we let love be a refuge

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Nuestro hogar es nuestro amor.

Un refugio compartido que no genera dolor.

Ha pasado unos meses, no sabemos cuánto tiempo le han dado y es mejor así. Pues disfrutamos de los días grises y los celestes sin importar la noche y el temor a que cierre sus ojos y no los vuelva a abrir.

Está envuelta en mis brazos y el mar está calmado, la marea es silenciosa y nos acompaña.

Apenas respira, pero habla.

No espero el momento en que se deje ir.

—Tae.

Asiento y la abrazo delicadamente para no lastimarla. No quiero describirle, pero sus ojeras inconscientes me hacen recordar la noche en la tienda de campaña, me ha contado muchas historias de cuando niña, de cuando se raspó la rodilla en la acera, de cuando la salvaron de ahogarse en la tina de baño.

Nos refugiamos del mañana, pero a pesar de eso llega.

—Te amo.

No lo ha dicho en mucho tiempo, se lo ha guardado para sacarlo tierna y significativamente.

—Te amo a ti.

Hablo y le beso. Sus labios están helados y es como un punto de inicio, la muerte recorre su cuerpo y la abraza más fuerte que yo.

—Tengo frío.

Mis lágrimas salen sin medida, caen sobre sus pálidas mejillas.

—Te tengo, no te soltaré.

No es un sueño, se ha ido.

***

etéreo; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora