veía y que encontrase con ella iba a ser complicado, aún le dolía un poco lo que había ocurrido y supongo que no era nada sencillo para él.
Además esta era una situación muy inusual en la que nos encontrábamos, llegué a preguntarme si hacíamos lo correcto al ir hasta allá. ¿Cómo le iba a decir que veo a su esposo muerto? ; La respuesta la estaba preparando sabía que lo primero que haría sería negarlo.

Brendon siempre estaba conmigo la mayor parte del tiempo, a menos que fuera el trabajo, me decía que era lo suficientemente aburrido como para verme trabajar. Sólo en ese momento me dejaba completamente sola y se me hacía muy extraño. Qué iba a hacer cuándo el ya no estuviese.