Capitulo 5

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Te veo mañana Sophie

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Te veo mañana Sophie.- sin más compra la cajita de música que tenía en mis manos y se marcha. Me deja un gran vacío su ausencia y sé que eso no es nada bueno.

Pasa la noche y duermo poco porque tengo pesadilla de recuerdos que me atormentan sin saber si realmente sucedieron. A la mañana siguiente me visto y voy a dar un paseo por la ciudad. Los paisajes me dejan atónita, es maravilloso todo esto y lo que más me gusta de esto es que siento tanta paz en mi interior, veo a lo lejos una pareja de enamorados con su pequeño hijo en sus brazos, el padre le hace gracia al pequeño con un oso de peluche que le compró, la madre le pone caras chistosas y el pequeño muestra su hermosa sonrisa que ilumina el rostro de los adultos, cuando soy consciente de lo que hago, veo mis manos en mi vientre lo que me deja helada, ¿Si es verdad lo que dice el señor Bartollini? Sacudo de mi mente toda ridícula idea de pensar que yo fuera esa mujer.

Voy a un restaurant y pido comida italiana, y una copa de vino, almuerzo viendo el paisaje de Toscana. El vino es suave y delicado perfecto para beber en una cena o comida, no sé de donde aprendí eso, pero me alegra saber que algo no he olvidado.

Miro el reloj y el tiempo pasa de prisa, son las cinco de la tarde y se supone que el señor Bartollini me esperará en la cafetería de aquel lugar, algo en mi me dice que valla que quiere verlo y contemplar su majestuoso caminar y semblante. Tomo mi cartera y camino lentamente por las calles, hasta que llego a la cafetería y ahí está, tomando un café, mirando la hora y cuidando las rosas blancas que tiene a su lado. Mis pies caminan lentamente donde se encuentra, soy incapaz de detenerme porque todo él me hace querer acompañarlo.

Buenas tardes señor Bartollini.- le sonrío tímida ya que su perfecta sonrisa resplandece en su rostro.

Sophie...- vuelve a decir ese nombre, pero esta vez no me molesta en lo absoluto.- Espero no te moleste mi atrevimiento pero me tome la libertad de comprar estas rosas para ti.- las recibo con mis mejillas rosadas, lo sé por el calor que siento en estas.

Gracias, no debió molestarse.- miro las bellas rosas, rosas que me encantan.

Me alegro que hayas venido, la verdad es que pensé que me dejarías plantado.- dice mirando su taza de café.

El silencio de SophieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora