Envolvían sus lenguas apasionadamente, pegando sus cuerpos y juntando tanto sus bocas que cualquier persona que los viera juraría que intentaban comerse el uno al otro.
—Chicos, ¿si ubican que están en medio de una pelea?
Ni siquiera la voz de Kurapika los sacó de su burbuja romántica y llena de saliva. Todos los tipos que los rodeaban parecían sumamente desconcertados y sorprendidos por la escena casi pornográfica llevada en medio de un caos por sus enemigos.
Leorio ya se estaba cansando de estar sosteniendo su cuchillo épicamente y que nadie lo atacara, maldiciendo al par de tortolitos empalagosos y hormonales que tenía a su lado. El rubio sólo suspiró, conteniendo la risa. La situación era extraña, y tal vez un poco divertida.
Pero ya no hubo más tiempo que perder, muchos de los tipos con ropas completamente negras y algunos con capuchas reaccionaron, moviéndose en dirección al cuarteto y siendo seguidos prontamente por el resto.
La seriedad volvió al dúo conformado por los mayores, defendiéndose y esquivando sin mayor problema los ataques. Kurapika ni siquiera tuvo que desenfundar sus espadas. Incluso Leorio con un simple cuchillo daba buen frente.
Gon y Killua... bueno, ellos seguían besándose, y cuando fueron atacados por cuatro a la vez, sólo fue necesario levantar sus puños. Parecía que bailaban entre una horda de tipos salvajes encapuchados, todo sin separar sus furiosas bocas.
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Cuando el montón de cuerpos inconscientes yacía a su alrededor, los mayores miraron al par casi sudando frío. No se habían separado hace como quince minutos, temían que se hubiesen asfixiado y sus movimientos sean producto de nen residual.
Fue repentino cuando se separaron y chocaron palmas.
—¡Eso fue un nuevo récord!
Y mientras los niños no tan niños celebraban su capacidad pulmonar, los más grandes sólo miraban la escena un tanto nerviosos.
—Esos dos fácilmente podrían tener sexo sobre una roca al borde de un acantilado y con sólo sus gritos tendrían la pelea asegurada.
—Wow.
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